A finales de 2016, recién constituido el nuevo Gobierno de España tras un periodo de diez meses en funciones, el por entonces nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, telefoneó a Manuela Carmena, primera edil de Madrid para decirle unas pocas palabras sin las que a día de hoy la aprobación de la operación Chamartín hubiera sido imposible: "Alcaldesa, tenemos que vernos". Días después, una reunión entre ambos concluyó con el firme propósito de revitalizar el desarrollo urbanístico más ambicioso de Europa, que parecía definitivamente defenestrado después de 23 años de intentos frustrados. A esta voluntad se unió Distrito Castellana Norte (DCN), la promotora de la operación, con su presidente, Antonio Béjar, a la cabeza. Paradójicamente, ninguno de los tres ha podido ver la culminación de la iniciativa en sus respectivos cargos.
Apenas cinco meses antes de que aquella llamada, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid había tumbado el último diseño de la operación Chamartín, que había estado a punto de ser aprobado por la anterior corporación municipal un año antes. Tocaba empezar prácticamente desde cero y las dos décadas de tentativas fallidas pesaban como una losa. Sin embargo, De la Serna no lo vio imposible. Y se produjo el milagro: hubo conexión en su encuentro con Carmena, hasta tal punto que los equipos se pusieron a trabajar de inmediato.
Por entonces, muchos achacaron el buen entendimiento entre ambos, pese a sus diferencias políticas, a que compartían un nexo como el municipalismo. De la Serna venía de ejercer como alcalde de Santander e incluso presidente de la Federación de Municipios y Provincias. Carmena, algo más lega en la materia, acumulaba casi un año y medio al frente del Consistorio de la capital. Un idioma común que minimizó las diferencias políticas.
Si De la Serna vio la oportunidad de revitalizar una operación que suponía una inyección económica considerable al departamento que dirigía, Carmena vislumbró un proyecto que, bajo su tutela y sin los tintes especulativos que presentaban las anteriores versiones, podría incluso servirle de bandera para aspirar a una reelección en la que ya empezaba a pensar tras un titubeante inicio de legislatura.
Casi tres años de trabajo
Como tercer hombre aparecía Antonio Béjar. Colocado al frente de DCN por BBVA, el accionista mayoritario de la promotora, el ejecutivo no dudó en explorar la nueva oportunidad que se presentaba para desarrollar un proyecto en el que había comprometido una inversión de más de 6.000 millones de euros.
Una primera toma de contacto en vísperas de las Navidades de 2016 dio paso a dos años y medio de intenso trabajo, incontables reuniones, planos hechos, rehechos y vueltos a hacer, modificaciones y negociaciones interminables. Los tres fueron capaces de presentarse a finales de julio de 2017, en la sede del Ministerio de Fomento, para presentar Madrid Nuevo Norte.
En esencia, no era más que una declaración de intenciones, basada en algo más de una docena de puntos acordados de palabra (la normativa impide firmar acuerdos de este tipo) para construir una nueva operación Chamartín.
Caídas consecutivas
Lo que parecía imposible, lo que no se había logrado en más de 23 años, ha sido posible en menos de tres. Eso sí, ninguno de los tres artífices ha podido contemplarlo desde su cargo. El primero en "caer" fue Íñigo de la Serna. A mediados de 2018, el triunfo de la moción de censura promovida por el actual presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, le sacaba del Ministerio de Fomento. El planteamiento fue asumido desde el primer momento por su sucesor, el actual ministro en funciones, José Luis Ábalos.
El resultado de las elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de mayo impidió la reelección de Carmena como alcaldesa de Madrid. Pese a ser la suya la lista más votada, la suma de los concejales de las tres formaciones de centro-derecha (Ciudadanos, Partido Popular y Vox), obligaba a la líder de Más Madrid a ceder el bastón de mando al 'popular' José Luis Martínez-Almeida.
Por último, aunque in extremis, tampoco Béjar ha sido capaz de llegar a la aprobación de la operación Chamartín. Menos de 72 horas antes de la celebración del Pleno, el ejecutivo fue cesado como presidente de DCN, después de mostrarse dispuesto a colaborar con la Justicia en el marco de la instrucción del caso Villarejo, en el que está imputado por su desempeño en su día como responsable de Riesgos en el BBVA.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación