Banco Popular va a quemar todas sus naves antes de que se resuelva su futuro. La entidad presidida por Emilio Saracho ha puesto en marcha un plan exprés de venta de activos problemáticos, en el que una de las principales piezas es la venta de la mayor cartera inmobiliaria que se saca al mercado en España desde 2015. Se trata de una cartera de inmuebles que está diseñando KPMG con un valor inicial de entre 1.500 y 2.000 millones de euros, según fuentes financieras consultadas por Vozpópuli. Este es parte del plan que la entidad presenta este martes al BCE, para recuperar la confianza de los reguladores. Ni Popular ni KPMG hicieron comentarios al respecto.
Junto a esta cartera, Saracho lleva días reuniéndose con bancos de inversión para ver cómo acelera el desagüe de activos problemáticos. Así, en esta misma línea encaja el mandato firmado con Deutsche Bank, que ya fue asesor de la entidad en el fallido Proyecto Sunrise, para crear un banco malo cotizado cuando todavía era presidente Ángel Ron.
La venta de activos problemáticos es clave para Banco Popular sea cual sea su futuro. El elevado peso de estos activos (valorados en 37.000 millones) es el origen de los problemas de esta entidad, al que se ha sumado en los últimos meses el capital, la liquidez y el riesgo de demandas. Pero como comenta un banquero consultado por este medio, sin el problema de los activos tóxicos el resto no hubiera surgido.
Por ello, la entidad tiene la necesidad de acelerar cuanto antes la venta de los 36.800 millones que tiene en activos tóxicos. Sobre todo en adjudicados, que son los que tienen una menor cobertura (38,5%) y preocupan al mercado y sus potenciales compradores. Para situar el nivel de provisiones de sus inmuebles en un entorno similar al de BBVA y Santander, Popular necesitaría unos 1.500-2.000 millones.
En el foco de los fondos
Con carteras como en la que asesora KPMG, Banco Popular reduciría parte de este problema. Aun así, fuentes financieras consultadas dudan que el futuro a corto plazo de la entidad vaya a depender de operaciones como ésta, salvo el complicado escenario de que se siga el plan B de la ampliación de capital. Más bien, añaden, es una forma de adelantar trabajo sea cual se la solución.
En este sentido, los bancos que están estudiando presentar una oferta por Banco Popular han tenido contactos en las últimas semanas con fondos oportunistas y bancos de inversión para repartirse la entidad española: el banco bueno para Santander, BBVA o Bankia y los activos problemáticos para el inversor extranjero.
La cartera que prepara KPMG será la cuarta mayor de la historia en España, tras los proyectos Hércules, Octopus y Big Bang
La clave para acelerar el desagüe inmobiliario está en qué precios puede asumir Popular según sus provisiones. A día de hoy, los adjudicados están contabilizados en su balance a un 60% del valor inicial, muy por encima de los valores que exigen los fondos oportunistas, más cercanos al 30-40%. Por ello, frente a las provisiones de 2.000 millones que faltarían inicialmente, a precio de fondos estas dotaciones se irían hasta los 7.000 millones.
La cartera que prepara Popular supone una de las mayores que hay actualmente en Europa y la cuarta mayor que se pone en mercado en España en toda la historia, por detrás del Proyecto Hércules, los 6.400 millones en hipotecas problemáticas de Catalunya Banc que se quedó Blackstone; el Proyecto Octopus, con 4.500 millones en créditos de Eurohypo que se quedaron Lone Star y JPMorgan; y el Proyecto Big Bang, con el que Bankia quiso traspasar, sin éxito, la mayor parte de sus adjudicados, para lo que negoció hasta el final con Cerberus.
Los dos principales favoritos para hacerse con esta cartera son Blackstone y Apollo, los dos fondos que han ido comprando hasta ahora carteras de Popular, aunque de menor tamaño, de unos 400-500 millones. La entidad tiene otro proceso actualmente en marcha, de 500 millones, que lleva Irea, y en el que compiten Oaktree, Apollo, Bank of America y Bain Capital.
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