La vida de Tamara Falcó ha dado un giro enorme desde que ganó MasterChef Celebrity (2018). La duquesa de Griñón, desde entonces, se ha convertido en un personaje usual de nuestra televisión y de nuestras revistas de sociedad. Justo en una de éstas aparece la hija de Carlos Falcó e Isabel Presyler este miércoles. La también diseñadora, de 39 años, se sincera en Vanity Fair y nos deja declaraciones tan impactantes como las que te contamos a continuación.
El lado oscuro de la fama: "Desayunaba filetes empanados"
La hija más espontánea de Isabel Preysler también conoció el reverso oscuro de la fama, especialmente a finales de 2016, cuando atravesaba un momento de inestabilidad emocional. Ella misma resumió su estado de ansiedad de una manera gráfica: “En esa época desayunaba filetes empanados”. Ganó 20 kilos y su nuevo aspecto —“No me reconozco cuando me miro al espejo”, declaró— fue retuiteado de manera incesante. “Lo pasé muy mal. Entonces, muchos contratos que tenía firmados se cayeron. Algunas marcas me dijeron que mi físico no era el que requerían para sus productos. Me penalizaron. Mi hermano, [el cantante] Enrique [Iglesias] no lo comprendía: “Tamara, ¡no te pueden dejar sin trabajo por haber engordado!”. Yo, en parte, entendía que habían contratado una imagen y ya no era la misma, pero tengo dudas sobre si eso era ético”.
Su trabajo en televisión y la importancia del dinero
Tiene más de un millón de seguidores en Instagram y en cada aparición en El Hormiguero (Antena 3) la ven una media de tres millones de espectadores, según los últimos datos de enero. “Tiene inocencia a raudales, es muy culta, cariñosa, ha conocido gente interesante y te ríes con ella. Por si fuera poco, es magnética. Cuando abre la boca, todo el mundo quiere saber qué es lo que va a decir porque es muy imprevisible. O, lo que es lo mismo, libre”, reflexiona el presentador Pablo Motos. A esta colaboración se une su intervención los viernes por la noche en El desafío (Antena 3), donde ejerce de jurado. El espacio cosecha una media de dos millones de televidentes. Hoy su personalidad es el nuevo pilar central del negocio de ser Tamara Falcó, uno de los más rentables de la industria del entretenimiento.
El punto de inflexión en su carrera fue su participación en 2019 en el programa Masterchef Celebrity (TVE), en el que se proclamó vencedora. “Si no hubiera sido conocida, no me habrían llamado para aquello, y tampoco estaría haciendo esta entrevista ahora”, ríe.
—¿Cuál es su mayor virtud?
—Según mi madre, mi personalidad. Estoy de acuerdo. Aunque no ha sido fácil. A veces esa naturalidad ha sido una cruz.
—¿Recuerda cuando trabajó por primera vez?
—Sí, un verano que regresé de estudiar en Estados Unidos y me pasé todo el día de fiesta. Mi padre me mandó a Layos (Toledo) a trabajar de monitora en un campamento de niños. ¡Me pagaban 20.000 pelas al mes! No pude dormir del calor que hacía. ¡Me asaba! Me encantó la experiencia. Mucho mejor que andar perdiendo el tiempo de forma poco sana.
—No para de sumar proyectos. Será muy rica…
—Muy rica no. No me puedo quejar porque me va bien, pero rica son otras palabras.
—¿Qué importancia le da al dinero?
—Relativa. Creo en la divina providencia, pero es más fácil que Dios te ayude cuando te pilla trabajando. Hay que tener cuidado con que el dinero controle tu vida. Soy la primera a la que le gusta vivir bien y me doy mis caprichos porque trabajo duro. Escucho a gente decir que se ha salvado porque tiene dinero, pero yo pienso que no tiene un poder en sí.
—¿Qué no haría ni por un cheque en blanco?
—Muchas cosas. He rechazado campañas con muchos ceros porque no lo tenía claro o no sentía que fuese coherente con mi trayectoria.
"Tengo un consultor espiritual y un psicólogo"
—¿Ha necesitado acudir a algún psicólogo para lidiar con los efectos de esta sobreexposición?
—Yo soy muy fan de las terapias. Todos tenemos dudas. Vivir es complicado. Tengo un consultor espiritual que cumple una función y el psicólogo cumple otra. A mí me ha ido fenomenal. Descubres muchas cosas sobre ti misma. Cuando fui, no sabía que el duelo de tío Miguel no lo había pasado todavía.
—A lo largo de estos meses, ¿ha habido alguna ocasión en la que se le fueran los pies del suelo?
—No, y si lo hiciera supongo que mi familia y amigos me lo dirían. De todos modos, teniendo a mi hermano Enrique, que es lo más llano del mundo, a mami... Lo que yo he conseguido está por debajo de su ejemplo.
Sobre Íñigo Onieva, el amor y la maternidad
—¿Cómo ha gestionado su novio el interés mediático?
—Con normalidad. Este acoso dura un tiempo y se lo ha tomado fenomenal, porque no es fácil.
—¿Qué es lo que más le gusta de él?
—Está lleno de vida y es una persona superpositiva. Y eso a mí me encanta. Es muy dinámico. Me fascina estar con él.
—¿Fue amor a primera vista?
—No, fue poco a poco. Nos conocimos en el cumpleaños de mi amiga Mylu [Luisa Bergel, hija del financiero Jaime Bergel], en la época pre-Covid. Él dio el primer paso y la verdad que me encantó que lo hiciera.
—Ha sufrido mucho por amor…
—Sí, yo vivo mis relaciones con mucha intensidad. No he tenido la suerte de encontrar la estabilidad hasta ahora.
—¿Fantasea con la maternidad?
—Siempre imaginé que, a estas alturas, ya habría sido madre. Evidentemente, te fijas más cuando tienes pareja.
—¿Cree que Íñigo será un buen marqués
—¿Por qué no? A mí me cuesta pensar que soy la marquesa, siempre tiendo a compararme con mi padre.
Sobre política y la monarquía
Cuando siendo un adolescente el actual rey emérito regresó a España para empezar sus estudios castrenses, los abuelos de Tamara, Manuel Falcó e Hilda Fernández de Córdova, le ofrecieron su palacete del paseo de la Castellana para que se instalara allí.
—No hay duda de que usted es monárquica.
—Sí. Una vez le pregunté a mi padre: “Papi, ¿tú morirías por el rey? ¡Me dijo que sí!”.
—Y usted, ¿sería capaz de morir por el rey?
—No hay nada más bonito que ofrecer la vida por alguien. Me gustaría pensar que sí, pero nunca me he visto en la tesitura.
—La política, la monarquía, la pandemia... ¿Cómo ve el panorama actual?
—Los políticos de ahora, exceptuando a los de Madrid y muy en concreto a nuestro alcalde, no están tan preparados como los de antes. Tenían otra fuerza, era vocacional, no era el poder por el poder y querían hacer algo por nuestro país.
—O sea que usted es fan de Almeida.
—Superfán. Tiene unos valores maravillosos. Ha cenado en casa alguna vez y me parece hiperinteligente, muy formado y con gran sentido del humor, que es importante. Se le ve íntegro.
—Como gran experta en moda, no me quiero ir sin preguntarle qué le parece el tan cacareado moño del vicepresidente Pablo Iglesias.
—La moda es una forma de expresión. El moño no me molesta. Hay otros temas más prioritarios, como de dónde saca los fondos para financiar su partido.
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