El Gobierno de Angela Merkel cree que los helenos no tienen arreglo, que los costes de expulsarlos del euro son asumibles y que, a diferencia de Lehman, el mercado lo espera desde hace tiempo. ¿Pero de verdad hay forma de calcular si esos costes son asumibles?
El 15 de septiembre de 2008, la Administración Bush concluyó que los costes de la caída de un banco eran asumibles y que los malos gestores debían sufrir… Hasta que al día siguiente la quiebra de Lehman Brothers tumbó los mercados, provocando una cadena de impagos que corrió como la pólvora por todo el mundo. Aunque en EEUU están acostumbrados a liquidar entidades, el Gobierno americano se vio obligado a cambiar de opinión y acudir al rescate de sus bancos sistémicos.
El grueso de los expertos coincide en que las consecuencias de una salida del euro de Grecia son imprevisibles: lo mismo puede subir el euro porque Europa por fin se ha librado de un problema irresoluble, o bien la moneda única se desploma porque se vislumbra la desintegración de la eurozona.
Aunque es cierto que los agentes privados ya han asumido una quita y han reducido su exposición a Grecia, existe un riesgo muy elevado de que se recrudezca el contagio al resto de la periferia, los capitales identifiquen a los siguientes en caer y huyan. Las pérdidas serían tremendas en las bolsas, las inversiones y los ahorros. Paralizada la actividad, los rescates cobrarían aún mayor envergadura hasta convertirse en inasumibles incluso para Alemania. En ese caso, lo que The Economist cifraba como una pérdida asumible de 325.000 euros si Grecia saliese del euro se dispararía de manera considerable.
No en vano, muchos economistas consideran los números dados por The Economist como un ejercicio interesante pero a la vez plagado de incertidumbres. Existen tantas variables imposibles de conocer, en especial la extensión del contagio y, por tanto, la cadena de acontecimientos que tendría lugar.
Al caer Lehman, no sólo se descubrió cuán conectado estaban todos los eslabones del sistema financiero, sino que al mismo tiempo los inversores se asustaron y pensaron que lo mismo le podía suceder a otra entidad. Respecto a Europa, los mercados se han ido poniendo siempre en el peor de los casos tras comprobar cómo ocurría todo aquello que los políticos afirmaban que nunca iba a pasar. Y si Grecia saliese del euro, los agentes enseguida interpretarían que otros países acompañarían a Atenas.
Una vez se considera que cualquiera de los países de la periferia puede abandonar la eurozona y por lo tanto quebrar, uno de los costes más difíciles de determinar consistiría en el hundimiento del comercio, algo que se traduciría para Alemania en una grave pérdida de negocio y, por consiguiente, en una caída brutal del PIB y los ingresos.
La divisa que mantenga Berlín podría apreciarse mucho, o no, y mermar su competitividad. Los tipos de cambio encarecerían las transacciones y precisarían de aseguramiento. Los tipos de interés dejarían de ser en la práctica tan beneficiosos para Alemania y, muy seguramente, los germanos abandonarían el estatus actual de país refugio en favor de Suiza o Estados Unidos, con la consiguiente pérdida de capitales.
Las inversiones tudescas en la periferia disminuirían su valor. Por ejemplo, la división de Siemens en España o las fábricas del grupo Volkswagen en Martorell y Navarra.
Los alemanes además han prestado de una u otra forma mucho dinero a los periféricos. Mantienen muchas posiciones en deuda soberana española. Por no hablar de las deudas privadas, verbigracia, invirtieron grandes cantidades en las titulizaciones de hipotecas españolas. Y todo lo que el BCE ha tenido que adquirir deuda soberana e inyectar liquidez a los bancos.
Además, España debe 400.000 millones de euros sólo vía transferencias de bancos españoles que terminan en entidades alemanas, el llamado Target 2. Estas cantidades son apuntes contables que se adeudan entre los bancos centrales nacionales y que si hubiese una ruptura del euro el Bundesbank tendría que detraer del sistema.
O sea, Berlín se juega mucho con la salida de Grecia y sólo podría plantearse algo semejante si de verdad tiene un cortafuegos imbatible que frene el contagio. Sólo el sistema financiero italiano y español representa 1,8 billones de euros para el resto del mundo. ¿De veras cree Merkel que puede detenerlo?
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