El presidente de la CEOE, Juan Rosell, ha vuelto a morder el polvo en su intento de reformar la patronal. Los órganos de dirección de la confederación empresarial han tumbado por segunda vez su propuesta de modificación de los estatutos, según confirman diversas fuentes de la organización.
El anterior presidente, Díaz Ferrán, convirtió al organismo en una entidad más asamblearia y con más vicepresidencias, en parte para afianzarse en el poder, en parte para dotar a la patronal de unos procesos más democráticos. Pero ahora Rosell quiere cambiar los estatutos con el fin de hacer la patronal más presidencialista y ejecutiva. Y ello ha provocado un gran malestar entre muchos de sus miembros.
En febrero, la polémica sobre la continuidad o no de Arturo Fernández tapó el primer varapalo a la reforma de CEOE. Entonces, el Comité Ejecutivo ya se resistió con uñas y dientes.
Hace escasos días, Rosell presentó de nuevo sus propuestas, con el firme propósito de dejarlo todo bien atado de cara a la Asamblea General prevista para los próximos meses. Sin embargo, los órganos directivos se plantaron y volvieron a descarrilarla.
Rebelión generalizada
El descontento es muy grande por varias razones. Por un lado, Rosell pretende reducir el número de miembros en sus órganos de dirección. El Comité Ejecutivo se recortaría desde los más de 50 miembros de la actualidad hasta los 25 o 30. Y la Junta directiva se reduciría desde los 80 hasta los 50 o 60 miembros.
Tal iniciativa representa una apuesta por reforzar a las grandes empresas dentro de la CEOE, y deja de lado a las pequeñas y medianas, que quedarían muy infrarrepresentadas respecto a su importancia en el tejido productivo español. De hecho, Rosell incluso plantea quitar al presidente de Cepyme el cargo de vicepresidente nato.
Por otro lado, Rosell aspira a que la CEOE brinde servicios directamente a las empresas, lo cual entra en competencia con los servicios que ya ofrecen las distintas asociaciones territoriales y sectoriales que componen la patronal.
Además, al margen de que hayan sido o no aprobados los estatutos, Rosell ha comenzado ya a tomar medidas que se contemplaban en sus propuestas. El presidente de la patronal ha iniciado la creación de dos nuevas empresas, CEOE Internacional y CEOE Formación, hecho que también ha despertado numerosas críticas.
Pérdida de influencia
Los problemas se acumulan a la puerta de la patronal, que ha perdido mucha influencia y prestigio durante la crisis. Los escándalos de Díaz Ferrán con sus empresas hicieron mucho daño. Y desde entonces Rosell no ha sido capaz de restablecer la buena imagen de la CEOE. Titubeó frente al independentismo catalán. Fue incapaz de imponer la visión de los empresarios en las sucesivas reformas. Y se ha quedado sin subvenciones y fondos de formación, al tiempo que sufre impagos en las cuotas de sus socios.
Para colmo, varios think tanks y organizaciones empresariales le están comiendo el terreno y han demostrado tener mayor ascendencia sobre el Ejecutivo de Rajoy. Sobre todo, el Consejo de la Competitividad, organizado por las grandes empresas, ha restado especial protagonismo a la CEOE, y eso ha llevado a Rosell a exigir una ley de representatividad institucional que amarre y asegure el papel de la patronal como interlocutor con el Gobierno.
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