Economía

Inquietud en el CNI por el desembarco saudí en Telefónica: "El bicho ya está dentro"

La cuenta atrás para que STC se alce como primer accionista está a punto de arrancar. La operación forma parte de una estrategia a gran escala. Eso es lo que inquieta a los analistas

Ninguna operación empresarial reciente ha generado tanta inquietud en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) como el desembarco saudí en Telefónica. Hay motivos de sobra: el movimiento liderado por el fondo soberano PIF (Public Investment Fund) pone a España en el foco, como destino para la multimillonaria inversión de origen árabe que se avecina en los próximos años. Y como trampolín para saltar a donde las naciones petroleras del Golfo Pérsico aún no han conseguido llegar: Latinoamérica.

La cuenta atrás para que Saudi Telecom Company (STC) entre, de verdad, en Telefónica se activará de forma inminente. De momento, los saudíes cuentan con un 4,9% de las acciones, más la intención de transformar en capital otro 5% invertido en derivados.

En el Gobierno se da por hecho que la compañía controlada por PIF formalizará la solicitud oficial en los próximos días. Está obligada por ley, dadas las amplias conexiones que tiene el operador español con el Ministerio de Defensa. Será entonces cuando empiece a contar el reloj. El Ejecutivo tiene tres meses para dar a los saudíes tres posibles respuestas: vía libre, denegación o autorización con condiciones.

"Será un proceso largo y complejo. No se puede esperar una solución rápida", afirman fuentes próximas a Telefónica. Por varias razones. Los plazos podrían alterarse si Moncloa pide más información a STC. También influye negativamente la situación de interinidad de Pedro Sánchez, enfangado en las negociaciones con los independentistas para su investidura; y con Yolanda Díaz para relanzar la coalición. Pero, sobre todo, pesan las consecuencias que conlleva abrir las puertas de una empresa tan estratégica al fondo soberano.

"El bicho ya está dentro", comentan con ironía fuentes empresariales, conocedoras del modus operandi del fondo soberano. "Lo lógico es que acepten las condiciones que pueda imponer el Gobierno. Lo importante es entrar, aunque estén una temporada sin influir. Más adelante, ya se verá".

Son plenamente conscientes de ello en el CNI. Y nadie lo sabe mejor que el encargado de proteger, desde dentro, a Telefónica. Su director de Seguridad e Inteligencia es Miguel Sánchez San Venancio, un histórico de los servicios nacionales de espionaje (ocupó el tercer puesto de mando del CNI en la época de Jorge Dezcallar).

La diferencia está lo que unos y otros se juegan en el envite. La jugada saudí puede servir, a corto y medio plazo, como blindaje para José María Álvarez Pallete. Los fondos soberanos no son conocidos, precisamente, por entrar en los consejos cortando cabezas. Al contrario, ahí está el ejemplo de Iberdrola: Qatar es su máximo accionista, con más del 8% del capital, y ni siquiera tienen un puesto en el consejo que preside Ignacio Sánchez Galán.

Telefónica Arabia Saudí
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete.EP

La estrategia de los países con petrodólares es largoplacista. Y eso es lo que preocupa a quienes siguen de cerca la operación de Telefónica. La inversión saudí ha llegado para quedarse y ampliarse. La estrategia forma parte de un movimiento mucho más amplio, acorde con los tiempos económicos que corren. El sector financiero está constatando un trasvase cada vez mayor hacia Estados Unidos de los fondos norteamericanos (con BlackRock a la cabeza).

La inestabilidad que ha generado la guerra y, sobre todo, la apuesta agresiva de Joe Biden por atraer inversión (Inflation Reduction Act) están reteniendo partidas multimillonarias en suelo estadounidense. "Europa es un campo cada vez más abierto para la inversión china y árabe", apunta un reputado 'estratega' empresarial.
Países como España presentan enormes oportunidades de inversión para los fondos soberanos del Golfo Pérsico. Sus movimientos "esconden una estrategia basada en la compra de activos en un mercado caracterizado por los efectos devastadores de la pandemia y un precio del petróleo inestable", escribe Diego Crescente en el ensayo La influencia de los países árabes en Europa (Editorial Comares).

El analista, experto en geopolítica y energía, recuerda cuál es el verdadero objetivo que persiguen los fondos mastodónticos con PIF: "Lejos de realizar una política de conversión industrial o financiera, dedican gran parte de sus recursos y esfuerzos al control efectivo de los órganos políticos de las grandes corporaciones estratégicas mundiales y especialmente las europeas".

Lo que oculta el asalto a Telefónica

Esa es la realidad que ocultan operaciones como el asalto a Telefónica. Lo saben, obviamente, en el CNI. No es ningún secreto que PIF no pertenece al grupo de fondos soberanos que firmaron los llamados Principios de Santiago. Se trata de un acuerdo sellado en la capital de Chile en 2008. Lo firmó un grupo de fondos que se comprometía a "invertir sobre la base de criterios económicos y financieros" y "disponer de un gobierno corporativo transparente, que provea de controles operacionales adecuados", recuerda el Ministerio de Hacienda chileno, que actuó como promotor del pacto.

Arabia Saudí, una de las dictaduras más férreas del mundo, no tiene compromiso ni intención alguna de rendir cuentas. Sus planes en Telefónica a corto plazo son desconocidos (la empresa no ha aclarado si su objetivo es meramente financiero o industrial, ni si pedirá sillones en el consejo de administración). A largo plazo, la estrategia es más difícil aún de predecir. Aunque algunos analistas lo tienen muy claro. España, concluye Diego Crescente, "puede convertirse en un puente hacia Sudamérica, probable nueva estación, del tren financiero árabe".

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