Fue una llamada telefónica breve, pero intensa y premonitoria. A un lado Ángel Ron, entonces presidente de Banco Popular. Al otro Antonio Del Valle, accionista mexicano de la entidad, con un 4,3% del capital, junto a otras familias del país azteca. Se produjo a mediados del año pasado y el motivo fue la negativa del primero a propiciar una fusión de Popular con Banco Sabadell y, más tarde, la negativa a permitir a los mexicanos elevar su participación en la ampliación de capital de junio de 2016.
Del Valle había estado liderando las negociaciones de la mano de otros dos inversores latinoamericanos de Banco Sabadell: el mexicano David Martínez y el colombiano Jaime Gilinski. Ron consideró que no se daban las circunstancias ni el precio para la fusión, en la que Del Valle quería que Popular liderara la operación.
Frustrado por la negativa del presidente, el inversor mexicano lanzó una amenaza: “Yo seré más pobre, pero tú no vas a aguantar la presión de la acción y de los medios”, según distintas fuentes consultadas por este medio. Y este vaticinio se cumplió al 100%.
Durante los meses siguientes, la acción de Popular agudizó su caída llegando a niveles de mínimos históricos, propiciado por la llegada de cada vez más inversores bajistas (hedge fund). Dentro de Popular y su entorno ha habido sospechas e investigaciones del origen de estas posiciones cortas, que se ha llegado a asociar al inversor mexicano, sin ninguna prueba.
Presión mediática
De hecho, las posiciones cortas siguen en máximos históricos tras la marcha de Ron y la llegada de Emilio Saracho. Fuentes financieras consultadas esbozan dos teorías sobre ello: la primera, que efectivamente Del Valle no tenía nada que ver con la presión bajista mientras estaba Ron; y la segunda que le interesa que la acción esté baja para que haya una operación corporativa.
En medio del ataque de los inversores bajistas se cumplió la segunda mitad de la sentencia de Del Valle. Las diferencias en el consejo de administración fueron destapadas por los medios de comunicación a finales de noviembre, poniendo el foco sobre Ron.
Reyes Calderón se plantó en el Banco de España diciendo que había consenso para relevar a Ron, y éste lo negó en dos ocasiones
Del Valle contaba para ello con el apoyo de la consejera independiente Reyes Calderón. Su papel fue clave, porque en medio de la batalla del consejo, las críticas en la prensa y el derrumbe de la acción, acudió al Banco de España para comunicar a Supervisión (distintas fuentes señalan que se reunió con el subgobernador, entonces Fernando Restoy) que el consejo ya estaba de acuerdo en relevar a Ron, por Saracho.
Ron negó hasta en dos ocasiones que hubiera dicho consenso en el consejo de administración. Pero a la tercera dio su brazo a torcer y aceptó su renuncia. Fue entonces cuando la entidad se vio obligada a publicar un comunicado en la CNMV haciendo oficial que Saracho era el relevo, pero que todavía no estaba cerrado el contrato. Esto dio un cheque en blanco al hasta entonces banquero de inversión de JPMorgan para negociar su contrato en condiciones de ventaja. Consiguió, entre otras cosas, una prima de fichaje de 4 millones y que Popular se encargara de su mudanza desde Londres.
Tras todo ello, la clave del futuro de la entidad pasa por la junta de este lunes, en la que el nuevo presidente se tendrá que enfrentar a unos accionistas cada vez más descontentos, sobre todo tras el cambio en las cuentas anunciado el pasado lunes, y dar una orientación de cuál va a ser su estrategia: vender activos para intentar sobrevivir en solitario; vender activos para buscar una fusión; o buscar directamente una operación corporativa.
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