Hace unos días, el Banco de España constató que la velocidad de traslación de los incrementos del coste de las materias primas, la energía y otros factores de producción comunes a todas las actividades económicas al precio medio de la cesta de la compra o de los servicios básicos era mucho más rápida en sentido ascendente que descendente. Nada nuevo.
La misma pregunta se formulan los millones de españoles que tienen sus ahorros en el sistema financiero español. ¿Por qué los tipos de interés de los depósitos a plazo no suben a la misma velocidad a la que han subido los tipos de los créditos y préstamos a las familias?
La respuesta es siempre una incógnita, pero los hechos son incontestables. Con los últimos datos publicados por el Banco de España, en febrero, el tipo sintético de interés de las nuevas operaciones de crédito realizadas por las entidades bancarias ascendió al 4,53%, y el de los depósitos, al 0,19%, por lo que el diferencial se situó en 434 puntos básicos, el 4,34%, el nivel más alto desde que el euro es la moneda común de los principales países de la Unión Europea.
El tipo de interés sintético recoge la media de los tipos de interés de las nuevas operaciones ponderados por los saldos en euros recogidos en balance para cada uno de los instrumentos financieros de hogares (préstamos hipotecarios y de consumo), de las empresas (créditos de hasta un millón de euros y de más de un millón) y los depósitos (cuentas corrientes, a plazo y cesiones temporales).
Lo más cerca que se ha estado de esos 434 puntos básicos de diferencia) ha sido en 2003, cuatro años después de la adopción del euro como moneda de los once países fundadores de la UEM. Entonces, en el mes de enero, el coste medio del crédito fue del 4,86% (algo inferior al actual) y la remuneración de los depósitos, el 1,58%, con un diferencial de 328 puntos básicos. El precio oficial del dinero del Banco Central Europeo (BCE) estaba en el 4,25%, 125 puntos básicos más que en febrero de este año. El diferencial más bajo se dio en enero de 2011, con 205 puntos básicos, con los créditos al 3,64% y el tipo de interés del BCE en el 1%.
El Banco de España ha reconocido que la “traslación de las subidas del precio oficial del dinero por parte del BCE al coste de las nuevas operaciones bancarias está siendo en España algo más lenta que en otros episodios de endurecimiento de la política monetaria anterior, y también más lento que en otras economías de la UEM”.
De eso no cabe la menor duda, al menos en lo que concierne a los créditos y préstamos a familias y sociedades no financieras. En junio de 2022, cuando todavía el BCE no había realizado ningún movimiento al alza del precio oficial del dinero, el diferencial de tipos de activos y de pasivo era de 205 puntos básicos: un tipo medio del crédito del 2,08% y una remuneración de los depósitos del 0,03%.
Los tipos de interés de los créditos se han más que duplicado en los últimos ocho meses, siguiendo el cambio de rumbo de la política monetaria del BCE. En julio, coincidiendo con la primera elevación del precio oficial del dinero (del 0% al 0,50%), el tipo medio de los créditos subió al 2,37%. En septiembre, con la segunda subida (hasta el 1,25%), el coste de los préstamos pasó al 2,88%; en noviembre, con la tercera, (hasta el 2%), pedir dinero al banco costaba como media ya el 3,65% y en diciembre, con la cuarta (hasta el 2,5%), el 3,86%.
En lo que va transcurrido de 2023, el BCE ha movido ficha en otras dos ocasiones: en febrero y en marzo, en ambas, aumentando en 50 puntos básicos (0,5%), dejando el precio del dinero en la Eurozona en el 3,5%. En febrero, último dato publicado por el Banco de España, el coste medio de los créditos está ya en el 4,53%.
La institución monetaria española que preside Pablo Hernández de Cos no oculta su preocupación por el impacto del repunte de los tipos de interés en el coste medio de la deuda privada que, en sus pronósticos, se acentuará en los próximos meses. Máxime, si se le añade la certeza de que las entidades bancarias están endureciendo los criterios de aprobación de los préstamos como suele ser habitual en épocas de restricción del dinero.
En el lado de los depósitos la evolución del diferencial ha sido prácticamente inapreciable. Es cierto que pasar del 0,03% con el que se remuneraban como media en junio del pasado año al actual 0,19% supone un incremento porcentual relativo del 533,33%, pero entre recibir 3 euros por cada 10.000 euros depositados en el banco a recibir 19 euros, no hay tanta diferencia. Básicamente porque sólo el 6,66% del ahorro de las familias está en depósitos bancarios; el 93,34%, permanece en cuentas corrientes.
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