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El rey Juan Carlos I fue "ninguneado" por Carlos III y Camilla: "Daba entre pena y vergüenza ajena"

Un testigo que estuvo en la recepción de Carlos III ha desvelado a la periodista Pilar Eyre todos los detalles del encuentro entre el rey Juan Carlos I y el rey de Inglaterra

El viaje del rey Juan Carlos I a Londres (Reino Unido) con motivo del funeral de Estado de la reina Isabel II de Inglaterra sigue dando de qué hablar. La periodista Pilar Eyre ha desvelado ahora algunos de los detalles que ocurrieron en la recepción que ofreció el rey Carlos III en el Palacio de Buckingham el domingo 18 de septiembre por la tarde. Una persona que estuvo allí presente le relató lo sucedido.

La experta en Casa Real comienza diciendo en su blog de 'Lecturas' que la asistencia del rey emérito fue toda una sorpresa ya que los ingleses pensaron que no acudiría al funeral de su parienta lejana y que daría alguna excusa para no ir pero no fue así. "Se equivocaban porque allí estaba Juan Carlos, contra viento y marea, echándole un pulso a Felipe y a una institución que se aguanta de forma precaria", comienza diciendo Eyre.

El padre del rey Felipe VI "quería romper el cordón sanitario que se ha establecido a su alrededor desde que se hicieron públicas las tropelías que ha cometido y demostrar a España y a su hijo (y su nuera) [la reina Letizia] que él, como la ranchera mexicana, sigue siendo el rey. Pero la jugada no le salió como esperaba", dice la periodista. 

El rey Carlos III y Camilla Parker "le hicieron el vacío" al rey Juan Carlos y lo "ningunearon"

Según escribe Pilar Eyre, el rey Carlos III y su esposa, la reina consorte, Camilla Parker, "le hicieron el vacío" y "ningunearon" al rey Juan Carlos I.

La escritora relata que el Emérito y la reina Sofía llegaron en un coche que compartieron con el presidente de Irlanda, Michael Higgins, que también tiene ciertos problemas de movilidad como don Juan Carlos I, y habla español perfectamente. El resto de invitados, entre los que estaban los reyes Felipe y Letizia, llegaron media hora después en los autobuses reales.

El rey Juan Carlos tenía un objetivo "muy claro", según Eyre, y era "tener una conversación con el rey Carlos". "Quería contarle quizás sus cuitas, pedirle tal vez su apoyo en el frente que tiene abierto con Corinna [Larsen] en los tribunales ingleses, pero también pretendía recuperar su imagen frente a su hijo y frente a la opinión pública".

Pilar incide en la relevancia que tenía para el Emérito hacerse la foto con el rey Carlos III y tener una charla con el nuevo rey de Inglaterra. "¡El tan denostado rey de España, el exiliado, el apestado, alternando con el titular de la monarquía más poderosa del mundo! ¡Una charla entre iguales! ¿Qué mejor apoyo que eso a su biografía y a su causa?".

El padre de Felipe VI entró en el salón donde estaba Carlos III saludando y "charlando cordialmente" con algunos de los invitados, entonces se dirigió hacia su objetivo. "Avanzó con tanta rapidez que su ayudante apenas podía sujetarlo", escribe Eyre en su blog. Sin embargo, el monarca británico se alejó y saludó a Macron y a Brigitte, habló con la reina Máxima de Holanda e hizo "un corrillo con sus primos Kent".

El monarca parecía no darse cuenta de la presencia del Emérito. Entonces este se aproximó a Camilla Parker y consiguió "agarrarla con intención de darle dos calurosos besos en las mejillas. Pero la reina consorte pareció resistirse al gesto, apoyando las dos manos en el pecho del emérito".

Según iba transcurriendo el tiempo, iban entrando más invitados, "el runrún de las conversaciones aumentaba", "algunos le dirigían miradas de curiosidad" y según Pilar Eyre, el rey Juan Carlos "se iba poniendo más y más nervioso, tenía el rostro congestionado, la expresión impaciente". Al final se colocó "en una especie de pequeña cola que se había formado para saludar a Carlos con Sofía detrás, que ya no sabía qué cara poner".

El rey Juan Carlos saluda a Camilla Parker
El rey Juan Carlos saluda a Camilla Parker(Instagram)

Según el testigo, el rey Juan Carlos "daba entre pena y vergüenza ajena... Se le notaba enfadado"

El monarca le pidió a su asistente que "lo dejara solo y aguantó el equilibrio a duras penas" mientras Carlos III "saludaba cariñosamente a Rania de Jordania y a su hijo mayor, Hussein. Ninguneado por Camilla".

Cuando el Emérito vio que el monarca británico se iba a ir, "consiguió retenerlo estrechándole la mano, aunque era evidente la incomodidad del rey de Inglaterra y la intención de no concederle ni un minuto de atención". Según Eyre, Carlos III "debía tener presentes las críticas que salían esos días en la prensa con el recuento de todos los comportamientos irregulares, y también el malestar de su propio hijo, que estaba en otro salón con Letizia".

Entonces, Juan Carlos, "a la desesperada y con una sonrisa que era más trágica que alegre", comenzó a hablar a Carlos III "con rapidez, de forma íntima y suplicante, lo que provocó que Carlos, con el pretexto de saludar a otro invitado, lo dejara literalmente con la palabra en la boca".

La persona que fue testigo de todo esto y le contó a Pilar Eyre lo sucedido, señala que la escena "daba entre pena y vergüenza ajena...". Tras el intento fallido del Emérito, este "se apartó a un lado sin que nadie interactuase con él, se le notaba enfadado, incluso tuvo un gesto brusco hacia doña Sofía, quien parecía tratar de consolarlo". 

La periodista asegura que tras lo sucedido, el rey Juan Carlos regresó "a su infierno particular, Abu Dabi, peor de lo que estaba. Más desalentado y más triste" tras ver que "su última oportunidad de reivindicarse en la esfera pública se ha esfumado y no habrá otra, porque Felipe no va a permitirlo".

Pilar Eyre acaba diciendo que quizás un día, el Emérito llame a su hijo por teléfono y le cante "esa ranchera que tanto le gusta y que parece que haya escrito él mismo: "Yo sé bien que estoy afuera/ pero el día en que yo me muera/ sé que tendrás que llorar". 

El rey Juan Carlos I saluda al rey Carlos III en al recepción ofrecida en Londres
El rey Juan Carlos I saluda al rey Carlos III en al recepción ofrecida en Londres, en el Palacio de Buckingham(Instagram)

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