En estos momentos de auténtica zozobra sobre la economía y española y, en especial, sobreventa en los mercados domésticos, cuesta encontrar algún experto que ofrezca una visión positiva sobre España, o al menos no totalmente demoledora, pero existen. Por supuesto, se trata de opiniones de personas o entidades que no sostienen apuestas bajistas sobre la Bolsa o la deuda española. Cuestiones como el indicador sintético adelantado de actividad, que proyecta una caída del PIB algo menor de la prevista, o el positivo efecto no calculado que pueda tener la inyección de dinero del Gobierno a través de la línea ICO son asuntos a tener en cuenta. Sin olvidar las reformas del Ejecutivo que poco a poco van cayendo y de momento no han tenido efecto, pero deberán tenerlo. Ayer fue la tasa sanitaria.
El pasado 14 de marzo, el ministro de Economía, Luis de Guindos, ya dijo que había “signos positivos” en la economía, como desprendía el indicador sintético que elabora su Departamento. El ministro habló entonces de “franca mejoría”. Algo que algunos expertos han ignorado, a tenor del comportamiento de los mercados, pero otros no.
Andrés Alonso, doctor economista del think tank Sintetia, señala que “este indicador proyecta una caída leve del PIB en el primer trimestre, que puede ser del 0,3%. Eso dejaría la cifra en el año algo mejor que el -1,7% que anuncia el Gobierno, en mi opinión muy conservador lo que, desde luego, no sería un dato de auténtico colapso, como temen algunos”.
Alonso, que insiste mucho en que no quiere pecar de optimismo ya que la situación es más que delicada, señala sin embargo que pueden destacarse ciertas cuestiones fundamentales que no son tan negativas. “El sell off de las últimas jornadas no ha tenido una causa concreta”. En su opinión, “los niveles anteriores, cerca de sus medias históricas, eran los adecuados”, en relación a un bono a 10 años en el entorno del 5,5% y una prima de riesgo claramente por debajo de los 400 puntos básicos.
Dinero al corazón
Pero, en especial, insiste en que “hay 35.000 millones de euros que el Gobierno irá abonando al corazón de la economía (empresas acreedoras de la administración) cuyo efecto no ha incluido casi nadie en sus previsiones.
La cifra no es baladí: “se trata de un 3,5% del PIB, que por poco efecto que tenga, puede agregar más de un 0,5% a la economía”. El dinero irá “donde tiene que ir” y es inevitable que tenga una favorable repercusión. Difícil de calcular, pero en cualquier caso, nunca mala. Eso debería tener un efecto positivo en la economía que facilitara cierto desapalancamiento y se tradujera en crédito bueno.
Del BCE a la economía
Por tanto, hay una bolsa de dinero del LTRO en cuenta, esperando a introducirse por los capilares de la economía. Gran parte de la inyección del Long Term Refinancing Operation (LTRO), conocido como la ‘barra libre de liquidez’ del BCE, está en el propio depósito del banco central, esperando el momento para salir. Son reservas acumuladas. Todas las entidades españolas tienen suficiente liquidez en cuenta, aunque no la están empleando en la actualidad. La velocidad de uso del dinero BCE es una de las claves que para que llegue ‘oxígeno’ a la economía.
Según un informe de JP Morgan Cazenove sobre la banca española, titulado “Afrontando el dilema de qué hacer con el dinero el BCE”, las entidades domésticas pueden afrontar cómodamente sus vencimientos, pero que “una nota positiva sobre el sector es que su exposición a la deuda soberana es inferior a la de otros países, del 14% en conjunto”.
Esta menor dependencia debería permitir ese progresivo desapalancamiento. En estas está el sector. Los recientes datos de morosidad han sido bien valorados por expertos como Barclays, que contemplan esta novedad con cierta visión en positivo: “la banca española continúa avanzando para reconocer pérdidas en sus créditos sobre el sector inmobiliario”. Esto, unido a la caída de precios del sector, debe facilitar que repunten las transacciones y las entidades financieras puedan liberarse de activos embargados.
Pero, por encima de todo, las reformas acometidas y los presupuestos anunciados deben comenzar a dar sus frutos. “Parecen anuncios que luego no se materializan, pero no es así”, afirma Alonso. “Si hay una correcta aplicación de los Presupuestos y se corrige un poco la política de comunicación del Ejecutivo, deberían desanimarse algo los cortos e imponerse algo más de sensatez en el mercado. El sentimiento de que estamos baratos y hemos sido castigados en exceso es bastante compartido”, comenta.
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