El cambio de bando protagonizado por el próximo presidente de la patronal madrileña Ceim, Juan Pablo Lázaro, brindó este miércoles la reelección a Juan Rosell al frente de Ceoe. Elegido por 345 frente a 312 sufragios, hubiese bastado con el trasvase de tan sólo 17 papeletas para que Rosell perdiese las elecciones. De modo que los cerca de 30 votos que personalmente le garantizó Lázaro apenas semanas antes de los comicios han supuesto la clave de la victoria, tal y como adelantó Vozpópuli.
Visiblemente enojado, Juan Rosell tomó el estrado después de haber sido proclamado por segunda vez consecutiva presidente de la CEOE. Y dado lo reñido del resultado, cualquiera diría que se trataba del momento idóneo para lanzar un discurso conciliador ante una patronal dividida, tendiendo la mano a frente a su rival, el presidente de Cepyme, Antonio Garamendi.
Sin embargo, los propios partidarios de Rosell admiten que el discurso del capo de los empresarios pecó de francamente duro: “Estoy decepcionado con algunos, muy decepcionado con muy pocos y agradecido con la mayoría", declaró Rosell. Y a continuación añadió: "Hay muy pocos, pero hacen mucho ruido, entienden las organizaciones como una proviedad privada y están a favor de intereses particulares en lugar de los generales".
Sin cortarse un pelo en una disertación que en principio debía haber adquirido un tono institucional, censuró las batallitas, criticó los personalismos y, sobre todo, mostró su enfado mayúsculo por un informe que circula "mentiras y calumnias sin firmar". "Traslada imágenes distorsionadoras. Soy un caballero, pero es para acordarse”, deslizó amenazante. Poco después, en el corrillo con los periodistas, Rosell lamentó que Garamendi no se hubiese desvinculado públicamente del documento, aunque reconoció que sí que lo hizo en privado.
En un momento en el que la organización pedía generosidad, ni siquiera mencionó a Garamendi. Pese a tener el 48 por ciento de los votos en contra, Rosell no emitió la más mínima seña de captar el mensaje del descontento e insistió en su modelo basado en dar más protagonismo a las grandes empresas. Y ello se interpreta entre diversas fuentes de Ceoe como una declaración de guerra abierta.
A partir de ahora se dibuja en el horizonte un escenario harto complicado. En la Junta Directiva de la Ceoe, las grandes empresas que respaldaron a Rosell no tienen tanta presencia, y por lo tanto ello implica que Garamendi ahí puede tener la mayoría, o al menos un grupo sustancialmente activo y resistente si así lo quiere. La gestión del día a día puede tornarse aún más difícil para Rosell. Hasta el punto de que algunos hablan ya de escisión en el caso de que éste intentase cargarse al presidente de Cepyme. "Si para asfixiarlo económicamente le corta el dinero que recibe a través del acuerdo con Ceoe, entonces recabaremos las cuotas para Cepyme directamente de los asociados que nos apoyaron y quitándoselas a Ceoe", explican.
No obstante, otros observadores independientes ven bastante difícil que Antonio Garamendi pueda aferrarse al sillón de Cepyme. "Al día siguiente del paso por las urnas da igual por cuánto haya ganado Rosell. Lo importante es que se ha alzado con la victoria y eso significa que dispone del poder. No habrá prisioneros. Muchos se doblegarán rápido. Poco a poco, Rosell irá comprando las 60 o 70 voluntades que puede precisar para controlar cómodamente la Junta Directiva. Y luego se cepillará uno por uno a todos los rebeldes que le hayan irritado", sostiene alguien de la patronal. Por el momento, de acuerdo con fuentes solventes, Rosell ya busca reemplazo para el actual secretario general, José María Lacasa. La idea según explican consistiría en encontrar un perfil que se arremangue, controle el gallinero y empiece la purga.
"Al principio se barajó la idea de un pacto entre las dos candidaturas. Pero eso ya no va a poder ser. Las cosas se han enrarecido bastante", comenta uno de los apoyos del ganador. Ambos grupos cuentan ahora con un mes para reflexionar y negociar la composición del comité ejecutivo y las cuatro vicepresidencias. Una de ellas irá para Garamendi por ser presidente de Cepyme, y otra para Lázaro por su respaldo a Rosell. Así las cosas, la foto del próximo 14 de enero con Rosell rodeado de sus otrora rivales resultará algo cuando menos llamativo. Y la selección de los miembros del comité ejecutivo ofrecerá una pista muy importante de lo que Rosell esté fraguando. Aunque al hilo de lo escuchado en su alocución todos apuestan simple y llanamente por un ajuste de cuentas, en especial con Lazcano de la Construcción y Ferrer de Confemental, dos de los principales sostenes de la aventura de Garamendi.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación