El pánzer alemán no tiene freno y sigue mostrándose imbatible durante esta crisis que asola al resto de la eurozona. A pesar de una cifra récord de ocupados que alcanza los 42 millones y una tasa de paro que ronda el 5 por ciento, los salarios de los tudescos una vez descontada la inflación, es decir los salarios reales, han descendido durante 2013 un 0,3 por ciento, de acuerdo con los datos recogidos por la oficina de estadísticas germana.
Y según las cifras que maneja la Comisión Europea, los costes laborales unitarios alemanes disminuirán un 0,2 por ciento en 2013 y otro 0,2 por ciento en 2014. Pese a que prácticamente podría considerarse que hay pleno empleo en Alemania, el dato de inflación anual de febrero se sitúa en un escaso 1 por ciento. Visto el comportamiento de la economía germana, así no hay quien consiga corregir lo desequilibrios que originaron la crisis de la eurozona.
Por los pasillos de Bruselas, la prescripción más común para acabar con la crisis se resume en que los países del sur han de someterse a una devaluación salarial para restaurar la competitividad perdida durante la burbuja. Y al mismo tiempo los alemanes tendrían que, en teoría, engordar sus salarios, la demanda y la inflación, de manera que tiren de la actividad del sur y contribuyan al reajuste entre los países centrales y los de la periferia.
Pero eso no está ocurriendo de la forma que sería deseable. Incluso con los países del sur recortando sus salarios, el superávit comercial teutón no baja y asciende al entorno del 7 por ciento del PIB. Con la excepción del 2009 y el 2012, los costes laborales en Alemania se han mostrado bastante contenidos. En lugar de consumir un poco más, continúan centrados en vender al resto de Europa y lo ahorran todo conforme su población envejece y se prepara para la jubilación.
Aunque desde 2010 los costes laborales han bajado en España, en 2013 han vuelto a elevarse un 1,2 por ciento según las últimas estadísticas del INE, debido sobre todo a la recuperación de la paga extra de los empleados públicos. Las continuas alzas de las cotizaciones también han presionado al alza.
La economía española ha logrado reducir la distancia perdida en materia salarial con respecto a la gran mayoría de países de la zona euro. Sin embargo, todavía no lo ha recortado como quisiera con Alemania: después de haber compensado todo lo que perdió desde 2005, aún queda por neutralizar el encarecimiento acumulado desde el año 2000. Y semejante proceso de purga se hace harto largo y tortuoso, tal y como se observa en lo poco que baja la deuda.
Gracias al alto grado de concertación social, Alemania forjó a principios de la anterior década un gran pacto por el cual los gastos del estado de bienestar no se disparan, se puso a trabajar a los ciudadanos excluidos del mercado aun a costa de precarizarlos, se fomenta la formación en las empresas y los sindicatos participan en los consejos de las compañías y promueven la moderación retributiva. En definitiva, se preserva la competitividad de su tejido industrial a toda costa. Todo ello a cambio de que se asegure que la inflación no repunta y así los sueldos y ahorros no pierden capacidad adquisitiva.
Se trata de un sistema que le ha ido muy bien a Berlín. Pero que está cuestionando de cabo a rabo toda la estrategia europea de salida de la crisis. Porque si creando empleo Alemania no consume, ¿quién va a hacer de motor de la demanda? Francia e Italia sufren alzas de precios por debajo del 1 por ciento, señal de unas economías sumidas en la atonía. Y el BCE ha reducido su base monetaria cerca de un 25 por ciento durante el 2013. Así las cosas, el riesgo de hundir Europa en el estancamiento perpetuo de la deflación se vislumbra más amenazante que nunca. La vida con el supercompetitivo gigante germano dentro de la jaula del euro no es fácil.
En 1998, justo antes de la creación del euro, el canciller Schröder anunció: “Alemania dominará la unión económica y monetaria porque sabe manejar sus costes mucho mejor”. No es de extrañar que su sucesora, la canciller Merkel, siempre saque del bolso unos gráficos de los costes laborales allá donde intervenga.
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