Llega la hora de verdad en el juicio de las tarjetas black. A partir del lunes, acusaciones y defensas ponen todas sus cartas sobre la mesa para exponer sus conclusiones sobre el proceso, que arrancó en septiembre. Las defensas de los acusados son optimistas debido a la última victoria lograda en el proceso: demostrar que algunas de las tarjetas investigadas de consejeros procedían de la época de Jaime Terceiro, que los límites eran superiores a lo que se había dicho y que estos tenían un PIN para sacar dinero de los cajeros.
Pero es una victoria por plasmar en el campo. Según fuentes próximas a la Fiscalía Anticorrupción este hecho no cambia en absoluto la fotografía, por lo que el fiscal encargado del caso, Alejandro Luzón, mantendrá su tesis de acusación con petición de penas de cárcel para la mayor parte de los acusados.
Explican que si bien es cierto que se ha probado que había tarjetas con Terceiro, no hay documentación en profundidad que demuestre que eran irregulares. Argumentan que el control era mucho mayor durante la presidencia del antecesor de Miguel Blesa y los importes gastados mucho menores.
Añaden que aunque las defensas tuvieran razón y hubiera unas tarjetas black iguales o peores a las de Blesa con Terceiro, estaría ya prescrito y eso no exime de responsabilidad a sus sucesores. “Es como si [Rodrigo] Rato pudiera alegar que él no es responsable porque las tarjetas venían de Blesa”, apuntan desde el entorno de la Fiscalía. De hecho, ambos presidentes de Caja Madrid (Rato también de Bankia) usaron durante años el sistema de tarjetas opacas para retribuir a consejeros y directivos, sin aprobación expresa y sin que figurara en ningún documento antes los mercados o reguladores.
Dos versiones
Los acusados alegan que sí había aprobación, en la época de Terceiro. Pero lo que contienen las actas de 1988 es confuso a ese respecto, ya que apunta a gastos de representación, sin especificar en ningún momento que pudieran usarse estas tarjetas a discreción de los consejeros. También es cierto que las actas hablan de “compensar esfuerzos” de los miembros de los órganos de gobierno.
Sea como sea, el fiscal va a intentar desviar la atención de estos hechos para él irrelevantes y centrar su exposición en cómo tanto Blesa como Rato repartieron 15 millones entre la cúpula de forma opaca e irregular. También lo harán el resto de acusaciones.
Para Anticorrupción, hubiera o no hubiera tarjetas opacas antes de Blesa, el sistema sigue siendo igual de irregular
El miércoles y el viernes llegará el turno de las defensas. Al igual que han venido haciendo durante el juicio, se aferrarán a que las tarjetas eran transparentes, legales y conocidas. Un método de remuneración como otro cualquiera. Y sobre todo que éstas venían de la época de Terceiro, para todo menos para gastos de representación, y con límites de 90.000 euros mensuales y no 150 euros como dijo el expresidente.
También alegarán que los datos con los que le han acusado, los famosos Excel de Bankia, contienen errores y no valen como prueba para tenerles en el banquillo, y mucho menos para condenarles. La suerte está echada y ya solo quedan pequeños ajustes de estrategia para que cada jugador gane la batalla.
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