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Iñaki Urdangarin se ha llevado un rosario a la cárcel e hizo una curiosa pregunta al entrar

Tres días después de la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin en la cárcel de Brieva, Ávila, nos vamos enterando de algunos detalles, entre los que destaca uno en particular:

Tres días después de la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin en la cárcel de Brieva, Ávila, nos vamos enterando de algunos detalles, entre los que destaca uno en particular: el cuñado del rey Felipe VI se ha refugiado en la religión para afrontar su condena.

El marido de la infanta Cristina ha llevado junto a las fotos de sus hermanos, de sus hijos y de su mujer, un rosario y una imagen de la virgen Blanca, patrona de Vitoria, que le dio su madre cuando era pequeña, según cuenta Pilar Eyre en ‘Lecturas’.

Uno de los motivos por los que escogió esta prisión fue por el asesor espiritual que tiene

Hasta tal punto se ha aferrado en la fe que una de sus primeras preguntas nada más pisar la cárcel fue: “¿Cuándo hay servicios religiosos?”, según cuenta la periodista, que explica después cuál fue uno de los motivos que le llevó a escoger este centro penitenciario. “Fue uno de los condicionantes que influyeron en su elección de esta prisión de mujeres –sobre todo exetarras y yihadistas, aunque hay también algunas parricidas-, saber que el asesor espiritual es el jesuita José María Fernández Martos, un hombre bondadoso y culto, autor de varios libros” que lleva 30 años en prisiones.

El padre José María celebra la misa en Brieva todos los domingos pero puede ser avisado para consolar y tratar a las reclusas en cualquier momento, aunque no sean católicas, y ahora también al único preso masculino, a Iñaki.

Aunque el tratamiento psicológico ha sido muy importante para la infanta Cristina e Iñaki, la fe se ha convertido en su gran apoyo en estos últimos años. En su entorno hay personas que son del Opus Dei y otros son miembros de la Obra, una de ellas le confesó a Pilar Eyre que “rezan todos los días el rosario, esta fe los ha mantenido unidos y les ha preparado para afrontar el largo calvario que ofrecen a Dios por el bien de sus hijos”.

De hecho, Eyre da fe de lo creyentes que son ya que relata haberse encontrado a la pareja “varias veces en la iglesias de San Odón, en el paseo de Manuel Girona de Barcelona”, donde incluso entraban los escoltas “no sé si ‘motu proprio’ o por exigencias del oficio”.

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