El turismo despide el 2020 como el año más negro de su historia. Las empresas del sector esperan unas pérdidas económicas de más de 100.000 millones de euros por el impacto que el coronavirus ha tenido en su negocio, con un retroceso a niveles de los años noventa.
Tras un segundo trimestre con casi la totalidad del sector parado por el estado de alarma, un verano a medio gas (con una caída interanual en la actividad turística del 70% entre julio y septiembre) y un último trimestre marcado por los rebrotes y las restricciones, las empresas cierran el año con dificultades.
En un escenario repleto de incertidumbre, algunas compañías -grandes y pequeñas- comienzan a negociar despidos masivos en sus plantillas, mientras que otras resisten con el 'salvavidas' de los ERTE y los préstamos ICO, pero todas con un importante deterioro económico.
El impacto en el empleo ha sido fuerte: a principios de octubre todavía había 595.000 trabajadores afectados, con 281.000 afiliados menos que en 2019 y 315.000 personas inmersas en un Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, según los datos de Exceltur.
"Estaremos situados en los niveles de 1995, sin descontar la inflación y sin tener en cuenta que la capacidad de oferta de entonces no era ni de lejos la actual, con lo cual el impacto es muchísimo más doloroso y grave ahora", avanzaba el vicepresidente de la patronal, José Luis Zoreda, en la última presentación de previsiones.
El número de viajeros (tanto nacionales como extranjeros) que se han alojado en establecimientos hoteleros ha caído a menos de la mitad respecto a 2019, cuando se registraron alrededor de 100 millones de personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este año, a falta de conocer los datos de los últimos dos meses del año, la cifra se sitúa cerca de los 32 millones.
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Esto se debe, fundamentalmente, al desplome de la demanda extranjera en verano, prácticamente inexistente. Según los datos del INE, en julio y agosto (dos meses clave para el turismo internacional) llegaron un 75% menos de viajeros procedentes de otros países.
Para el sector, las medidas de apoyo adoptadas por el Gobierno no son suficientes y piden otras nuevas que permitan a las empresas superar los problemas de solvencia. "Llevamos nueve meses parados", lamentan las fuentes consultadas por Vozpópuli.
A cierre de octubre había 7.654 hoteles y 61.139 apartamentos turísticos cerrados en España, según las estadísticas del INE. Por el contrario, 10.597 hoteles y 85.015 apartamentos turísticos se encontraban abiertos, apenas el 58% del total de establecimientos registrados en el décimo mes del año.
Durante el verano miles de establecimientos recuperaron la actividad, pero a partir de septiembre la cifra volvió a decaer con nuevos cierres. Según los últimos datos del INE, desde agosto han bajado la persiana de nuevo 2.411 hoteles y 38.723 apartamentos, una sangría que se agrava con el desgaste económico de los empresarios.
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La debacle de las agencias de viaje
Sin embargo, si hay un subsector que se encuentre especialmente afectado por la pandemia, es el de las agencias de viajes. El 20% no volverá a abrir sus puntos de venta, tal y como ha avanzado la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVE) a Vozpópuli.
Según los datos de ACAVE, sólo el 40% de las agencias han procedido a la apertura de sus oficinas físicas, aunque algunas como Nautalia volverán a cerrar durante al menos un mes para soportar el desplome del negocio. Es decir, que el 60% permanecen cerradas y un 20% de éstas lo han hecho definitivamente.
La situación de este sector es cada vez más crítica, su facturación se sitúa un 90% de media por debajo de las cifras de 2019. En este sentido, cerca de un 88% de las empresas han efectuado un ERTE total o parcial y un 21% ha tenido que efectuar despidos de uno o más trabajadores, según ACAVE.
Este medio ha avanzado ya los ERE que dos grandes compañías están preparando: por un lado Viajes Carrefour, con 354 empleados; y por otro, Iberostar (W2M), con alrededor de 500 trabajadores. A estos se suman otros de empresas de menor tamaño en una oleada que no ha hecho más que empezar.
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