Los chiringuitos de playa son un referente del verano. Pero sus dueños quieren extender este éxito al resto del año. La dependencia por el clima, los problemas para encontrar trabajadores o el impacto que supone para sus cuentas montar y desmontar los restaurantes para tres meses son algunas de las consecuencias que provoca que estos negocios estén maniatados a la época estival.
"Es muy difícil encontrar personal para una temporada tan corta", manifiesta el empresario Raúl Cueto, presidente de la asociación provincial de Cádiz de Bares y Tabernas. "La temporalidad fomenta las infraestructuras desmontables, que supone un coste adicional su puesta en marcha y retirada. A ello, hay que sumar la incertidumbre que tiene este negocio por la dependencia que tenemos por unas condiciones climatológicas favorables", añade.
Y este año han venido mal dadas para lugares con tanta dependencia del sol como Cádiz. “Mayo, junio y julio han sido fríos. Un escenario que ha aumentado la masificación de agosto”, explica el presidente de la asociación provincial de Cádiz de Bares y Tabernas. “El negocio ha caído un 3% en la provincia de Cádiz”, detalla Antonio de María Ceballos, presidente de la Asociación Regional de Hostelería en Andalucía. “La tendencia era un crecimiento del 2% en estas fechas, es decir, nuestra conclusión es que este año tenemos retroceso del 5%”, añade.
Antonio de María Ceballos insiste en que el buen tiempo tiene que llegar con la gente de vacaciones, ya que la hostelería depende del ocio de la gente. “Nos esforzamos para conseguir que este ocio se reparta durante todo el año, el caso de los negocios de playa se han convertido en una necesidad para los turistas y sus empresarios realizan grandes inversiones para poder satisfacerlo”, explica el representante.
400.000 euros de inversión
Un negocio costero estándar, sin muchas 'florituras', exige de una inversión inicial cercana a los 400.000 euros. Sus ingresos anuales pueden rondar los 500.000 euros, depende mucho del modelo de negocio, pero en ocasiones los gastos suelen ser superiores a esta cifra. “Hay años en los que pierdes dinero", asegura el empresario Raúl Cueto.
Las estimaciones que hacen es que, mientras que en un restaurante ‘convencional’ en una ciudad playera ronda los 30-40 euros por cliente, en un chiringuito esta cifra se reduce a los 20 euros por cabeza. "La oferta en estos establecimientos es muy limitada, no existen habitualmente vinos caros o productos de gran margen que permitan inflar la caja", señala el presidente nacional de la Asociación de Empresarios de Playa, Norberto del Castillo.
Por ello, estos negocios, en muchos casos familiares, buscan el volumen como la única vía para alcanzar la rentabilidad. Y su explotación se realiza con fecha de caducidad. Las concesiones administrativas, según explican los empresarios, suele rondar los 30 años. “Son años y no temporadas, por lo tanto, no tiene sentido que los ayuntamientos tengan limitado a tres meses”, valora el presidente nacional de la Asociación de Empresarios de Playa, Norberto del Castillo.
Lío burocrático
La responsabilidad de los negocios de playa está en manos de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, un organismo que depende del Ministerio para Transición Ecológica. Aunque existen algunas excepciones, como es el caso de Cataluña y Andalucía. Y en estas diferencias es donde surge la queja de los empresarios. “Existen administraciones que han entendido las sensibilidades del sector y otras que no comprenden que con ocho o nueve meses podríamos contratar con más facilidad y gestionar mejor nuestro negocio”, protesta Raúl Cueto.
Galicia ha sido la última en dar luz verde para que los negocios de playa abran todo el año. A cambio de que los chiringuitos cumplan con unos exigentes parámetros de calidad, la Xunta les permite desde este verano poder abrir los 365 días delo año y que no tengan que depender de 'hacer el agosto'. Una decisión que, según los expertos, viene marcada por libertad de explotación que se produce en la vecina Portugal, un país que está conquistando a mucho turista que apostaba por las tierras gallegas.
El sol y playa siempre funciona
Los empresarios de los negocios de playa están convencidos de que hay negocio durante todo el año. “Cuando sale el sol, da igual la fecha que sea, la gente sale a la calle”, considera Raúl Cueto. “En ciudades como Cádiz hay una temperatura media todo el año que ronda los 18 grados, un auténtico privilegio que se debe aprovechar”, añade Antonio de María Ceballos.
Estos empresarios consideran que se debe aprovechar una receta que siempre funciona, el sol y playa. “Por mucho que intentemos desprestigiar el turismo de sol y playa, esta fórmula es la que más demanda la gente. España tiene buen sol y buenas playas, acompañados de gastronomía, cultura y buena oferta de ocio”, defiende Norberto del Castillo. Unos ingredientes que no entienden de temporalidad.
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