A finales del año 2015, en España había 30.921 oficinas bancarias operativas, repartidas entre algo más de un centenar de entidades financieras, en las que trabajaban casi 198.000 empleados. Como quiera que la población española era entonces de 46,41 millones de habitantes, la densidad bancaria equivalía a 666 oficinas por cada millón de ciudadanos.
Hoy, cinco años después, la población ha crecido en algo menos de un millón de habitantes, pero el número de oficinas se ha reducido hasta 22.761, de acuerdo con el último dato publicado por el Banco de España. La “bancarización” del país equivale a decir que, en la actualidad, permanecen abiertas 481 oficinas por cada millón de habitantes, un 27,8% menos. En 2019 había 506.
Lo más inmediato que se puede pensar es que los cierres de oficinas de estos últimos cinco años se han llevado a cabo en lo que ahora se ha dado en llamar la España vaciada. Pero, como casi siempre, los datos se empeñan en corregir a la lógica. En estos cinco últimos años, se han cerrado en España 8.160 sucursales bancarias, pero 4.369, el 53,5%, se producido en las diez provincias con mayor número de habitantes y sólo 371, el 9,1%, en las diez provincias con menor población.
Hace unos días, el gobernador del Banco de España, se refería, en una entrevista con “El Mundo”, al proceso de concentración bancaria que se ha registrado en España en los últimos años, que habrá reducido a finales del primer semestre del año el número de entidades financieras (sin contar a las cooperativas de crédito) a una docena, contando con las dos únicas cajas de ahorros que mantienen su naturaleza jurídica: Caixa Ontinyent y Caixa Pollença. Pablo Hernández de Cos hablaba de que España ha sido tradicionalmente un país con un elevado número de sucursales y no descartaba que los cierres podrían generar algunos riesgos de exclusión en determinados colectivos y en determinadas zonas geográficas.
En la actualidad, permanecen abiertas 481 oficinas por cada millón de habitantes, un 27,8% menos
De acuerdo con la Asociación Española de Banca (AEB), el 97% de la población española vive en municipios y ciudades con una o más sucursales bancarias y sólo el 3% de los habitantes (alrededor de 1,25 millones) no tiene en su lugar de residencia una oficina tradicional, aunque, añade, eso no quiere decir que no tenga acceso a los servicios financieros. Los acuerdos de algunas entidades financieras con Correos para prestar servicios de retirada de efectivo o ingresos, las oficinas móviles y el desarrollo de la banca móvil están permitiendo la inclusión financiera de esta población más alejada de los grandes núcleos de población.
Las diez mayores provincias españolas albergan una población de 25,717 millones de habitantes, el 54,3% del total, mientras las diez provincias más pequeñas apenas llegan a los 1,852 millones. Para hacerse una idea, la población de Alicante, la quinta provincia más poblada de España, equivale a la que tienen en su conjunto Soria, Teruel, Segovia, Ávila, Palencia, Zamora, Cuenca, Huesca, Guadalajara y Orense, las diez más pequeñas.
Las provincias más afectadas
En los últimos cinco años, la reducción de oficinas se ha concentrado en las grandes provincias. En Barcelona, por ejemplo, se ha pasado de 3.361 oficinas abiertas a finales de 2015 a 2.111, lo que supone una reducción del 37,2%. En el caso de Barcelona capital, el descenso roza el 40%, al haber perdido 502 sucursales.
Otra de las zonas más afectada por el proceso de concentración bancaria y de digitalización de la actividad financiera más tradicional ha sido Baleares. Ha perdido en 31,7% de las oficinas que tenía abierta en 2015, lo que se traduce en el cierre de 287 oficinas. La tercera provincia más afectada ha sido Madrid. En la región han echado el cierre el 28,3% de las oficinas (1.098 en número) y en la capital, el 30,25% (661).
La densidad bancaria, entendida como el número de oficinas abiertas al público dividido entre el número de habitantes ha pasado en Madrid de 602 por millón de habitantes en 2015 a 410 en la actualidad, y sólo en la capital, de 695 a 457. En Barcelona, ha bajado de 608 a 368 y en la capital, de 786 a 457.
Entre las provincias menos pobladas, el mayor número de cierres se ha producido en Zamora
Entre las provincias menos pobladas, el mayor número de cierres se ha producido en Zamora (71), seguida de Guadalajara (54), Palencia (49) y Orense (45). En términos relativos, Teruel, con una pérdida del 10,2% de las oficinas; Huesca, con el 10,7%; y Segovia, con el 15,6%, han sido las menos castigadas por los distintos procesos de concentración bancaria. En Soria, la provincia española con menor población según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la densidad bancaria se sitúa hoy en 1.024, cuando en 2015 ascendía a a 1.242. En Teruel, ha pasado de 1.421 a 1.312, y en Segovia, de 895 a 775.
Buena parte de la 'desertización' financiera que se ha producido en estos últimos quince años tiene que ver con la desaparición de las cajas de ahorros, después de varios proceso de fusiones que han reducido su número de más un centenar a comienzos de esta siglo a 45 en el año 2008 y a apenas media docena hoy contando a algunas entidades que han conservado su actividad, pero han tenido que transformarse en bancos. Las cajas de ahorros por su carácter marcadamente social tejieron en los años locos de la economía española una red de sucursales que se extendía por la práctica totalidad de su zona de influencia.
Los datos de 2015 y 2020, nada tienen que ver con el panorama previo a la crisis de las hipotecas subprime. En el año 2008 había en España había 71 bancos, 46 cajas de ahorros y 81 cooperativas de crédito. En su conjunto operaban a través de 46.167 oficinas, que empleaban a cerca de 271.000 trabajadores. Con una población entonces de 46,157 millones de habitantes, la densidad bancaria era de 1.000 oficinas por cada millón de habitantes. Es decir, una sucursal por cada 1.000 habitantes. Entonces, en Teruel había 1.584 sucursales por cada millón de habitantes; en Soria, 1.584 y en Segovia, 1.355. En Madrid, 960, y en Barcelona, 1.074. Pero todas las regiones tenían su o sus cajas de ahorros, según el tamaño.