Golpeada por los escándalos de su anterior líder, desmoralizada por la marcha al Ministerio de Industria de Alberto Nadal, la patronal confía en el cazatalentos Seeliger y Conde la búsqueda de un número dos que sacuda todo el aire rancio que envuelve a la confederación empresarial.
El ‘headhunter’ que recientemente fichó a Esperanza Aguirre como presidenta de su consejo asesor tiene ahora la delicada misión de encontrar un digno sustituto del que fuera vicesecretario general de Asuntos Económicos, Laborales e Internacionales de la CEOE, Alberto Nadal, ahora secretario de Estado de Energía.
El perfil que se precisa resulta harto complicado de combinar. Ha de ser joven, con dotes para la comunicación, amplios contactos políticos para ejercer la labor de lobby y vastos conocimientos técnicos en materia económica.
En definitiva, debe ser capaz de tomar el relevo al frente de la secretaría general de la CEOE al tiempo que representa una nueva imagen de la organización, más dinámica y moderna. Máxime cuando una vez más se rumorea que su actual secretario general e histórico miembro del aparato, José María Lacasa, está de salida.
El jefe y fundador de Seeliger y Conde, Luis Conde, es íntimo amigo de Joan Gaspart. El presidente del grupo hotelero Husa y expresidente del F.C. Barcelona aconseja de forma habitual al presidente de la CEOE, Juan Rosell, y ha sido decisivo a la hora de que se escoja a este ‘headhunter’.
De hecho, el recién estrenado fichaje de Seeliger y Conde, la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ya ha postulado a un candidato, un abogado de su confianza que procede de la Comunidad de Madrid.
Sin embargo, el proceso marcha con lentitud, y hay también otras dos compañías de cazatalentos que han puesto sus servicios a disposición de la CEOE. Según fuentes conocedoras, al menos se están barajando tres currículos.
El nuevo vicesecretario general de Asuntos Económicos, Laborales e Internacionales de la CEOE tendrá por delante una difícil tarea de renovación. La Confederación ha visto como se erosionaba su prestigio conforme le salpicaban los problemas de su anterior presidente, Gerardo Díaz Ferrán. Y pese al papel esencial que se le presupone en medio de la vigente crisis, Rosell no ha logrado restaurar la influencia de la institución. Ha perdido parte de su fuerza como interlocutor del Gobierno y parte de su tradicional predicamento entre las grandes empresas.
La precipitada marcha del hermanísimo del jefe de la Oficina Económica de Moncloa dejó un descorazonador vacío en el seno de la CEOE. “Todos teníamos muchas esperanzas en que Alberto liderase la modernización de la patronal, pero se hartó del inmovilismo, perdió la paciencia al no coger plenos poderes y se fue”, explican fuentes empresariales.
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