Tsunami Democràtic ha desarrollado una completa infraestructura tecnológica con varios escenarios a través de los que coordinarse y compartir información. Hasta ahora Telegram y WhatsApp eran las aplicaciones más utilizadas para organizar las protestas.
Sin embargo, el movimiento ha dado un paso más y ha creado su propia app de mensajería. El Ministerio del Interior, con el que ha contactado Vozpópuli, asegura que se está investigando todo lo referente a los sucesos violentos de estos días en las calles de Barcelona -y también todo lo referente a la app-, pero que sólo se pronunciará cuando haya una orden judicial sobre la mesa.
En el caso de la aplicación, conseguirlo va a ser un vía crucis. De entrada, esa orden tendría que ser internacional. El motivo es simple. Quienes construyen aplicaciones de este tipo, más aquellas que pueden vulnerar la ley, buscan proveedores fuera del país. Los servidores que las alojan son más difíciles de cerrar si están en el extranjero. Cosas de la burocracia.
Tsunami Democràtic habla de 15.000 descargas de la app en las primeras 24 horas
Pero antes de tener esa orden en la mano, se requiere de una investigación que determine si el uso del programa incurre en una ilegalidad punible que justifique su borrado de Internet. Ahí es donde está uno de los primeros problemas.
Fuera de tiendas oficiales
"La aplicación de Tsunami Democràtic no está en un market de aplicaciones oficial. Es decir, no se descarga de la tienda de Android o Apple, que certifican su seguridad, sino que está colgada en Internet, dentro de los móviles de sus usuarios, colgada en páginas web, en dropbox de particulares...", explica Sergio García Mayans, abogado de Faseconsulting especializado en tecnología.
Se puede ordenar el borrado de la aplicación llegado el caso, pero al poco tiempo estaría otra vez surcando Internet, dado el considerable número de personas que ya posee el fichero de instalación. Tsunami Democràtic habla de 15.000 descargas de la app en las primeras 24 horas. Estos usuarios podrían reenviarla a otros usuarios o depositarla en repositorios a los que cualquiera podría acceder.
Imposibilidad de ver el contenido
La app de Tsunami Democràtic está encriptada. Es decir, sus creadores protegen cada comunicación con códigos y claves que imposibilitan a un tercero saber el contenido de las mismas. El único camino para conocer lo que se cuece en sus entrañas es la infiltración.
"La única forma que hay de saber para qué están utilizando la aplicación determinados usuarios es que alguien consiga descargársela y tenga acceso a las conversaciones de los participantes en sus chats. Es algo perfectamente posible, pero complicado dada la construcción de la app", explica Mayans.
La aplicación exige, mediante el GPS del móvil, que se comparta entre dos personas que se encuentren una al lado de la otra. "Funciona con un código QR que sólo se puede compartir con un tercero si se encuentra cerca de nosotros, eso establece que tenga que haber, al menos, una relación de cercanía entre los sujetos. Una persona en Madrid no podrá descargarse la app a menos que no esté al lado de alguien que sí la tenga. Esto es una barrera más", explica Eusebio Nieva, director técnico de la empresa de seguridad Check Point.
Si no eliminan Telegram o WhatsApp...
"Telegram y WhatsApp son aplicaciones mediante las cuales los manifestantes se organizan en Cataluña. ¿Deberían cerrarse por ello? El problema no es la app, sino el uso que se hace de ella. Sería como prohibir los coches porque un kamikaze circula en dirección contraria por la carretera. De hecho, la app deja claro que ha sido desarrollada "para la realización de acciones pacíficas de desobediencia civil".
"La aplicación está desarrollada para comunicarse, y eso no es un delito. Otra cosa es lo que suceda entre los comunicantes, entre personas con nombre y apellidos, eso es lo que podría ser motivo de delito, pero no parece en ningún caso que se pueda cerrar una aplicación por el mal uso que de ella hagan terceros. En todo caso se podrá ir contra esos terceros, no contra la app", concluye Mayans.
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