Banca

Unicaja calienta su salida a bolsa con un ‘road show’ por Nueva York y Londres

La entidad malagueña se vio en enero con grandes inversores de Wall Street y la City londinense para ir dándose a conocer antes de su salida a bolsa, prevista para este año. El objetivo es colocarse en un rango de valoración entre la de Liberbank y la de Sabadell, aprovechando algún buen momento de mercado.

Unicaja Banco trabaja para darse a conocer más allá de nuestras fronteras. La entidad malagueña acaba de concluir un mini road show (presentación ante inversores) en Nueva York y Londres. Es una primera toma de contacto para apreciar el interés del mercado por su salida a bolsa, que intentará en algún momento de los próximos meses.

Representaron a Unicaja su consejero delegado, Enrique Sánchez del Villar, y su director financiero, Pablo González Martín. Acudieron de la mano de los asesores ya contratados: Rothschild, UBS, BBVA, Citigroup y Morgan Stanley. Se reunieron con varias decenas de grandes fondos internacionales, que quisieron conocer de primera mano detalles sobre la salud del balance de Unicaja y las perspectivas de su cuenta de resultados.

De cara a este mini road show, Unicaja y sus asesores prepararon una presentación corporativa en inglés que el grupo malagueño puso a disposición de la CNMV el pasado 24 de enero.

Todavía no hay fecha fijada para la salida a bolsa, ya que Unicaja logró su objetivo de extender el plazo por parte de Bruselas, tal y como adelantó este medio. Por ello, el grupo presidido por Manuel Azuaga, en el que Braulio Medel opina ahora a través de la Fundación, espera con paciencia a un buen momento de mercado antes de lanzarse de lleno a la bolsa. El objetivo es captar entre 600 y 900 millones de euros y situarse con una valoración entre la de Liberbank y Banco Sabadell. A día de hoy eso le situaría entre 0,3-0,4 veces su valor en libros (de Liberbank) y 0,7 veces (de Sabadell). Aunque en Unicaja son más ambiciosos.

Partida clave

Para Unicaja, esta operación es clave por tres motivos: porque se comprometió a ello durante la adquisición de Banco Ceiss en 2013, como vía para dar liquidez a los antiguos preferentistas de la entidad castellano-leonesa; porque necesita capital para devolver los 604 millones en ayudas públicas de Ceiss, por los que responde todo el grupo a partir del próximo mes; y porque el principal accionista, la Fundación Unicaja, tiene que reducir su participación del 86,7% actual por debajo del 50% en los próximos años para cumplir la Ley de Cajas.

Para ello, Unicaja quiere venderse como una baza bancaria de aprovechar la recuperación económica española. No lo tiene fácil, ya que ya hay ocho entidades españolas cotizando en bolsa (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankia, Popular, Bankinter y Liberbank), de las que la mayoría tiene casi todo su negocio en España y, como mucho, Portugal. Además, puede surgir competencia inesperada, como Ibercaja, que también planea salir a bolsa en los próximos años.

Unicaja vendió ante los grandes fondos su cuota de mercado en Castilla y León y Andalucía y su baja exposición al ladrillo

Unicaja Banco cuenta con una cuota de mercado del 16-23% en Castilla y León y del 10-15% en Andalucía. Uno de los atractivos que venden a los inversores es su baja exposición al ladrillo, con menos de 1.200 millones en adjudicados y apenas un 4% de su cartera de créditos en promotores, por valor de 4.600 millones. Así, Unicaja fue de las entidades que esquivó el frenesí inmobiliario de otros competidores y Banco Ceiss, que sí que entró en la burbuja del ladrillo, traspasó gran parte de sus activos a Sareb. Con ello, la ratio de cobertura del grupo es de las más altas del sector, en el 56%.

Otro de los aspectos que Unicaja está vendiendo a los fondos extranjeros es la captura de sinergias con Banco Ceiss, de cuya fusión sólo ha aprovechado de momento el 55% de los ahorros a los que aspira, que en total ascienden a 156 millones.

Unicaja ganó el año pasado 142 millones de euros, un 24% menos tras la provisión que tuvo que realizar por las cláusulas suelo. Sin ella, el beneficio del grupo habría aumentado un 25% y la rentabilidad sobre fondos propios (ROE) se habría situado en el 8%.

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