La crisis ha hecho mucho por la cultura financiera de los españoles. Al menos eso opina Pau Montserrat, autor del libro La banca culpable. Hipotecas, cláusulas suelo, participaciones preferentes y deuda subordinada se han convertido en términos de uso común en una sociedad que busca adjudicar culpabilidades.
“Una sociedad democrática y moderna necesita y se merece bancos que hagan bien su trabajo”, afirma Montserrat sobre la comercialización de productos financieros en sucursales bancarias, un entorno que conoce desde dentro al haber trabajado como empleado de banca. “Antes de la crisis, el cliente confiaba en el director de ‘su banco’”, ahora sabemos que “todos son empleados y lo que hacen es cumplir con su trabajo. El culpable es el banco que le ha hecho vender cosas que no debería”.
El problema es que “la banca está enfocada al producto en lugar de al cliente”. “Así les va”, apostilla este economista balear, que cree que en España “la cultura financiera es aún muy pequeña” y tradicionalmente ha estado dominada por la creencia de que “el banco es un asesor”. “El cliente ya se ha dado cuenta de que no es de fiar y de que debe adquirir una cultura financiera mínima”.
El engaño de las preferentes
La venta de productos como las participaciones preferentes y la deuda subordinada son un ejemplo de esas ‘cosas’ que no deberían haber vendido las sucursales bancarias de manera masiva. Montserrat, que además dirige el portal financiero iAhorro, distingue tres variables en cualquier producto: liquidez, seguridad y rentabilidad. “En las oficinas no se explicó la liquidez”, que en el caso de las preferentes y la deuda subordinada es muy baja porque el tenedor no puede disponer del dinero invertido.
Además de la liquidez, hay otro problema: “ese producto se vendió de manera engañosa o, como mínimo, sin la información adecuada”, incluso con la obligatoriedad de rellenar un test por parte del comprador. “El vendedor rellena el test de un cliente que no tiene la capacidad de entender qué se le pregunta”.
Ahora la normativa exige que se adjunte al contrato un escrito del puño y letra del cliente en el que asegure que ha sido debidamente informado y que acepta los riesgos, como ocurre con las cláusulas suelo hipotecarias. Para Montserrat, “la nueva normativa pone en evidencia que el sistema no funciona” y cree que es una prueba más de que “en banca somos un país tercermundista”.
Tampoco considera que funcione el proceso de arbitraje que han abierto algunas entidades para los afectados por este tipo de productos. “Es un sistema totalmente perverso, además de una gran injusticia”, que califica como “el mayor escándalo financiero de la época moderna con diferencia” y al que achaca falta de transparencia, al corresponder muchas veces a auditoras que guardan una estrecha relación con las entidades.
Precisamente este jueves el autor de La banca culpable (que no “la banca, culpable”, matiza) participó en la mesa redonda Una solución a las preferentes, organizada por Aula de Finanzas. Este encuentro contó además con la participación de la abogada Aina Castillo, el economista Alberto Ferreyra y los analistas financieros Luis García Langa y Luis García Sánchez. El papel de Montserrat en este foro fue “dejar bien claro por qué es un engaño la venta de preferentes”. En este punto pide además “que el que ha sido engañado no sea doblemente engañado, primero con la venta y después culpándole de su ignorancia”.
Montserrat apuesta por “aceptar que existe responsabilidad compartida por todos” aunque “los culpables, en muchos casos, concretamente las cajas, son los partidos, sindicatos y patronal. ¿Realmente alguien se cree que se va a juzgar a toda esta gente?”. Desde dentro del sector, "lo que más sorprende a uno cuando está en banca es lo chapuza que es el sistema".
El oligopolio bancario
Desde el punto de vista de Montserrat, la banca es un oligopolio. “No hay una competencia y además el regulador, el Banco de España, no vela por que exista”. Sólo así se explica que los bancos hayan sobrevivido -- algunos mejor que otros -- centrándose más en el producto que en el cliente. Para este experto, hay tres circunstancias que han favorecido especialmente a las entidades: la falta de competencia, el reducido tamaño del sector (cada vez menor, por la fusión de entidades) y la obligatoriedad de utilizar este tipo de servicios.
“Ahora la gente se interesa y empieza a cuestionarse y a comparar. Eso introduce competitividad en el mercado”. Este experto en finanzas cree que “ahora las cosas están cambiando”. “Las nuevas generaciones son muy beligerantes”. Preguntado sobre hacia dónde irá ese cambio, vaticina que “cada vez habrá menos oficinas a pie de calle”, fundamentalmente por el aumento de uso de la banca on-line para pequeñas operaciones, mientras que las sucursales “al final van a quedar como un punto de asesoramiento de productos más complejos”.
“Las entidades con menos presencia on-line lo van a notar más”, en una batalla por conseguir clientes en la que “se van a beneficiar las entidades que hacen cosas distintas, como la banca ética o competir en precios”. En este punto, denuncia que “hay empresas que no quieren entrar en los comparadores de precios. “Los más transparentes se llevarán al final al cliente”.
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