El fabricante estadounidense de aviones Boeing atraviesa la mayor crisis de su historia desde hace algo más de un año por uno de sus modelos estrella, el 737 MAX. Todo comenzó con dos accidentes aéreos en Indonesia y Etiopía en octubre de 2018 y marzo de 2019 producidos por un fallo en el software y que ocasionaron un total de 346 muertes. Inmediatamente después, la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos prohibió volar a los aviones de este modelo y lleva meses inspeccionándolo.
Boeing continuaba fabricando los pedidos del MAX, pero a un ritmo mucho más lento que hasta entonces. De hecho, el grueso de los aviones que Boeing tiene pendiente producir y entregar pertenecen a la familia del 737. En concreto, 4.591 aeronaves, lo que representa más del 80% de sus pedidos. Mientras tanto, sus cuentas empeoraban y los problemas no cesaban. Las autoridades detectaban constantemente nuevos fallos en el polémico modelo que alejaban cada vez más la fecha en la que estos aviones volverían al espacio aéreo.
Los MAX con los que ya contaban las aerolíneas no podían volar y los que estaban por fabricar no se podían entregar ante la falta de permisos de vuelo. La situación era tan crítica que el pasado diciembre el fabricante decidió finalmente detener temporalmente la producción. Y entre tanto, destituyó a su consejero delegado, Dennis Muilenburg, que llevaba en el cargo desde julio de 2015, y dejaba provisionalmente al director financiero a los mandos de la compañía.
Este martes la empresa aeronáutica aumentaba la desconfianza sobre estos aviones al recomendar a los pilotos que manejen el 737 MAX en el futuro que se entrenen antes con simuladores, una medida a la que se había resistido hasta ahora. Unas horas más tarde, un Boeing 737-800 de la aerolínea ucraniana UIA se ha estrellado cerca de Teherán. Todos los pasajeros y tripulantes a bordo del avión, un total de 176 personas, han perdido la vida.
Aún se desconocen las causas del siniestro, pero la aerolínea Ukraine International Airlines, a través de un comunicado en Facebook, detalla que la aeronave fue construida en 2016 y entregada directamente. Además, según dice, "el último mantenimiento programado del avión tuvo lugar el 6 de enero de 2020". El accidente ha coincidido en tiempo y espacio con las fuertes tensiones en Oriente Medio y el lanzamiento de una tanda de misiles contra bases de Estados Unidos en Irak.
Arrastra a las aerolíneas
La crisis del fabricante aéreo pone en una situación delicada a aerolíneas como Ryanair, con fuerte dependencia de estos aviones para sus más de 2.400 vuelos diarios. La 'low cost' irlandesa encargó a Boeing 210 aviones 737 MAX, de los que esperaba recibir 60 en 2020 para seguir aumentando su negocio, una estimación que después de los dos primeros accidentes se redujo a 20 aviones y ahora se limita a apenas 10. La compañía ha revisado a la baja su previsión de tráfico de pasajeros para 2021, pasando de los 157 millones a 156 millones, y ha reconocido que esto le costará al menos 100 millones de euros anuales.
Otra de las grandes afectadas es Norwegian, que como Ryanair resiste reduciendo costes a través del cierre de bases y la destrucción de empleos. La compañía aérea noruega cerrará su base en Madrid en enero de 2020, mes en el que Ryanair también echará el cierre a tres bases en España, concretamente en Canarias. Otras aerolíneas españolas como Vueling o Air Europa también tienen pedidos varios 737 MAX que, por el momento, no llegarán; y algunos otros en tierra.
Las compañías buscan a contrarreloj una solución a esta falta de flota, que se suma a la subida estrepitosa del precio del petróleo, que golpea aún más sus cuentas. "Las aerolíneas están retocando sus planes, bien creciendo menos o bien acordando con otras compañías el reemplazo temporal en las rutas que son incapaces de operar", explican fuentes del sector. Por su parte, Boeing ya está acordando indemnizaciones con algunas aerolíneas para compensar los daños y pérdidas por la paralización de sus aviones 737 MAX.
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