Ubicado en la costa sudeste de la Península Arábiga, el Sultanato de Omán es, posiblemente, uno de los países más desconocidos de Oriente Medio y uno de los más curiosos a nivel de paisajes. Bañado por las profundas aguas del mar Arábigo, envuelto en una historia y un patrimonio cultural conservado a la perfección, aparece este país oculto entre los desiertos más vírgenes de la Península Arábiga. Entre toda esta naturaleza y la historia de sus ciudades, Omán ofrece a los visitantes un amplio abanico de posibilidades para salir a conocer su territorio desde rutas por el zoco de la capital hasta excursiones a través de sus wadis o rutas en bicicleta por unas montañas que contrastan con sus indescriptibles aguas turquesas.
Una capital asombrosa
La capital de Omán, la ciudad de Mascaté, es el punto de inicio a cualquier viaje por este país. Repleta de encantos, esta ciudad está refugiada entre unas montañas que fueron su mayor protección en la antigüedad. Su casco histórico conserva la esencia de la historia y la cultura omaní en sus edificios. Un ejemplo de ello es la Mezquita del Sultán Qaboos, que con su inmensa lámpara de ocho toneladas gobernando la sala de oración y sus esplendorosos jardines es un fiel reflejo de las bases de su sociedad.
Patrimonio excepcional
La alucinante historia de Omán y su patrimonio cultural son motivos más que suficientes para ir a visitarlo. Gracias a su ubicación, el país cuenta con una rica historia de navegación, pesca de perlas y comercio y formó parte la Ruta de la Seda y de las Rutas de las Especias. La mejor forma de conocer este legado es adentrarse en sus ciudades y pueblos, pues es en las calles y en los edificios históricos donde se respira la auténtica esencia del país. Desde la aldea abandonada de Birkat Al-Mawz, donde se puede escuchar la llamada a la oración; pasando por el pueblo de Al Hamra, uno de los más antiguos del país que data de hace más de 400 años; o la aldea de Misfat hasta el fuerte de Bahla, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Todos estos lugares hacen que los visitantes viajen al pasado y conozcan la historia del país en primera persona.
Diversidad paisajística
Omán es considerado un destino realmente especial, sobre todo, por su paisaje natural. El contraste y la diversidad de elementos naturales, como sus desiertos, valles, montañas y playas, consiguen sorprender a cualquier visitante. Y es que Omán es el único país del mundo formado principalmente por corteza oceánica y rocas del manto terrestre, de ahí que sus paisajes sean tan diferentes.
Entre estos elementos naturales se encuentran los famosos wadis, unos cauces secos -ríos estacionales- que se forman en la zonas áridas y desérticas dando lugar a una especie de oasis de aguas turquesas, que en vez de formarse en el desierto lo hace entre montañas. Uno de los más conocidos por su gran belleza es el wadi Shab.
A 3009 metros de altitud se encuentra el pico más alto de la península arábiga, Jabal Shams, donde realizar rutas de senderismo y deportes de aventura, además de disfrutar de espectaculares vistas. Las dunas de Wahiba, en pleno corazón del desierto de Omán es un lugar perfecto para contemplar la inmensidad de las estrellas del cielo de esta parte del mundo. Alojarse allí permite, además, conocer la cultura beduina gracias a las familias nómadas que habitan en él y que ofrecen hospedaje a aquellos que se aventuren a adentrarse en este mundo de arena. Las playas del Sultanato, con 3.165 kilómetros de costa, son otro de sus grandes atractivos. Sus aguas esmeraldas son perfectas para disfrutar de baños refrescantes y de actividades náuticas, además de que en sus arrecifes de coral es posible disfrutar del snorkel y del buceo.
Gastronomía de altura
La influencia de la cocina persa, libanesa, jordana e india ha marcado la gastronomía de Omán. Esta riqueza y fusión de sabores y culturas permite a los viajeros escoger entre una amplia variedad de platos con ingredientes típicos de cada región. Su plato más tradicional es el Shuwa, una receta de cordero aderezado con especias cocinado bajo tierra durante uno o dos días que suele prepararse en las ocasiones más especiales. Y, para los paladares más dulces está el Halwa, un postre típico elaborado a partir de azúcar de caña, agua, miel y frutos secos que encuentra su secreto en el uso de una gran mezcla de especias típicas de la zona.
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