Economía

La burbuja fiscal que le puede reventar a Sánchez en 2023

El presidente confía en que la alegría recaudatoria siga financiando el gasto récord en el año electoral. El problema es que parte de los ingresos tienen un origen desconocido. Por tanto, no están garantizados

Los economistas los llaman "residuos positivos". Es la porción de ingresos tributarios cuya procedencia es difícil de identificar. Pasan desapercibidos cuando entran con cuentagotas en las arcas de Hacienda. Pero activan las alarmas si llegan en tromba, por el riesgo de burbuja.

El peligro es evidente cuando el Estado fía partidas de gastos estructurales a ingresos demasiado volátiles. Ocurrió en el boom del ladrillo, que devino en una crisis monumental. Lo que investigan ahora los economistas es si el Gobierno de Pedro Sánchez puede tropezar en la misma piedra.

El Banco de España, que no da puntada sin hilo, volvió a resaltar hace unos días lo que viene advirtiendo desde hace meses: que los ingresos tributarios siguen disparados y que una parte de ellos es difícil de explicar. "Los ingresos públicos siguen mostrando un fuerte dinamismo", asegura en su último Informe Trimestral de la Economía Española del año. "Aunque se desaceleraron ligeramente en agosto y en septiembre, los ingresos impositivos continúan creciendo a tasas interanuales elevadas, muy por encima de las que registran los gastos", recalca.

La institución que gobierna Pablo Hernández de Cos se limita a constatar lo que la Agencia Tributaria refleja en sus estadísticas. En el primer semestre de 2022, la recaudación creció a un ritmo meteórico, del 18,3%, hasta los 107.009 millones de euros. En el mismo periodo de 2019, último año comparable antes de la pandemia, los ingresos avanzaron un 3%. Entre enero y junio, se dispararon un 15,8% los caudales recibidos vía IRPF y un 22,1% los del IVA.

Gran parte de la explicación se halla en la inflación, que infla salarios y precios, ambos gravados por el Fisco. Sin embargo, la alegría recaudatoria se ha mantenido en los meses siguientes, pese a que el IPC emprendía su carrera descendente. Al acabar el verano, Hacienda había ingresado más de 180.000 millones, manteniendo el ritmo de incremento del 18%. Y la tendencia ha continuado hasta ahora. Según los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria, la recaudación 'extra' alcanzó los 32.919 millones de euros hasta noviembre, un 17% superior. 

El balance en los once meses contabilizados es doloroso para el bolsillo de los contribuyentes, pero tremendamente satisfactorio para el Gobierno. Las arcas estatales, las que gestiona la ministra de Hacienda -María Jesús Montero- rebosan de 'dinero caído del cielo'; casi tanto como los beneficios de las energéticas que el propio Ejecutivo tanto ha criticado. Una partida millonaria más que oportuna para cuadrar los Presupuestos de 2023, los del año electoral, cobijados bajo el techo de gasto más alto de la historia.

Riesgo de burbuja con los ingresos fiscales
La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero.

La recaudación extraordinaria contribuirá a pagar facturas tan grandes como la de las pensiones. Sólo el efecto de la indexación al IPC (8,5%) costará más de 12.000 millones el próximo año. Por eso inquieta al Banco de España que una parte de los ingresos extra parta de un origen desconocido.

"Si bien una proporción cada vez mayor del incremento que se está produciendo en los ingresos impositivos estaría relacionada con el aumento de los precios y de los salarios", señala el último informe, "en torno a un 20% del repunte en la recaudación en el primer semestre de 2022 no puede ser explicado a partir de los determinantes habituales de esta partida, lo que genera ciertas dudas acerca del carácter estructural o transitorio de parte de estos ingresos adicionales".

El gobernador ha llegado incluso a cifrar en el 30% los "residuos positivos". "Es muy difícil de estimar y menos en tiempo real", recordó en su comparecencia en el Congreso de los Diputados para analizar, precisamente, los Presupuestos del Estado de 2023. Por eso, advirtió a sus señorías del riesgo que conlleva dar como segura una partida de ingresos que puede esfumarse en cualquier momento.

La mayoría de los economistas achacan la escalada de los "residuos positivos" a dos factores. Por un lado, las restricciones de la pandemia han contribuido a aflorar una 'porción' de economía sumergida. Entre las causas están el aumento de los pagos con tarjeta o la necesidad de mostrar al Fisco los ingresos reales para acceder a las ayudas estatales aprobadas durante la crisis. Por otro, estaría la mejora de la 'educación' de muchos contribuyentes, que eluden ahora hacer las trampas que siempre habían hecho.

El tiempo dirá si la tendencia es sólida o se revierte. A favor de Hacienda -y en contra de los hogares- jugará una inflación todavía elevada en 2023 (cercana al 5%, según las previsiones). Pero la gran incertidumbre gira en torno a la evolución de la economía y, sobre todo, el empleo.

El mercado laboral ha resistido sorprendente este año. Sin embargo, no está tan claro que vaya a aguantar el tipo, el próximo, por el desgaste que sufren las empresas (la inflación ha elevado los costes de producción) y por el encarecimiento progresivo de la financiación (la subida de los tipos de interés se dejará notar, con toda su intensidad, en 2023). Cuando hay baches en el mercado laboral, crece la economía sumergida, y caen los ingresos de los impuestos y de las cotizaciones.

La burbuja que pinchó Lehman Brothers

Los economistas tienen demasiado fresco el recuerdo de lo ocurrido en la anterior crisis. En su libro ¿Hacienda somos todos?, Francisco de la Torre recuerda cómo se formó la inmensa 'burbuja fiscal'. La recaudación se había disparado a niveles estratosféricos, por la llegada masiva al sector inmobiliario de inversión europea. El parón brutal que desencadenó la quiebra de Lehman Brothers pinchó la burbuja y hundió la recaudación. De la Torre -uno de los principales expertos en fiscalidad de España- recuerda que los ingresos tributarios se hundieron en 70.000 millones anuales.

La gran diferencia con la crisis anterior es, precisamente, la procedencia de los ingresos. La mayoría proviene actualmente de la inflación y la partida de 'residuos' no es tan ingente. Tampoco hay riesgos tan potentes en el horizonte, capaces de pinchar de golpe la burbuja (como ocurrió en 2008). Esa es la gran esperanza de Pedro Sánchez. El presidente se encomendará de nuevo al 'milagro' para cuadrar las cuentas del Estado, sin necesidad de hacer ningún ajuste doloroso en el decisivo año electoral.

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