El Fútbol Club Barcelona, octavo en La Liga tras perder contra el Real Madrid, tiene un patrimonio neto negativo de casi 500 millones, una situación de 'quiebra técnica' para una empresa tipo. Sin embargo, el club no ha quebrado. De hecho, acaba de aprobar una financiación de hasta 1.500 millones para el nuevo Espai Barça. ¿Cómo es posible todo lo anterior?
Lo primero que hay que considerar es que el Barça no es una sociedad anónima deportiva con accionistas a los que retribuir sino un club de socios con una Junta Directiva que les representa y responde por ellos con su patrimonio personal, esto es, con avales.
Esto es así en virtud de la ley del deporte de 1990. La misma impuso a los clubes profesionales de fútbol la obligación de convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas, con excepción de aquellos que hubieran registrado un patrimonio neto positivo en las cinco anteriores temporadas. El Barcelona consiguió, junto al Madrid, Athletic de Bilbao y Osasuna, ser uno de ellos.
La condición principal de vida del club pasa por tener una Junta que lo pueda avalar. Y la Junta de Laporta pudo, no sin dificultad, conseguir el primer aval, esto es, el del último ejercicio. Entonces, el Barcelona tenía patrimonio neto positivo y el aval se correspondía con el 15% del presupuesto de gastos-tesorería, equivalente entonces a unos 125 millones.
El futuro cercano del Barcelona
Sin embargo, ahora que el club ha registrado patrimonio neto negativo por 481 millones, el aval tendría que ser mucho mayor (el 15% de los gastos presupuestados más las pérdidas), lo que implicaría que habría que avalar más de 500 millones de euros. Y la Junta de Laporta difícilmente podría.
El Gobierno ha emitido ya un decreto que exonera a las Juntas Directivas de los clubes que no son SA de avalar pérdidas imputables a la covid. Y esa es ahora la discusión.
La Junta de Laporta quiere imputar a la covid la mayor cantidad imposible -los 481 millones-, para solo avalar los presupuestos de gastos actuales - 105 millones, esto es, 20 menos que hasta ahora. El tejado está ahora en manos de La Liga, a la que no le cuadran 100 millones como achacables a la pandemia.
El fantasma del SAD
En cualquier caso, las dudas son sobre la capacidad económica de la Junta de Laporta, no sobre la del club para sobrevivir: solo el Camp Nou, su plantilla de fútbol y los ingresos en un año que estos generan suman ya una cifra equiparable a toda la deuda (neta y bruta) que tiene la institución.
Es más: solo con Ansu Fati ya tiene una vía para conseguir hasta 1.000 millones en concepto de cláusula de recisión. Y con el nuevo Espai Barça -en el que se han invertido ya cerca de 150 millones-, se espera mejorar los ingresos estructurales en el largo plazo. El punto de conflicto es que el grueso de la deuda a saldar se concentra antes de 2025, lo que ha llevado a La Liga a exigir al club que recorte cuatro euros por cada uno de nuevo gasto en jugadores.
El fantasma que se abriría en todo caso es el de tener que convertirse en Sociedad Anónima Deportiva, esto es, abrirse a capital internacional -Catar, China, Abu Dhabi o un fondo de inversión americano, por ejemplo- que asuma el control del club ante la dificultad de que exista un grupo de socios capaces de avalar 500 millones con su propio patrimonio.
En los extremos, las alternativas son intentar relanzar el área comercial -ya con el capital de terceros- para retener e incluso ampliar el público internacional tras la salida de jugadores como Leo Messi -que a sus 34 años aún reportaba más de 130 millones de euros al año en valor de marca-, reimpulsando La Masía con el riesgo de perder notoriedad competitiva en el corto plazo, o presionar cuando no ir a por todas con la famosa Superliga de Florentino Pérez, ahora abierta y todavía apoyada por Laporta a razón de la promesa de 700 millones en ingresos anuales a partir de 2024.
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