Resulta que sí, que lo de arrimar el ascua a la sardina, experimentar verborrea y hasta hablar lenguas muertas depende mucho de las circunstancias. Es algo que se puso patente ayer en la antesala del Mobile World Congress. Durante la tradicional cena con el Rey Felipe VI se vivió, por cierto, la también tradicional ausencia en la recepción real de la alcaldesa, Ada Colau, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
Aragonès, en estos casos, formula su discurso en catalán o en inglés, que no en español. Le sucede lo mismo a Ada Colau. Se les anuda la lengua y no hay manera. Menos cuando hay que pedir, claro. Quienes asistieron a la cena fueron testigos de ello. El acto contó con una nutrida representación de primeros espadas de los operadores (entre ellos el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete) y empresas tecnológicas.
Ada Colau quiere control sobre los precios de la vivienda. Es una reclamación reiterada en múltiples ocasiones. Y una varita mágica que convierte el pan en vino. El catalán, en español.
La alcaldesa de Barcelona es consciente de que la forma más simple de que los mensajes que realmente quiere que se escuchen en el resto de España calen y sean comprensibles es decirlos en español. Las televisiones y medios de comunicación hacemos el resto.
Y eso hizo para pedir la intervención del mercado de la vivienda y los alquileres. Le brotó un castellano prístino, puro. Algo que no pasó por alto para los asistentes a la cena. Fue comentado, si bien no tanto como la ausencia de ella misma y de Aragonès a la recepcion con el Rey. Está claro que los idiomas se aprenden en el colegio, pero la educación se mama en casa.
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