"Me quedé en ERTE y mi mujer sufrió un ERE. Los dos nos dedicábamos a la hostelería. Teníamos un buen nivel de vida antes del coronavirus. Viendo la tele, se nos ocurrió esto", cuenta Rafael, un joven de 25 años con una vivienda con piscina en El Boalo, a 50 kilómetros de Madrid.
Las restricciones al uso de piscinas en la nueva normalidad han relanzado el filón de los alquileres de estos espacios entre particulares. Según fuentes del sector inmobiliario, el confinamiento disparó un 15% la búsqueda de viviendas a las afueras de las ciudades.
"Con esta nueva normalidad, sabemos que este verano en España a las piscinas municipales solo podrá acceder el 30% de aforo (comprando tickets por internet, y que no serán para todo el día), las piscinas comunitarias no abren y vemos colas en las playas. Pero sí que hay una solución: el alquiler de piscinas entre particulares", reivindican desde Swimmy, una suerte de 'Airbnb' o plataforma de alquileres de piscinas entre particulares con tres años de recorrido en el mercado francés.
"En España esta tendencia la van acogiendo más y más regiones y en el último mes hemos registrado centenares de demandas. Además, zonas como Madrid, Valencia y Sevilla, se encuentran en exceso de demanda desde el comienzo de la temporada. Podemos decir que el sector del turismo y ocio han sufrido mucho, pero a nosotros nos ha catapultado", dicen desde la empresa francesa.
"Nosotros empezamos con esto el 26 de junio, colgamos el anuncio en Swimmy, que nos recomendó un precio medio. El usuario contacta con nosotros y luego el precio varía según el número de personas: 15 euros por cada una media jornada, 22,5 euros todo el día", señala Rafael, propietario junto a su pareja Claudia del espacio más prolífico de la plataforma digital hasta ahora en España.
"De momento aguantamos hasta que termine el verano. Es probable que continuemos el año que viene porque estamos yendo mejor de lo esperado. Pensábamos sacar algo pero no lo que estamos consiguiendo: un buen sueldo que nos está salvando el verano".
"Muchos eligen nuestra piscina por el jardín. Nosotros vivimos en la casa, pero hay espacio suficiente para que no tenga que haber contacto. La parcela son 1.000 metros cuadrados, y la piscina, nueve metros de largo por unos cuatro de ancho", cuenta.
"Para nosotros fue una opción de seguridad y tranquilidad, de estar solo nosotros. Nos pusieron geles y guantes, el baño solo para nosotros. 22 euros el día es de lo más económico que encontramos", afirma Eva, de 28 años, que contrató una piscina junto a sus padres.
Hasta 15 personas
Según los propietarios consultados, las reservas se producen en cualquier momento de la semana, aunque durante los fines de semana los grupos son más numerosos. Por horarios, se pueden contratar franjas (de 10 a 15 o de 16 a 20 horas) o días enteros.
"Para el fin de semana, el mínimo es de 8 personas y el máximo, 15. Hay flexibilidad pero ponemos unas cifras sobre todo para facilitar la higiene. Hay de todo: familias, cumpleaños, fiestas de jóvenes, y hasta una despedida de soltero en agosto. Ofrecemos con un cargo extra la posibilidad de usar la barbacoa", añade Rafael, que asegura haber tenido una veintena de reservas en el último mes.
Madrid, Valencia, Sevilla...
Swimmy, en España desde 2019, tiene 200 piscinas en el país para una demanda que estiman de unos 4.000 usuarios. Se suman a las 2.300 piscinas y 72.000 usuarios registrados en Francia, país donde algunos propietarios han alcanzado hasta 7.000 euros de beneficios en un verano.
"En España empezamos a recibir algunas demandas a partir del 11 de mayo, pero sobretodo se dispararon a partir del 25 de mayo: esto fue debido a que muchas provincias pasaban a la fase 2, o incluso algunas ya estaban en la 3", reseñan desde la francesa.
"A primeros de julio ya habíamos triplicado la demanda respecto al año pasado (teniendo en cuenta que el virus no estaba presente en mayo de 2019) y multiplicado por ocho la cifra de negocio".
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