La transición hacia el coche eléctrico que se está viviendo en casi todos los mercados a nivel mundial no se está desarrollando a la misma velocidad; una carrera que lidera China como país más avanzado en este campo y que le ha permitido convertirse en un referente y una potencia mundial en el sector del automóvil cuando con el coche de combustión nunca llegó a serlo.
Así, el rápido avance que está viviendo China le ha permitido volver a recuperar en 2021 el liderazgo mundial al triplicar la venta de coches eléctricos hasta 3,3 millones de unidades, la mitad del total mundial. Europa quedó relegada a la segunda posición a mucha distancia, y eso pese a que registró un aumento del 65%, hasta 2,3 millones. Estados Unidos duplicó sus cifras de 2020 tras dos años de caída, pero muy por detrás, con 630.000 matriculaciones, aunque es previsible un rápido despegue en los próximos años con el plan que el presidente Joe Biden quiere implantar para acelerar esta transición.
La expansión vivida en poco tiempo del vehículo eléctrico en China tiene que ver en gran medida con la reducción de la brecha de precios respecto al motor de combustión tradicional, pues las tarifas medias fueron en 2021 apenas un 10% superiores, cuando en otros países y mercados como el europeo ese diferencial se sitúa entre un 40 y un 50% para modelos equivalentes.
Por si fuera poco, el país asiático concentró el pasado año el 95% de los vehículos eléctricos de dos o tres ruedas registrados en el mundo y el 90% de los autobuses y camiones, con un desarrollo, además, mucho más rápido de las infraestructuras de recarga. Una de las claves del despegue de los vehículos eléctricos ha sido también las subvenciones e incentivos públicos, que se duplicaron el pasado año para llegar a cerca de 30.000 millones de dólares.
Casi 500 modelos eléctricos
Otra es la eclosión de la oferta por parte de los fabricantes, que tienen en su catálogo unos 450 modelos, lo que representa cinco veces más que hace siete años, muy por encima de la variedad de modelos con que cuenta el mercado europeo. Sin embargo, en los países en desarrollo la escasez todavía de la oferta y de los dispositivos públicos de incentivo, mucho menos generosos, hace que los vehículos eléctricos sean inabordables en términos de precio para el grueso de los consumidores. Por eso en países como Brasil, India o Indonesia el porcentaje de ventas en 2021 fue inferior al 0,5%.
Un proceso y una transición que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que si se mantienen las políticas actuales, las ventas de vehículos eléctricos en el mundo representarían más del 20% en 2030, frente a cerca del 10% en 2021, pero considera que para cumplir los objetivos climáticos ese porcentaje tendría que ser del 60%.
En su informe anual sobre los vehículos eléctricos publicado ayer, la AIE constata en primer lugar la tendencia fuertemente alcista de este mercado, que se duplicó el pasado año con 6,6 millones de matriculaciones. A finales de 2021 había alrededor de 16,5 millones de vehículos eléctricos por todo el mundo, una cifra que se ha triplicado desde 2018.
Esa tendencia se mantiene en lo que va de año, pese a los problemas de aprovisionamiento de componentes como microchips y de materias primas, que se ha agravado con la invasión rusa de Ucrania: las ventas en el primer trimestre fueron de dos millones de unidades, un 75% más que en el mismo periodo del pasado ejercicio.
El parque de vehículos eléctricos en el mundo, que se triplicó entre 2018 y finales de 2021, cuando su número era de 16,5 millones, pasará a ser de 200 millones en 2030 sobre la base de las políticas en vigor actualmente. La evolución puede parecer hasta exagerada, pero los autores del informe hacen hincapié en que con el 20% de las ventas totales se estará todavía muy lejos del 60% que sería necesario para estar en línea con el objetivo de cero emisiones netas de dióxido de carbono (CO2) para mediados de siglo.
A corto plazo los principales obstáculos para el despliegue de la tecnología eléctrica, según la AIE, es la escalada de precios de minerales imprescindibles para fabricar baterías, y problemas de ruptura en la cadena de aprovisionamiento. El litio, componente básico de esas baterías, se cotiza ahora siete veces más caro que a comienzos de 2021, y el precio del níquel y el cobalto también se ha disparado. De mantenerse a esos niveles, el precio de las baterías –que habían bajado un 13% en 2020 y un 6% en 2021 sobre todo al masificarse la producción– aumentará este ejercicio un 15%.
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