¿En qué se parecen el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin; la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager; y la europarlamentaria francesa de izquierda radical Leïla Chaibi? En que los tres quieren despedazar a Jeff Bezos.
Tanto la Administración Trump en Estados Unidos, como las autoridades de competencia en la Unión Europea, así como representantes políticos de izquierda, de derecha, demócratas y republicanos. Todos coinciden en la necesidad de controlar el tamaño alcanzado por Amazon, y otros gigantes tecnológicos.
Pero ese afán político, ¿responde a un verdadero compromiso de regular la libre competencia? ¿O viene provocado por el temor que genera el tamaño alcanzado por la compañía entre las administraciones públicas?
Amazon "destruyó la industria minorista en todo Estados Unidos, no hay duda de que ha limitado la competencia", declaró en julio de 2019 en una entrevista Steven Mnuchin, el exbanquero de Goldman Sachs que está detrás de la política arancelaria de Donald Trump. El Secretario del Tesoro de Estados Unidos defendió entonces la investigación iniciada por el Departamento de Justicia contra "plataformas líderes de mercado".
"La lucha en contra de Amazon es una lucha contra el poder sin límite de las multinacionales", dice la europarlamentaria Leïla Chaibi
"He decidido analizar muy de cerca las prácticas comerciales de Amazon y su doble función como mercado y minorista, para evaluar el cumplimiento de las normas de competencia de la Unión Europea", advirtió por esas mismas fechas Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia.
En una entrevista con este diario, hace dos semanas, la eurodiputada Leïla Chaibi, del partido La France Insoumise, manifestaba: "Las multinacionales tienen más poder que los Estados. Esta impunidad no puede seguir, la lucha en contra de Amazon es una lucha contra el poder sin límite de las multinacionales".
Las presiones políticas sobre el negocio de Amazon, y también sobre el de otros gigantes tecnológicos como Google o Facebook, se han intensificado en Estados Unidos y en la Unión Europea en los últimos meses.
El fundador de la multinacional estadounidense de comercio electrónico tuvo que declarar a finales del pasado mes de julio junto con los principales responsables de Google, Facebook y Apple (Sundar Pichai, Mark Zuckerberg y Tim Cook) ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, por presuntas violaciones de las leyes antimonopolio.
En 1911 el Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos troceó la Standard Oil de Rockefeller
En Europa, Margrethe Vestager ha anunciado la creación de una norma de Servicios Digitales que permitirá a la Comisión imponer limitaciones a compañías como Amazon por su posición de mercado, sin necesidad de esperar a que violen las reglas de competencia, como explicó la comisaria en una reciente entrevista en el diario El País.
El valor en Bolsa de Amazon, también el de Alphabet -la matriz de Google- o Apple, es superior al billón de euros, mayor que el Producto Interior Bruto de países como España. Como decía la europarlamentaria Leïla Chaibi, tienen mayor poder que los Estados. Pero por el mero hecho de haber alcanzado un gran tamaño no puede justificar por sí solo una reacción de las administraciones públicas en contra.
Hace más de 100 años Estados Unidos actuó contra el que fuera entonces el hombre más rico del mundo, John Davison Rockefeller, poniendo coto al monopolio del negocio del petróleo que este había amasado en torno al grupo Standard Oil.
En 1911 el Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos, tras cerca de dos décadas de cerco judicial al monopolio petrolero de Rockefeller, decidió intervenir Standard Oil dividendo el grupo en varias corporaciones.
No es admisible actuar contra Amazon y permitir la competencia de compañías en cuyos países de origen no se respetan las mismas normas
El petróleo fue a finales del siglo XIX y principios del XX el factor que impulsó el gran desarrollo económico y tecnológico vivido en aquellos años en las potencias occidentales, y que generó la creación de gigantes como Rockefeller y la Standard Oil.
En el siglo XXI, internet es la gasolina de la economía mundial, el factor que está detrás de una nueva revolución industrial y económica, y tras el nacimiento de grupos como Amazon y multimillonarios como Jeff Bezos (el hombre más rico del planeta, con una fortuna estimada en 160.000 millones de euros).
Pero el mundo en el que vive Jeff Bezos no es el mismo en el que vivió Rockefeller. Y tampoco es tan obvio que Amazon sea un monopolio como lo fue la Standard Oil.
No es tan obvio que Amazon sea un monopolio como lo fue la Standard Oil de Rockefeller
En la actualidad, ni Estados Unidos ni la Unión Europea pueden permitirse el lujo de trocear a sus gigantes empresariales por el simple hecho de haber alcanzado un tremendo tamaño. El mapa geopolítico y económico mundial del siglo XXI no es el mismo en el que levantó su imperio Rockefeller.
No es admisible que se impongan duras normas de competencia a Amazon o a Google que reduzcan sus capacidades de negocio cuando estas compañías compiten con gigantes como Alibaba, que no se van a encontrar con esos mismos problemas en su país de origen, China.
Lo mismo podría aplicarse a otros sectores económicos en Europa y en Estados Unidos, como al de las operadoras de telefonía, las aerolíneas, o el financiero. A las grandes compañías europeas y estadounidenses de estas industrias se les imponen unas normas en sus propios mercados, no solo ya de competencia, también laborales o de derechos individuales, que no se exigen en países árabes o asiáticos en los que no hay instaurados un sistema democrático.
Era obvio que la Standard Oil de John Davison Rockefeller era un monopolio. A finales del siglo XIX, la compañía controlaba el 90% de todo el negocio petrolero de Estados Unidos. Pero aun así, a la Justicia estadounidense le costó cerca de veinte años de pleitos trocear la compañía. Mucho más complicado será ahora demostrar que Amazon es un monopolio.
El negocio de Amazon de almacenamiento de datos, AWS, facturó en los primeros nueve meses del año 32.628 millones de dólares
"¿Un monopolio de qué?", se pregunta un directivo español que ha trabajado en varias tecnológicas estadounidenses. "Si decimos que Amazon controla el sector del comercio electrónico, hay que demostrarlo; porque, en realidad, en Europa, Amazon representa aproximadamente el 20% del comercio electrónico", subraya.
Es probable que, por el lado de la competencia, sea menos proceloso para los reguladores atacar otro de los grandes negocios de Amazon, el del almacenamiento de datos, menos conocido que el comercial, pero que crece año tras año de forma imparable, a través de la división Amazon Web Services (AWS).
La multinacional fundada por Jeff Bezos divide su organización empresarial en tres áreas: Estados Unidos; Internacional; y Amazon Web Services. En los nueve primeros meses de este año, AWS ha ingresado 32.628 millones de dólares (25.072 millones en el mismo periodo de 2019), de acuerdo a los resultados presentados por la compañía la pasada semana, consultados por este diario en la SEC (el regulador del mercado estadounidense).
El negocio de AWS es todavía inferior al que generan las otras dos divisiones de Amazon (Amazon Estados Unidos facturó entre enero y septiembre 160.963 millones de dólares, y Amazon Internacional, 66.945 millones). Pero su cuota de mercado sí que es más elevada que la que tiene Amazon en el sector del comercio electrónico. AWS sería una fisura en la estructura de Amazon por la que podrían penetrar más fácilmente las autoridades de competencia.
La comisaria Vestager o la Administración Trump -¿quizá la Administración Biden?- tendrán que hilar muy fino a la hora de acusar a Amazon de monopolio o de actuar contra la competencia. No vayamos a pensar que lo que en realidad les preocupa es que Amazon pueda convertirse en una alternativa de gobernanza.
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