¿Por qué la gente tiene que ver ‘Las Campos’? “Porque hay cosas que les va a fascinar, cosas que gustarán menos y cosas que van a traer mucha cola”, afirmaba Mila Ximénez.
“Han mentido. No se despiertan tan contentas ninguna de las dos”, asegura Carmen Borrego, hermana de Terelu e hija de María Teresa, acostumbrada a estar detrás de las cámaras.
Además, sus más allegados aseguran estar “muy sorprendidos” con ciertas facetas que eran desconocidas para ellos hasta que han visto este ‘reality’, “sobre todo en el caso de Terelu”. Así lo asegura la colaboradora y amiga de las Campos, Belén Rodríguez.
Lo cierto es que, juicios aparte, ‘Las Campos’ es un docureality que pretende ser innovador mostrando la rutina de las damas de Telecinco. Pero olvidan que ya hubo una Tamara Falcó que lo intentó (y fracasó), y una Alaska que junto con su marido, Mario Vaquerizo, triunfó en la MTV con un formato similar.
A Teresa no le gustan estas comparaciones, y sus amigos de la cadena intentan protegerla. “La diferencia es que las Campos tienen una trayectoria en televisión y nunca las hemos visto igual”, prometían en ‘Sálvame’, programa amigo del dúo.
Y puede que tengan razón. Las Campos son diferentes porque, nunca antes en España, alguien había sido tan osado de exhibir con tanta naturalidad el tren de vida en el que tratan de sostenerse unas mujeres que, de sobra es sabido, tienen –en el caso de Terelu- soberanas deudas con Hacienda. Aunque esto no se dice en ningún momento en este terrible esperpento, lavado con perlán, por sus propios colaboradores del debate que acompaña al formato cada noche de jueves-.
Irónicamente, la hija de María Teresa tapa este detalle –no acorde ni al programa ni a su sueldo- gracias a un desnudo: el de su sobrepeso, máxima inseguridad de la colaboradora ante las cámaras del ‘reality’ de su vida.
En resumen, ‘Mamá, no me reconozco en el espejo’ es el título del primer capítulo de un programa que promete sacar amables moralejas de dos mujeres de escasa fábula.
No Teresa, que si bien es entendible que se baje al barro por su hija -como haría cualquier madre-, gozaba de un currículum intachable desde que la descubriera Hermida. Hasta ahora.
Y como decía su mentor, “el trabajo que vale es el último”. Esperemos que en este caso, no sea así. Aunque todo sea por su hija, que con oficio y beneficio –una vez más-, siempre ha dependido de las faldas de su madre.
Por cierto. Dudo mucho que lean críticas similares a esta de cualquiera de los colaboradores de Telecinco. No obstante, les deseo suerte en su nueva aventura.
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