La llave de las fusiones de la banca será a partir de enero de Mariano Herrera, director de Supervisión del Banco de España. Ya tenía una mano sobre las riendas del sector financiero, pero la salida de Fernando Restoy el próximo mes da más poder a este ejecutivo del regulador, un histórico que lleva en la institución desde 1984 y que pilotó los primeros pasos del Frob, el fondo público encargado del rescate de las cajas.
Frente a Restoy, un número dos del Banco de España que se implicó al máximo en todo lo referente a Supervisión, el nuevo subgobernador interino (hasta junio de 2018), Javier Alonso, tiene un perfil completamente distinto. Desde que llegó al regulador, en 1977, siempre ha estado en tareas vinculadas Operaciones, Mercados y Sistemas de Pagos, nunca a Supervisión. Pero su relación con Herrera es muy buena, por lo que se apoyará en el director general hasta que vaya cogiendo más las riendas.
Entre los dos tendrán que lidiar con uno de los mayores dolores de cabeza del regulador en los últimos años: Banco Popular. Salvo solución acelerada de aquí a enero, todo apunta a que la resolución de los problemas de esta entidad se aparcará hasta el próximo año, cuando asuma la presidencia Emilio Saracho. El hasta ahora vicepresidente mundial de JPMorgan tiene el reto de devolver la tranquilidad a los mercados con un saneamiento acelerado de los activos inmobiliarios que, según banqueros de inversión, derivará en dos escenarios: una ampliación de capital o una fusión.
Por el camino, también estará sobre la mesa del nuevo subgobernador el futuro de BMN. Aunque sea el Frob quien está pilotando este proceso, la fusión de la entidad presidida por Carlos Egea con Bankia (lo que todo el mercado cree que ocurrirá) u otro grupo español tendrá que contar con el beneplácito del regulador.
Herrera toma más poder en un momento clave para el sector, con la crisis de Popular en su máximo apogeo y la posible fusión Bankia-BMN en marcha
Por si fuera poco, el próximo año vence el plazo para que dos grandes grupos de cajas como Unicaja Banco e Ibercaja Banco devuelvan las ayudas públicas recibidas de forma indirecta (por Ceiss y Caja 3, respectivamente). La entidad malagueña tiene sobre la mesa una posible salida a bolsa a comienzos de 2017, si los mercados acompañan, y la aragonesa parece que va a optar por devolver sus ayudas a través de recursos propios.
No sólo eso. El próximo año se conocerán los detalles del temido MREL. Se trata del colchón anticrisis que Europa exige que tengan todas las entidades del Viejo Continente. Con él, los reguladores quieren evitar que la próxima crisis vuelva a implicar una factura a costa del contribuyente. Pero dicho colchón tendrá un coste elevadísimo para el sector, que podría activar de una vez por todas la segunda ronda de fusiones.
Coste extra
Restoy abordó este asunto la semana pasada en una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid. Como consecuencia del MREL, explicó que las entidades tendrán que emitir deuda como por un 8% de sus activos. Será como elevar su ratio de capital del 12% actual al 20%: "Suponiendo, de modo algo optimista en el momento actual, que el coste de emisión no fuera superior a la rentabilidad del capital (ROE), el gasto financiero adicional que supondría el cumplimiento del nuevo requisito de MREL alcanzaría casi la mitad de sus beneficios después de impuestos".
No se espera un papel de Alonso como el de Restoy en supervisión, pero sí más capacidad de negociación en Frankfurt
Por ello, el subgobernador da la receta a su sucesor: "Esta nueva normativa, por lo tanto, contribuye a reforzar la percepción de un exceso de capacidad en el sector y, previsiblemente, contribuirá a promover un cambio en la estructura de la industria que lo corrija mediante procesos de consolidación del que emerjan entidades más capaces de cumplir con suficiente holgura las nuevas exigencias", expuso.
Toda una declaración de intenciones para lo que tienen por delante Herrera y Alonso. Aunque el nuevo subgobernador no tenga de momento la experiencia en Supervisión necesaria, aportará dos herramientas clave: soltura a nivel internacional, clave en un momento en el que el BCE tiene la última palabra de lo que ocurra con los bancos españoles (él habla alemán); y un conocimiento a fondo del Banco de España como pocos, también esencial ante la guerra interna con la Asociación de Inspectores.