Banco Popular tiene un gran obstáculo que superar si quiere tener éxito con la operación a la que está confiando su futuro en solitario: el Proyecto Sunrise. Tanto el Banco de España como el Banco Central Europeo (BCE) están poniendo pegas a esta operación, con la que el banco presidido por Ángel Ron quiere sacar 6.000 millones de euros en ladrillo de su balance. Algo determinante para que los inversores confíen de una vez por todas en el plan estratégico presentado por Ron en la ampliación de capital de junio.
La clave de las reticencias de los reguladores está en cómo se va a financiar la nueva sociedad, y en concreto, en la deuda subordinada. Tal y como está estructurado el proyecto a día de hoy, Popular quiere que el 30% de la financiación sea a través de bonos híbridos suscritos por el propio banco. Pero los reguladores quieren que este porcentaje sea "sustancialmente menor", según fuentes de bancos de negocios consultadas por Vozpópuli.
La letra pequeña en esta operación es clave. El Proyecto Sunrise contará con unos 4.000 millones en activos a valor neto (6.000 millones según la tasación actual). La sociedad debe contar con un pasivo similar. El plan es captar deuda senior (de más calidad) por valor de 2.200 millones, para los que el banco ya habría llegado a preacuerdos con cinco bancos de inversión: Citigroup, Deutsche Bank, Credit Suisse, Morgan Stanley y JPMorgan; y, dos fondos: Apollo y Cerberus, según ABC. Para completar la estructura, Popular suscribiría unos 1.400 millones en deuda subordinada (de peor calidad). Y el capital de la sociedad se lo quedarían los actuales accionistas, vía escisión de sus títulos en bolsa. Es decir, cada accionista pasará a tener el próximo año dos tipos de títulos: uno del banco y otro de la inmobiliaria.
Ron mantendrá reuniones clave al más alto nivel con BCE y Banco de España en las primeras semanas de diciembre sobre el banco malo
El problema reside en que los supervisores creen que con esta organización Popular no está realmente perdiendo el control de la sociedad, ya que de incurrir en pérdidas habría que canjear deuda por capital y se convertirían de nuevo en accionistas.
Para rizar el rizo, las exigencias del Banco de España y el BCE pueden complicar en gran medida el éxito de Proyecto Sunrise. Con menos deuda subordinada suscrita por parte de Popular, el banco tendría dos opciones: encontrar otro inversor que quisiera entrar en este tramo de la financiación o elevar el tramo senior. Cualquiera de las dos opciones encarecería el pasivo de la sociedad inmobiliaria.
Dudas
"Sunrise no puede nacer con unos excesivos costes de financiación, ya que la sociedad tiene un tope de ingresos previstos para cubrir el pago de intereses. Cualquier exceso haría el Proyecto Sunrise inviable de partida", explican desde un banco de inversión involucrado en la operación.
Precisamente por ello es por lo que Ángel Ron negocia con los fondos Värde Partners y Kennedy Wilson la recompra de Aliseda, la plataforma de gestión de los inmuebles y la deuda del grupo. Volver a controlar al 100% esta firma supondría una inyección de ingresos y comisiones a Sunrise que podría soportar el proyecto.
Los reguladores quieren que las subordinadas representen mucho menos de un 30% de la financiación de la sociedad inmobiliaria
Según las fuentes financieras consultadas, Popular tiene varias pruebas de fuego durante las dos primeras semanas de diciembre, en las que tendrá reuniones al más alto nivel con el BCE y el Banco de España para tratar el futuro del Proyecto Sunrise.
Mientras se aclara este tira y afloja, la acción de Popular acumula pérdidas del 70% este año en bolsa, a pesar de que ayer registró una remontada del 6%, apoyada en parte por las informaciones optimistas sobre Sunrise. La entidad arrancó el año con una capitalización de 6.500 millones, y ayer era de 3.571 millones tras haber captado 2.500 millones en junio.
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