DolceVita

Raphael se sincera sobre su enfermedad y sus problemas con el alcohol

El cantante, de 73 años, fue  el invitado de ‘Mi casa es la tuya’, programa de Bertín Osborne, en el que se hizo un repaso a su vida y su carrera y habló detalladamente de sus problemas con el alcohol que le llevó a tener problemas con el hígado hasta el punto de debatirse entre la vida y la muerte.

La nueva temporada de ‘Mi casa es la tuya’ comenzó con uno de los personajes míticos en la televisión en Navidad, con Raphael. El cantante lo dio todo en la entrevista y contó detalles de su vida que no había relatado nunca antes, ya que siempre ha sido un hombre muy discreto.

Ahora Raphael se encuentra en plena promoción de su nuevo disco y ha vuelto a los escenarios con la misma fuerza que siempre le ha caracterizado. Sin embargo, al hacer el repaso a toda su trayectoria musical, habló de uno de los momentos más duros de su vida, su lucha contra la Hepatitis B desde 1985, que le desencadenó en una cirrosis hepática: “Es una enfermedad tan traicionera que no da la cara nunca” explicó el artista, que reconoció no ser consciente de lo que padecía”.

“Empecé a beber porque me hacía dormir”

El cantante de Linares siguió relatando su episodio más duro: “Yo no he bebido nunca, no soy bebedor. Pero empecé a beber últimamente, con lo cual agravaba la situación, pero yo bebía botellitas pequeñas como las de los hoteles porque me hacían dormir. Yo jamás pensé, cuando empecé a tener síntomas, en el dichoso botellín. Cuando dio la cara [la enfermedad], ya era demasiado tarde, no daba la cara nunca. También es verdad que yo tampoco quería enterarme. Eso hay que decirlo, porque si no van a decir que yo era tonto”.

Raphael continuaba explicando: “Yo era una persona sanísima. No soy fumador, no soy bebedor...”,  mientras Bertín le contestaba un “lo sé, lo sé, soy consciente”.

Un trasplante en 2003 le posibilitó comenzar “una nueva vida”

Aunque después fue notando los síntomas de la enfermedad, prefería no tomar consciencia de ello, incluso se lo llegó a ocultar a su mujer, Natalia Figueroa, y alargaba sus viajes para no volver a Madrid. Después de meses de  recaídas médicas y varios ingresos hospitalarios, la enfermedad casi acaba con su vida si no llegar a ser por un trasplante que le hicieron en 2003: “Al principio no quería someterme a un trasplante. Yo no quería, aunque el doctor Enrique Moreno me hizo ver que era el único camino. Finalmente lo tuve que hacer, porque si no, iba a morir. El día de la operación fue de vida o muerte, o llegaba el hígado, o no podía continuar viviendo. Es curioso que fue Rocío Jurado la que me dijo que no estaba bien, y ahora es ella la que no está aquí con nosotros”.

Además, recuerda que sus médicos le convencieron de que “el público debe saber estas cosas” por parte de los artistas que lo padecen “para que luego se conviertan en donantes”. A pesar de que su vida pendiera de un hilo, Raphael volvió a la acción muy pronto: “Me operaron en abril, en junio grabé un disco y en septiembre debuté en el Teatro de la Zarzuela”, el auditorio donde realizó su primera actuación musical, algo que recuerda “como un verdadero premio y no vender millones de discos”.

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