Las diferencias entre algunos miembros del Gobierno se palpan en sus declaraciones. Y hasta en las notas de prensa que elaboran sus ministerios. A juzgar por lo que cuenta este martes el Ministerio de Trabajo, la botella puede apreciarse medio llena en el mercado laboral. Pero a ojos de la Seguridad Social, que depende del ministro José Luis Escrivá, todavía hay pocos motivos para sacar pecho.
La nota del ministerio que lidera Yolanda Díaz destaca, desde el segundo párrafo, que el descenso del paro registrado cosechado en marzo (59.149 personas), “supone la tercera mayor bajada de la serie histórica y el mejor dato para un mes de marzo desde 2015”.
El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones hace un análisis mucho más frío. Su nota sobre la afiliación arranca con un mal dato: “El número de afiliados a la Seguridad Social, en términos desestacionalizados, ha sido de 19.029.433 personas en marzo, 45.438 trabajadores menos que el mes anterior”.
La visión del ministro Escrivá se acerca mucho más al 'realismo' de Nadia Calviño que al optimismo de Yolanda Díaz. No es una cuestión de ideología, sino de mera interpretación de los datos. La vicepresidenta económica lo había avanzado 24 horas antes de publicarse la estadística laboral. No sólo reconoció que el primer trimestre del año ha sido “muy duro” desde el punto de vista económico. También avanzó que el Gobierno está trabajando ya en una revisión a la baja de las previsiones macroeconómicas para este año.
Que la ministra de Economía vea la botella medio vacía en el mercado laboral tiene que ver con algunos datos conocidos hoy. El primero tiene que ver con el número de trabajadores que aportan ingresos a la Seguridad Social (e impuestos a las arcas del Estado). Es cierto que la afiliación ha crecido en 70.000 personas entre febrero y marzo. Pero en términos desestacionalizadas (sin contar la alteración que provoca el calendario en la estadística), el empleo cayó el mes pasado (los 45.438 que apunta el ministerio de Escrivá). El empleo ha crecido la mitad de rápido que un marzo ‘normal’ (el de 2020 no cuenta por el impacto brutal del primer Estado de Alarma).
La bajada del paro registrado en marzo tampoco puede tapar el drama laboral que siguen sufriendo millón y medio de ciudadanos. Para recuperar los niveles prepandemia (anteriores a marzo de 2020), España debe sacar de las listas del SEPE a 401.328 desempleados. También tiene que lograr que los 743.628 personas que siguen en ERTE vuelvan a su puesto de trabajo. El mismo camino deberían seguir los 470.000 autónomos que han solicitado el cese de actividad porque las restricciones les obligaron a bajar la persiana.
El drama del paro juvenil
La estadística publicada hoy por el Ministerio de Trabajo recoge otras cifras alarmantes. Al cierre de marzo, el paro era un 11% superior al del mismo mes de 2020. Pero esa cifra trepa hasta el 24,42% en el caso de los menores de 25 años.
“La comparativa con el 2020, o el llamado efecto base, debe llevarnos a la prudencia en el análisis: aunque crece la contratación indefinida frente a la temporal, y los trabajadores en ERTE se reducen a 743.628, ya hay 1,3 millones de parados que no cobra prestación, el colectivo de jóvenes sigue siendo el más damnificado en esta crisis, y el paro de larga duración sigue creciendo”, explica Javier Blasco, director del Adecco Group Institute.
“Solo si se avanza en el control de la pandemia a través de una acelerada campaña de vacunación, y se garantiza un marco normativo que no genere inseguridad y amenazas a inversores, emprendedores y empleadores, nuestro país podría estar en condiciones de sumarse a la recuperación del resto de países de nuestro entorno”, anta el experto.
Choques entre Calviño y Díaz
Precisamente ese "marco normativo" es otro de los principales elementos que distancian a las ministras Díaz y Calviño. Para que Bruselas abra el grifo de los fondos de recuperación, el Gobierno debe aplicar una serie de reformas que impactan directamente en los trabajadores (laboral o pensiones).
La vicepresidenta económica siempre ha defendido la senda de la moderación. Fue ella quien paralizó la derogación de la reforma laboral que pactaron PSOE, Podemos y Bildu. También quien frenó la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que pretendía aplicar su homóloga en Trabajo. Calviño es partidaria de introducir mejoras en el marco laboral, alentando la contratación indefinida y la flexibilidad.
Por el contrario, Díaz siempre se ha manifestado a favor de cumplir una de las grandes promesas de Podemos: desmontar la reforma laboral de Mariano Rajoy. Una opción que genera pánico entre los empresarios y máximo recelo en los despachos de Bruselas.
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