El popular proverbio “a la chita callando” tiene su origen más razonado en un antiguo juego que practicaban los muchachos, denominado “la chita”, que según los más ortodoxos historiadores consistía en clavar en el suelo un hueso de carnero y tratar de derribarlo utilizando piedras o tejos. Al tratarse de un juego en el que se cruzaban apuestas, se practicaba a escondidas, para evitar las reprimendas de los más mayores y la intervención de las autoridades. Por eso, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define el adverbio “chiticallando” en su primera acepción como “hacer algo calladamente y con disimulo”.
La alusión viene a cuento de lo que está sucediendo en las instituciones financieras españolas con el ahorro. Ninguna entidad financiera presume de haber iniciado una “guerra del pasivo” para captar dinero de los ciudadanos. Ni mucho menos. Tampoco de estar ralentizando el traslado de los tipos de interés oficiales (tras nueve subidas consecutivas del precio del dinero) a la remuneración del pasivo, como reacción al impuesto especial del gobierno de Pedro Sánchez sobre los beneficios extraordinarios de la banca derivados de la nueva política del Banco Central Europeo y de la inflación, como señalaba Vozpópuli en su edición del pasado martes.
Sea lo sea, lo que parece claro es que el dinero está allegando a los depósitos a plazo de los bancos en los últimos meses, como nunca había sucedido en los últimos años y sin que las entidades financieras hayan realizado el menor esfuerzo. Sin publicidad agresiva, sin grandes declaraciones, a la chita callando, en definitiva, el saldo vivo de los depósitos bancarios a plazo se ha incrementado un 31,81% entre diciembre del pasado año y junio de este, de acuerdo con los últimos datos publicados por el Banco de España a costa de las cuentas corrientes.
A cierre de junio, el saldo vivo de los depósitos bancarios ascendía a 85.890 millones de euros, 20.728 millones más que al finalizar 2022, cuando se situaba en 65.162 millones. Si la comparación se efectúa en términos interanuales, el aumento es de 18.295 millones, un 27,06%, algo inferior, toda vez que el Banco Central Europeo no había movido aún ficha en junio y mantenía su acomodaticia política monetaria y los tipos de interés oficiales en el 0% desde marzo de 2016. Hubo que esperar un mes para que aprobara su primera subida de tipos en muchos años. Ahora, parece que le ha cogido el gusto a la inestabilidad controlada y acaba de acordar su noveno movimiento al alza.
Según los datos más recientes recogidos por el Banco de España, en el pasado mes de junio, los depósitos a plazo de las entidades bancarias españolas captaron 12.879 millones de euros, casi cinco veces más que los 2.666 millones recogidos doce meses antes. Es un 383% de crecimiento, por encima, incluso, del registrado en mayo (+311,5%) y, por supuesto, la cifra más alta en lo que va transcurrido de año. Habría que remontarse a enero de 2019, antes de la pandemia, para encontrar una cantidad mensual superior.
Lenta subida de los depósitos
Aunque los bancos españoles no están realizando ningún esfuerzo para remunerar mejor el ahorro, lo cierto es que, poco a poco, de una forma sigilosa, el tipo de interés de los depósitos a plazo ha pasado del 0,11% con el que se remuneraban en el mes de junio de 2022, al 2,21%, según los últimos datos ofrecidos por el Banco de España, correspondientes a la primera mitad del año. No es lo que en justicia le correspondería recibir al ahorro, pero cuando no se necesita tener dinero (como es el caso de los bancos españoles), las ofertas atractivas brillan por su ausencia.
El tipo medio ponderado del 2,11% está muy lejos de lo que cobran los bancos por un préstamo para la compra de una vivienda o del interés al que se conceden los créditos al consumo. El tipo medio al que se concedieron en junio los préstamos para la compra de una vivienda fue del 3,75%, cuando en junio de 2022 era del 1,697%. Se acerca más al precio oficial del dinero (el 4,25% en la actualidad, tras la última subida del BCE), que los tipos de los depósitos que están aproximadamente a la mitad.
Queda mucho camino aún por recorrer para los bancos y el tipo actual del 2,11% será historia en unos pocos meses. Porque la mejoría paulatina de la remuneración del ahorro se ha dejado sentir en las nuevas operaciones cada mes. En enero, el dinero nuevo que entró en los depósitos bancarios fue un 2,11% superior al del mismo mes de 2022. Inapreciable. Pero, entonces, el BCE no había llevado a cabo su primera subida de tipos de esta “nueva temporada”.
En febrero, el incremento llegó al 20,72%; en marzo, las nuevas operaciones se duplicaron (+115%); en abril, se triplicaron (+210%) y en los dos últimos meses (mayo y junio) se cuadruplicaron y quintuplicaron, respectivamente.
Es, pues, cuestión de tiempo y de oportunidad. En los meses de mayo y junio, el dinero ha llegado a los depósitos a plazo ha sido superior al de la toda la primera mitad de 2022: 23.740 millones de euros, frente a 23.046 del primer semestre del pasado año.