Economía

La banca aprovecha la crisis del coronavirus para mejorar su imagen pública

Todo se ha puesto a favor: avales públicos por 100.000 millones de euros, la mayor de las flexibilidades jamás vistas por el BCE, programas de liquidez a condiciones históricas, aplazamiento de test de estrés y revisiones in situ de los inspectores del Banco de España

La maquinaria financiera trabaja al 100% de sus capacidades para hacer que esta crisis sanitaria que ha provocado el coronavirus sea lo menos fuerte posible. Lo hace porque puede y porque todos los ojos están puestos en este sector. Al fin y al cabo, los bancos son los que tienen el dinero y los que tienen la capacidad de mantener a flote el tejido empresarial, y por ende, la economía nacional.

Y es que la banca tiene una deuda con España que aún no ha saldado. Más allá de la parte de los 65.000 millones de euros del rescate que no se ha devuelto (y que difícilmente se hará), los bancos cavaron su propia tumba reputacional en otro momento; con las preferentes, despidos masivos, desahucios y demás prácticas abusivas, que suenan a otra época, pero que hoy en día siguen haciendo mella en la imagen pública. 

Es por eso, en parte, que el sector ha aprovechado esta crisis para mostrar su mejor versión. Y no se pone en duda que las cosas se hagan con buena fe, pero también es cierto que los bancos saldrán con mejor imagen de esta tragedia si mantienen el guion establecido. Todo se ha puesto a favor: avales públicos por 100.000 millones de euros, la mayor de las flexibilidades jamás vistas por el Banco Central Europeo (BCE), programas de liquidez a condiciones históricas, aplazamiento de test de estrés y revisiones in situ de los inspectores del Banco de España. Y como esto, un largo etcétera que deja una cierta sensación de que al final, la banca gana. Pase lo que pase. 

No obstante, hay que tener en cuenta que el Estado se ha encargado de poner ciertos límites a estas garantías, y a su vez, el BCE ha hecho lo mismo con la futura morosidad, vinculándola directamente a los préstamos que sean avalados públicamente. Por lo que sería injusto decir que las entidades ya lo tienen todo hecho. Aún tienen que prestar ese dinero y sigue habiendo mucha incertidumbre de cómo se hará. Por lo pronto, sólo se han puesto encima de la mesa las condiciones para los primeros 20.000 millones de euros, que se tienen que materializar aún a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Queda mucho por andar en este sentido. Además, el Gobierno también se reserva el derecho de rechazar los créditos superiores a los 50 millones de euros, lo que deja fuera a muchas grandes empresas. 

Punto ciego

Este punto se puede ver como algo positivo para los bancos porque las líneas de avales del Estado obligan a las entidades a prestar en las mismas condiciones que lo hacían antes del estado de alarma, lo que se traduce en intereses relativamente más bajos. Por lo que tampoco se puede catalogar del negocio del siglo. Cuando se sale del los avales estatales, la banca puede negociar mucho mejor las condiciones y aunque se tengan que 'apuntar' el riesgo, la jugada puede merecer más la pena. Al fin y al cabo, el negocio es el mismo, sea por un virus o por otras condiciones. Si una empresa necesita dinero, lo pide. Y si es suficientemente solvente como para devolverlo, poco importan los motivos de fondo.

Pero volviendo al problema de la imagen pública y dejando a un lado las piedras en el camino para la banca, es evidente que la coyuntura actual ayuda a que el cliente cambie su visión del sector. Cada banco se ha marcado su propia estrategia de comunicación, desmarcándose los unos de los otros y con mensajes tibios enviados desde las patronales. Cada entidad se ha encargado de comunicar lo más importante de su propia marca por separado y siempre a horas claves.

Si Ana Botín se reduce el sueldo a la mitad, nadie más habla. Si BBVA se alía con Inditex, ningún competidor sale con un nuevo comunicado, al menos a la misma hora. Se trata de una lucha también desigual, pues no es lo mismo lo que pueden aportar gigantes como los que se han mencionado o lo que se pueden permitir entidades más pequeñas.

Las medidas

A pesar de ello, en la práctica se ha visto que las medidas que se han marcado todos los bancos son muy parecidas. Aunque es de reseñar el paso al frente que dio Santander con la reducción del sueldo de Ana Botín a la mitad y con la donación inicial de 25 millones de euros, así como con la revisión del dividendo, siguiendo las recomendaciones del Banco Central Europeo. A esto último se han unido Caixabank y Bankia. El resto de entidades aún no se han pronunciado. 

La entidad que preside Jordi Gual también hizo lo suyo con los pensionistas. Fueron los primeros en hacer ese llamamiento público para que los más mayores no salieran de sus casas. El banco decidió adelantar el ingreso de las pensiones cinco días para así poder llamar a todos los afectados y prevenir un desplazamiento masivo a las oficinas. BBVA se marcó otro tanto con los clientes particulares, poniéndolos en el foco de su estrategia, más allá de lo que exige el Estado. Y Bankia fue el primer banco en salir con las nuevas líneas de crédito, incluso antes que el Gobierno. El resto de entidades han seguido estas líneas y todas han decidido arrimar el hombro. Las cartas ya están encima de la mesa, ahora toca jugar la partida y ver quién la gana. 

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