El Reino Unido es un socio comercial muy importante para España y, sobre todo, para sus exportaciones. Según los últimos datos del Ministerio de Economía y Competitividad, en los cuatro primeros meses del año acaparó el 7,9% de las ventas de España y el 4,2% de las compras, una situación que puede verse ligeramente afectada ahora que ahora que los ciudadanos británicos han dedcidido salir de la Unión Europea.
Las cifras revelan que Reino Unido fue el tercer gran comprador de productos españoles entre enero y abril, solo por detrás de Francia (15,7%) y Alemania (11,7%) y con la misma tasa que Italia (7,9%). Además, elevó sus compras un 10% en el periodo analizado, hasta 6.613,4 millones. Las importaciones, por su parte, crecieron un 1,3% y sumaron 3.704,4 millones, lo que arrojó un superávit comercial entre los dos países de 2.909,1 millones.
¿Y qué compran los británicos a España? Pues sobre todo productos relacionados con el sector del automóvil, bienes de equipo y la alimentación, las bebidas y el tabaco. El automóvil concentró el 30,6% de las exportaciones en los cuatro primeros meses del año, con un incremento del 15%; los bienes de equipo el 20,5% tras crecer casi un 50% en este periodo; y el sector de la alimentación, bebidas y tabaco, acaparó el 20,2%, con un incremento del 9,2%.
Coches, motos, frutas, hortalizas y legumbres, lo que más se exporta a Reino Unido
Al analizar la estadística con más detalle, se ve que lo que más compraron los británicos y con una gran diferencia respecto al resto de productos fueron automóviles y motos (el 23,5% de las exportaciones totales), aunque también adquirieron muchas frutas, hortalizas y legumbres españolas, que supusieron el 13,3% de las compras. A los británicos también les gusta el material de transporte que se fabrica en España (9,2% de las exportaciones) y otros bienes de equipo como los motores, aparatos eléctricos o los aparatos de precisión (8,4%).
Todo esto está en peligro en estos momentos, puesto que el Brexit pueda perjudicar estos flujos de comercio al disminuir la confianza y el poder adquisitivo de los consumidores británicos por la previsible depreciación de la libra. Eso a corto plazo, a largo plazo habrá que esperar a conocer el modelo de relación bilateral que se establezca con la UE tras la salida, que puede tardar unos dos años y elevar las trabas comerciales.
La situación podría ser mucho más preocupante si el Reino Unido decidiera, una vez fuera de la UE, implantar aranceles, pero esta posibilidad no parecer muy real porque los partidarios de salir de la UE quieren firmar después acuerdos de libre comercio con la mayoría de los países. De hecho, buscan más poner límites a la libre circulación de personas que de mercancías para evitar que los inmigrantes abusen de los servicios británicos.
El turismo, la inversión y el sector financiero también resultarían muy afectados
Pero no solo el comercio exterior sufriría las consecuencias del Brexit, el turismo, la inversión y el sector financiero también saldrían bastante perjudicados, según un estudio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Y también podría implicar serios costes en términos políticos, puesto que podría animar a otros países a abandonar la UE, como Holanda o Dinamarca, y empujar a Escocia a un nuevo referéndum para separarse de Reino Unido y volver a la unión económica.
Esto a su vez, podría dar a alas a pequeñas regiones como Cataluña porque demostraría que un territorio puede separarse del país y volver a ser miembro de pleno derecho de la UE. De hecho, ésta es una de las principales preocupaciones de los eurodiputados británicos y españoles contrarios al Brexit, como el laborista Richard Cobertt, el único presente en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo.
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