A orillas del río Garona aparece la ciudad Toulouse, también conocida como la Ciudad Rosa. Esta capital de herencia medieval, por haber sido en aquel tiempo un gran centro cultural y comercial importante, está llena de cultura, de innovación tecnológica —de hecho, es el centro neurálgico de la industria aeroespacial europea— y cuenta con una gastronomía que en sí misma ya merece la pena el viaje.
Recorriendo Toulouse
En un paseo por el centro de Toulouse no puede faltar la visita al símbolo de la ciudad, la Place du Capitole, la plaza más icónica de la ciudad desde la que comenzar un recorrido a pie. En este lugar se encuentra también su imponente Capitolio, un majestuoso edificio del siglo XVIII de estilo neoclásico que en la actualidad es la sede del Ayuntamiento y del Teatro Nacional.
A pocos minutos del Capitolio se encuentra uno de los templos católicos más importantes del país, la Basílica de San Sernín. De estilo románico, construida en el siglo XI y catalogada como Patrimonio Mundial por la UNESCO, es una de las paradas indispensables del Camino de Santiago. Siguiendo con la ruta de templos, tampoco puede faltar la visita al Convento de los Jacobinos, una joya del arte gótico meridional construida entre los siglos XIII y XIV. Su impresionante estructura de ladrillo rojo, típica de Toulouse, es uno de los motivos de su belleza exterior mientras en el interior —donde a día de hoy se albergan exposiciones temporales y eventos culturales — sorprende el famoso palmier des Jacobins, una columna central cuyas bóvedas se despliegan como las ramas de una palmera.
El Canal du Midi es otro de los puntos indispensables de su centro, un canal considerado una gran obra de ingeniería que conecta el océano Atlántico con el mar Mediterráneo. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, los alrededores de esta zona son perfectos para caminar, andar en bicicleta o dar un paseo en barco para tener una perspectiva diferente de la ciudad de Toulouse.
Para los amantes de los museos
La gran variedad de museos con los que cuenta la ciudad de Toulouse es el reflejo de su rica herencia cultural. Entre sus calles aparecen museos de todo tipo, como el Museo de los Agustinos, antiguo convento que alberga una impresionante colección de arte medieval y renacentista, o el Museo de Historia Natural, donde se encuentran exposiciones sobre biodiversidad y geología de la región. Pero si tuviéramos que quedarnos con uno solo sería la visita a la el Cité de l'Espace es un parque temático dedicado al espacio y la exploración espacial, donde se pueden ver maquetas de naves espaciales y participar en actividades interactivas.
Al aire libre
Además de los museos, la ciudad de Toulouse tiene espacios verdes en los que pasear y disfrutar del aire libre como el Jardín Japonés, situado en el parque de Compans-Caffarelli, donde trasladarte hasta el país nipón a través de la simbología y la atmósfera propia de estos jardines: un pequeño lago, un pabellón de té, linternas decorativas, el característico puente de color rojo… También se puede pasar por el Jardín des Plantes, un antiguo jardín botánico con pequeñas cascadas y fuentes rodeadas de flores.
Para chuparse los dedos
Uno de los puntos interesantes de viajar hasta Toulouse es su gastronomía. Su plato emblemático es el cassoulet, un guiso a base de alubias blancas, carne de cerdo, pato confitado y salchichas considerado un verdadero festín especialmente cuando empieza el frío. También se debe probar la saucisse, una salchicha fresca hecha de carne de cerdo que se suele asar a la parrilla. Y, por supuesto, como región vinícola, no hay que dejar de probar sus vinos locales como los vinos de Fronton, producidos a pocos kilómetros de la ciudad caracterizada esta zona por la uva Négrette.
