Economía

Por qué un batacazo de Messi amenaza la estabilidad política de Argentina

La última vez que la albiceleste quedó fuera en primera ronda fue también en Oriente: siguió a un optimismo inicial y acabó con un cambio de era incluso política. Según un estudio del MIT, la bolsa argentina es la que mayor impacto acusa frente a resultados deportivos

"Es un juego…los favoritos no salen campeones", advertía el entrenador de Argentina Lionel Scaloni en la antesala de Arabia Saudí contra un 62% de argentinos que ya veían al equipo, según Olé, alzando la Copa del Mundo. El batacazo de los capitaneados por Leo Messi al perder un invicto de 36 partidos ante la segunda peor selección del Mundial trae al inconsciente colectivo albiceleste viejos fantasmas con derivadas incluso políticas: los paralelismos con el Mundial de Corea-Japón en 2002 empiezan a ser, al menos en lo deportivo, atemorizantes.

La celeste y blanca llegaba a aquella cita también oriental como máxima favorita junto a la campeona defensora, Francia -que también defiende título actualmente-. Entonces, como ahora, la sociedad argentina vivía una profunda crisis política tras el corralito de 2001 y el fin de la paridad peso-dólar, pero parecía ver en la selección el espejo invertido a su fracaso colectivo y, por tanto, la excusa perfecta para demorar decisiones difíciles para el país.

Argentina acabó finalmente eliminada en primera ronda al perder con Inglaterra y empatar con Suecia, lo que se saldó en lo deportivo con el amargo final de una generación de ilustres como Gabriel Omar Batistuta y Diego Pablo Simeone, entre otros. Tras el batacazo futbolístico, tres de cada diez argentinos auguraban que la decepción tendría también sus "consecuencias políticas" y más de la mitad ya descontaban que el entonces presidente Eduardo Duhalde no sobreviviría a las elecciones del año siguiente, según la consultora Ibope. Finalmente, el mandatario no se presentaría a los comicios, que supusieron un cambio de era con la llegada al poder de Néstor Kirchner.

"Primero que gane Argentina"

El fútbol en Argentina, está claro, es mucho más que un juego, una tesis que parece cobrar fuerza de la mano del declive socioeconómico de la nación y la pérdida de confianza en el funcionamiento colectivo. "Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina", llegó a decir la ministra de Trabajo Raquel Kismer de Olmos mientras el país acumula este año una inflación del 76%, la más alta desde la hiperinflación de 1989, y acusa una caída del PIB per cápita del 30% respecto al pico de 2017, estando ahora por debajo de Chile y Uruguay. "No quise decir que estaremos un mes sin hacer nada (…) El ánimo de los habitantes puede recibir un gran estímulo si el equipo nacional gana el Mundial", matizó posteriormente Kismer de Olmos.

"El plan económico de (Sergio) Massa (el ministro de Economía) incluye un enero y febrero con la euforia de una Argentina campeona del mundo", ha alcanzado a precisar el reconocido por templado periodista y neurólogo Nelson Castro. Ya un curioso estudio de 2007 de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) ha estimado que las bolsas nacionales responden a fenómenos como la eliminación en primera ronda de un Mundial con caídas promedio del 1%, siendo la bolsa argentina la más propensa a cambios dentro de una muestra de cerca de 50 países.

El Gobierno necesita un fin de año tranquilo y una buena Copa del Mundo podría aliviar el panorama en la cotidianeidad, marcada por la inflación galopante y las presidenciales de 2023, reconocen agentes cercanos al oficialismo. Y es que a la cuestión económica como mecha por dinamitar se suma otro elemento de corte más social: la inminente sentencia al juicio por presunto enriquecimiento ilícito en alrededor de mil millones de dólares vía obra pública que afronta la actual vicepresidente y posible candidata presidencial Cristina Fernández de Kirchner. El fallo está previsto para antes del final de este 2022.

De cara a los comicios del año próximo, las encuestas ya dejan la puerta abierta a un vuelco político del país, bien hacia el espectro de la centro-derecha-derecha de opciones como Horacio Rodríguez-Larreta, Patricia Bullrich o Javier Milei, bien hacia la izquierda dura que podría encarnar la propia Cristina Fernández y/o algún delfín.

"A demostrar que somos un grupo de verdad"

Por lo pronto, a la selección de fútbol le queda una bala en la recámara para salvar “la ilusión de la gente”. "Ahora tenemos que demostrar que somos un grupo de verdad", ha sido el mensaje de Messi, el mayor goleador de la historia argentina, de cara al decisivo encuentro contra la México del también rosarino Gerardo Martino el próximo sábado.

Las expectativas han caído con fuerza tras el duelo contra las saudíes no solo por lo inesperada de la derrota, sino por la forma: el mayor déficit ha sido físico, y eso no será sencillo de resolver en cuatro días. Con el principal central Cuti Romero entre algodones, laterales tocados, un perdido De Paul y la ausencia insalvable de Lo Celso en el medio, las limitaciones físicas de los veteranos Messi y Di María así como la falta de un 9 puro al que tirarle centros se vuelven difíciles de opacar.

Tras perder contra el rival más débil de su Grupo, el vigente campeón de América necesitará más rebeldía anímica que nunca para sobreponerse al riesgo de la mayor decepción deportiva en la historia del país.

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