A lo largo de todo el año 2023, el Banco Central Europeo (BCE) insistió en la necesidad de que las entidades financieras españolas trasladasen también a los depósitos de sus clientes la subida de tipos de interés que la institución que preside Christine Lagarde inició en el verano de 2022, después de seis años con el precio del dinero estancado en el 0%.
En más de una ocasión, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ha asegurado que la institución sube los tipos de interés oficiales para afectar a los rendimientos de los activos y los pasivos de las entidades financieras. Casi con carácter inmediato, los bancos españoles subieron el coste de los créditos a medida que el BCE anunciaba un endurecimiento de las condiciones de financiación.
Sin embargo, la traslación de la nueva política monetaria del banco europeo no se trasladó ni se ha trasladado con la misma rapidez a la remuneración de los depósitos. Seguramente, porque el propio BCE se encargó durante los años 2020 y 2021, de inundar el mercado de dinero para que la pandemia no paralizase la actividad económica. Con exceso de liquidez para qué van a pagar dinero los bancos para su financiación.
El mismo Banco de España ha indicado recientemente que la banca española trasladó el pasado año la subida de tipos (desde el 0% vigente hasta julio de 2002 al 4,5% de la última variación en septiembre de 2023) en un 57% al coste de los créditos y préstamos, pero apenas en un 7,5% por el lado de la remuneración de los depósitos a la vista y a plazo.
No se trata solo de apreciaciones subjetivas de los clientes. Las estadísticas del propio Banco de España lo dejan claro: mientras el precio oficial del dinero se ha incrementado en diez ocasiones desde el cambio de rumbo de la política monetaria, con un incremento de 450 puntos básicos (del 0% al 4,5% actual), la remuneración de los depósitos a plazo de las familias ha pasado del 0,106% en junio de 2022 al 2,384% en febrero pasado, apenas 228 puntos básicos, y las cuentas corrientes, del 0,015% al 0,175%. En el caso de las empresas, los bancos han sido algo más generosos: los depósitos a plazo se pagan al 3,159% (0,329% en junio de 2022) y las cuentas corrientes, al 0,718% (0,027% antes).
Con estos datos extraídos del Banco de España, se podría pensar que a los bancos les ha salido muy barato el brusco giro de la política monetaria del BCE. Paro no ha sido así. Las entidades de depósito abonaron a sus clientes (administraciones públicas, hogares, empresas y sectores no residentes) un total de 30.333 millones de euros en 2023 en concepto de intereses, cinco veces más que el pagado en el año anterior.
La cifra del pasado ejercicio equivale a la suma de los intereses pagados entre los años 2018 y 2022. Para ello han cobrado por los intereses de su activo (préstamos y créditos) cerca de 67.600 millones de euros, para presentar ante sus accionistas un margen de intereses de 37.244 millones (24.435 millones en 2022).
Analizando pormenorizadamente la estadística del banco central español se observa una continuada progresión del gasto en intereses a lo largo de 2022 y 2023. Mientras en el primer trimestre de 2022, con el precio oficial del dinero en el 0%, las entidades de depósito pagaron 693 millones en intereses a sus clientes, en el tercer trimestre, ya con la primera subida de tipos aprobada, la factura ascendió a 1.370 millones, que se duplicó en el siguientes trimestre: 2.874 millones, después de cuatro alzas consecutivas del precio oficial del dinero.
El cuarto trimestre del pasado ejercicio la cantidad abonada subió a 9.791 millones de euros, después de otros seis aumentos más de los tipos de interés del BCE. ¿Por qué? Porque unos tipos de interés más altos han desplazado mucho dinero de las cuentas corrientes, escasamente remuneradas, a depósitos a plazo tanto de hogares como de empresas y administraciones públicas.
A pesar de los escandaloso de la cifra, 30.333 millones de euros, no es la más alta que la banca ha registrado en los últimos ejercicios. El récord se mantiene en el año 2008, cuando estalló la crisis financiera internacional con la quiebra de Lehman Brothers. Ese año, la banca abonó 78.440 millones de euros en intereses.
Eran otros tiempos. El precio oficial del dinero se movió entre el 4% de la primera mitad y el 2,5% con el que cerró el año. Los depósitos a plazo de las familias se remuneraban a una media ponderada del 4,18%, con un pico máximo del 5,04% en el mes de octubre. Los ahorros de las empresas estaban mejor pagados: el 4,42%. Hoy, con el tipo de interés del BCE en el 4,5%, la media se queda en el 2,38%, después de dos bajadas mensuales consecutivas.
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