Son bancos de mucha categoría y están dispuestos a financiar la ingente factura que requiere el 'resurgir' de la energía nuclear. Bank of America, Morgan Stanley o Goldman Sachs están entre los gigantes financieros que ya abogan abiertamente por construir nuevas centrales. A ellos se están uniendo por goteo otros gigantes: los tecnológicos. Multinacionales como Amazon o Microsoft son conscientes de que el filón de los centros de datos no será posible si no sobra energía, que además debe ser 'limpia'.
La nuclear satisface ambas necesidades. Por eso, la apuesta por las centrales vuelve a ganar protagonismo en el debate público. Hasta el momento, las compañías energéticas se han mantenido expectantes. En el caso español, empresas como Iberdrola, Naturgy o Endesa -propietarias de los reactores- se han limitado a desarrollar las fuentes que marcaba el Gobierno de turno, en un clima de creciente inseguridad regulatoria. De hecho, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta del Gobierno hasta 2030, acumula un notable retraso.
Esa 'actitud' frente a la nuclear no ha variado. Lo que sí ha cambiado considerablemente es la visión de las multinacionales que necesitan la energía y de quienes pueden financiarla. Los tres bancos de inversión estadounidenses mencionados apuestan desde otoño por la vuelta de la energía nuclear. A ellos se suman otros rivales como los británicos Citi, Barclays o Rothschild, o los franceses BNP Paribas o Société Générale. En total, son 14 entidades las que han mostrado públicamente su respaldo la construcción de nuevas centrales.
Todos desean subirse a una ola que ganó dimensiones en la COP28, la edición de la cumbre mundial del clima celebrada el pasado año en Dubai. En aquella cita, un grupo de 22 países se comprometieron a triplicar la potencia atómica instalada en el mundo de aquí a 2050. Entre ellos están potencias Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Ese respaldo político es la clave para que la banca de inversión haya decidido dar un paso al frente.
Por si había alguna duda, en la COP29, recién celebrada en Bakú, seis nuevos países se han unido al grupo. Suma ya 31 naciones y entre ellas no está España. Ni se la espera. El Gobierno de coalición se mantiene firme en su postura abiertamente anti nuclear. Ahora bien, las circunstancias van a dificultar cada vez más la estrategia de Moncloa.
El reto de Aagesen
La sucesora de Teresa Ribera en el Ministerio de Transición Ecológica, Sara Aagesen, se enfrenta a una difícil tesitura. De entrada, su antecesora en el cargo ha cambiado notablemente de posición desde que aterrizó en la Comisión Europea. En su examen para acceder al puesto de comisaria, Ribera se mostró partidaria de impulsar los denominados reactores modulares (SMR), una nueva tecnología nuclear que, según sus propias palabras, "aumentará la capacidad de producción e innovación de la UE".
No es la única ex vicepresidenta de Pedro Sánchez que ha cambiado de opinión. Desde la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño también ha mostrado su disposición a financiar las nuevas centrales. En una entrevista publicada en Financial Times, la ex vicepresidenta económica advirtió que la UE no podía "quedarse atrás" en la nueva carrera nuclear.
La presión crece en torno a Sara Aagesen, que debe tomar una decisión compleja durante su mandato: certificar el calendario de cierre de las plantas españolas, con Almaraz a la cabeza. La central nuclear cacereña ya está en tiempo de descuento, abocada al desmantelamiento a menos que Moncloa opte en el último momento por alargar los permisos.
Sobre la decisión de la ministra de Transición Ecológica pesará lo sucedido en el sistema eléctrico en los últimos días. La parada por mantenimiento de la central nuclear de Ascó, y el menor rendimiento de la eólica y la solar (por las condiciones climáticas) han tensionado el el mercado. La estrechez de la oferta de electricidad frente a la demanda obligó a Redeia a cortar el suministro a grandes industrias, con el fin de evitar un posible apagón en los hogares.
La advertencia de Jordi Sevilla
De los riesgos advirtió recientemente la consultora LLYC, en un amplio informe que lleva la firma de Jordi Sevilla. El economista y ex ministro socialista, que presidió también Red Eléctrica, lidera actualmente Contexto, la unidad de Inteligencia de la consultora. Potenciar la energía nuclear, a su juicio, "alinearía a España a la nueva política energética europea y mundial, manteniendo empleo y el conocimiento acumulado en el sector, reforzando nuestra lucha contra el cambio climático, reduciendo nuestra dependencia energética exterior y evitando riesgos innecesarios en algo tan esencial como el suministro eléctrico".
Sevilla recuerda, además, que "prescindir del parque nuclear en España dificultaría mucho que nuestro país pudiese alcanzar el ritmo de innovación necesario para poder desplegar estas soluciones de manera competitiva y vanguardista". El informe de LLYC señala las enormes oportunidades de que tiene nuestro país, si logra convertirse en una potencia energética, capaz de atraer la inversión de multinacionales. Por ejemplo, las tecnológicas estadounidenses, como Amazon o Microsoft, que ya están llegando a potentes acuerdos con gobiernos regionales (como el de Aragón).
Ese apetito inversor explica que hasta la Cámara de Comercio de Estados Unidos haya empezado a hacer lobby a favor de la energía nuclear. La organización acaba de publicar otro informe en el que aboga por impulsarla para las empresas tenga a su disposición energía más barata y más 'verde'. Otro factor de presión más para la ministra que debe firmar la clausura de los reactores españoles. "Si es necesario para Europa" -se pregunta Jordi Sevilla, citando a la comisaria Ribera-, "¿por qué no lo va a ser para España?"
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