Cerca de 9 millones de personas reciben todos los meses una pensión por parte de la Seguridad Social. Un tema que siempre está en la palestra y que genera infinidad de debates en torno a la cuantía que deberían recibir, la edad de jubilación o sobre si el sistema de pensiones de nuestro país acabará convirtiéndose en el agujero negro de nuestra economía. A medida que pasan los años, la natalidad en España reduce, mientras que las personas, con el avance de la medicina, cada vez son más longevas, lo que hace que reciban durante más meses la pensión del Gobierno.
Una compensación económica que está más que justificada tras años y años dedicados al sector laboral; sin embargo, hay muchos casos en los que el esfuerzo y la dedicación empleados a su trabajo no se ve recompensado con la pensión contributiva que reciben. La pensión media en España es de 1.189 euros. Teniendo en cuenta la constante subida del IPC y la nefasta situación económica que atraviesa España, ese sueldo mensual es bastante escaso y muchos de los pensionistas tiene serios problemas para llegar a fin de mes. Una realidad que las personas mayores de 65 años tienen que hacer frente día a día y tratar de gestionar su dinero al milímetro.
Quiénes son las personas que recibirán una pensión de más de 3.000 euros
Hay ciertos casos excepcionales en los que las personas, una vez jubiladas, reciben una pensión con una cuantía mayor. Normalmente, los años cotizados, edad de jubilación y el salario promedio en los últimos cinco años son algunos de los factores que se tienen en cuenta a la hora de calcular la paga mensual que te dará la Seguridad Social; sin embargo, en los casos de sufrir una enfermedad común o un accidente no laboral la ecuación cambia por completo. Evidentemente, las personas que presentan un problema de salud son más susceptibles, por lo que necesitan una pensión más alta para hacer frente a la situación que le ha tocado vivir.
Hecha la ley, hecha la trampa. La picaresca española hace que miles de personas traten de saltarse las normas o encontrar vacíos legales para aprovecharse y recibir los beneficios destinados por unos pocos. En este caso no iba a ser diferente. Dentro de las enfermedades que se registran dentro de la Seguridad Social, se contempla la incapacidad por estrés laboral, algo que muchos trabajadores sufren diariamente. Falta de energía, desmotivación o agotamiento del trabajo son algunos de los síntomas de esta enfermedad, que puede llegar a crear agravios severos en las personas que lo padecen.
Si el caso es tan grave que la persona en cuestión no es capaz ni de acudir a su puesto de trabajo, se puede pedir la baja laboral. El procedimiento es muy sencillo: se acude al médico de cabecera y el experto lo tramita. La duración de la baja por estrés es de 12 meses consecutivos, pasado el tiempo establecido la persona deberá incorporarse a su puesto de trabajo. Antes de volver al ámbito laboral, se debe pasar por un médico para que de el visto bueno o, en el caso de que no se superen las pruebas, revalúe la situación del paciente teniendo la posibilidad de recibir la incapacidad permanente.
¿Qué quiere decir la incapacidad permanente? Principalmente que, hasta nuevo aviso, la persona no está capacitada para incorporarse al mundo laboral. Aquí es donde entra en juego la pensión, ya que si un tribunal de expertos dictaminan la incapacidad permanente grave, se le dará a la persona la minusvalía de hasta el 33%. No es el único requisito que hay que cumplir para recibir una pensión de más de 3.000 euros. Aquellos trabajadores que han cotizado los años necesarios por las bases de cotización más altas y presentan dicha discapacidad, podrán cobrar la pensión contributiva máxima, es decir, que recibirán mensualmente 3.059 euros.
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