Los precios de los alimentos aún no han tocado techo. Se espera que sigan encareciéndose en los próximos meses hasta reflejar toda la subida de costes de materias primas desde el inicio de la cadena, y que tardan en trasladarse entre uno y dos años, según el Banco de España. Con todo, el supervisor bancario prevé un repunte medio en los precios de los supermercados del 12,2% en 2023. De confirmarse, será la mayor subida en cuatro décadas, según el histórico del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Hay que remontarse a 1984 para encontrar una inflación media del grupo "alimentos" en el Índice de Precios de Consumo (IPC) de tales magnitudes. En aquel año se encarecieron un 12,6% de media respecto al año anterior. Este dato superaría incluso la extraordinaria subida de 2022, cuando los alimentos crecieron, de media y en términos anuales, un 11,9%.
En febrero, el último dato disponible, los precios de los alimentos crecieron en términos anuales un 16,6%. La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, prometió a principios de año que el alza de la cesta de la compra tocaría techo a lo largo de este primer trimestre, lo que podría ayudar a tener una subida media anual inferior a la de 2022, pero, a falta de conocer el dato del INE en las próximas semanas, esta promesa parece ahora poco cumplible. O al menos así lo ve el Banco de España.
Este mismo jueves, en su comparecencia en el Congreso de los Diputados, Calviño reconoció que "los precios están mostrando una fuerte resistencia a la baja", pese a la rebaja del IVA aplicada por el Gobierno desde enero, que según el BdE, se está trasladando al 90% por parte de los supermercados. La vicepresidenta mencionó entre las causas de la persistencia en la inflación alimentaria el aumento de los costes energéticos, fertilizantes, las malas cosechas o la reducción de oferta en grandes productores agroalimentarios mundiales.
Estas declaraciones llegaron un día después de que el Banco de España advirtiese de que las presiones inflacionistas en los alimentos aún no han terminado y se esperan que sean elevadas todavía varios meses más, aunque en todo caso detalló que el pico se alcanzará este año. Con todo, dejó la media de subida en 2023 en el 12,2% (frente al 7,8% que planteaban hace apenas tres meses, en diciembre).
Aunque el pico se alcanzaría este 2023, en 2024 también revisan al alza la inflación alimentaria media, del 2,6% al 4,6%. Para 2024 proyectan un repunte del 2,9%. Esto se traduce en que los precios que pagan los ciudadanos en el supermercado no van a bajar en el medio plazo, pero las subidas sí se van a moderar tras batir récords dentro de esta crisis inflacionista a lo largo de este año.
A diferencia de lo que ocurrió en 2022, el Banco de España asegura que ahora se están observando "presiones desinflacionistas" en las cadenas de valor (fundamentalmente por la bajada en los precios energéticos), pero, como se explicaba antes, tardan al menos un año en trasladarse al precio final de los productos.
Por esta razón, el BdE proyecta una fuerte bajada en la inflación de los alimentos para 2024, desde el 12,2% hasta el 4,6%. Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística, vaticinó que "en 2024 los efectos inflacionarios ya serán pequeños porque ya se habrán trasladado todas las subidas de costes y empezarán a entrar en funcionamiento los efectos desinflacionarios en algunas cadenas de valor, materias primas y precios industriales".
Sobrecoste para las familias
Alrededor de 1.000 euros es lo que un hogar medio gastará al año de más en el supermercado en caso de mantener sin cambios su consumo respecto a 2021, un año de precios aún relativamente controlados. Este cálculo parte de aplicar la subida de precios acumulada del 22,2% desde septiembre de 2021, último mes antes de que los alimentos iniciaran su escalada, a un coste base de 4.806 euros anuales, que es lo que gastaron de media las familias en alimentación en 2021, según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) que elabora el INE.
De hecho, aunque la inflación general se ha moderado respecto al año pasado, el hecho de que los hogares la estén notando de manera más intensa en los bienes básicos como los alimentos ha elevado al preocupación. Así lo muestra el Eurobarómetro publicado este jueves por la Comisión Europea, que por primera vez sitúa la inflación como la principal preocupación de los españoles, por delante de la situación económica y el empleo. De hecho, esa preocupación se ha duplicado respecto a hace un año.
No obstante, es posible que algunas familias hayan modificado o reducido su cesta de la compra para moderar ese sobrecoste. Por ejemplo, sustituyendo los alimentos que más se han encarecido por otros más económicos, adquiriendo productos de 'marca blanca' o reduciendo el consumo de determinados bienes menos asequibles en el contexto inflacionista actual.
Los alimentos que más se han encarecido para el consumidor final desde septiembre de 2021 son el azúcar (57,3%), la mantequilla (50,5%), las salsas y condimentos (43,3%), la leche (42,7%), el aceite de oliva (39,5%), y las harinas y otros cereales (38,2%). También destacan las subidas de las legumbres y hortalizas frescas o refrigeradas (33,3%), las frutas en conserva (32,2%), el arroz (31,5%), los huevos (31,5%), el yogur (29,6%), las patatas (26%) y el queso (24,1%).
Un 29% de los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido más de un 30% desde septiembre de 2021; un tercio, más de un 20%; y otro tercio, más de un 10%. Solo 2 productos han subido menos de un 10% (el marisco fresco -9,6%- y los frutos secos -6,4%-) y no hay ni un sólo producto del supermercado que haya bajado de precio respecto a aquel momento.
Al ser preguntado por la efectividad de las medidas vigentes para controlar estos precios, Gavilán recordó este miércoles un informe reciente en el que advertía de que sustituir las medidas no focalizadas (bonificación de carburantes y rebajas del IVA en alimentos y energía) por una transferencia puntual de renta a los hogares más vulnerables podría mantener su nivel de protección con la mitad del coste presupuestario, evitando distorsionar las señales de precios.
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