La llegada del vehículo autónomo, todavía en fase de estudio y perfeccionamiento, es una de las innovaciones más notables de los últimos años en el sector. Sin embargo, de momento, no se ha convertido en el gran protagonista de nuestras ciudades y mucho menos de nuestras carreteras. Su rápido desarrollo inicial, que aparentaba hace unos años una realidad casi inminente se ha visto en cierto modo frenado en estos últimos tiempos, aunque no se ha detenido. Una revolución que la industria automovilística sigue apostando de lleno por potenciar, apoyándose en las nuevas tecnologías, lo que conlleva teóricamente un impacto positivo en la seguridad.
TÜV SÜD, la empresa alemana de certificación de ensayos, calcula que en el año 2030 más de diez millones de vehículos estarán altamente automatizados y, en 2040, 33 millones de coches autónomos se venderán en todo el mundo, mejorando así el flujo de tráfico y la seguridad. Y en medio de este complejo proceso de desarrollo, en el que además interviene un factor relevante para poder llevarlo a cabo como es el tema de responsabilidad legal, expertos de la ONU en conducción autónoma reunidos estos días en Ginebra han aprobado la modificación en las normas para regular este transporte que amplían su velocidad máxima desde 60 a 130 km/h "en determinadas condiciones", en principio similares a las de las autopistas.
La propuesta, para vehículos de pasajeros y carga ligera, fue adoptada hoy en el Foro Mundial para la Armonización de Regulaciones de Vehículos que se celebra en Ginebra con el patrocinio de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (UNECE), según indicó esta agencia en un comunicado.
Además del aumento de la velocidad máxima, la llamada Regulación 157 incluye la autorización de que estos vehículos puedan cambiar de carril, y entraría en vigor el 1 de enero de 2023 en los países que decidan adoptarla, señaló UNECE.
Estas disposiciones sólo se aplicarían en vías a las que no puedan acceder peatones ni ciclistas, con separación física entre los dos sentidos, y en sistemas de conducción autónoma en los que el conductor puede tomar el control del vehículo en todo momento, lo que se conoce como vehículos autónomos de nivel 3. Adoptar estas regulaciones conllevaría obligaciones para los fabricantes de vehículos en países donde la conducción autónoma esté permitida en el futuro, incluyendo la de disponer en éstos un sistema de recolección de datos de la circulación semejante a las "cajas negras" de los aviones.
Autopistas inteligentes
Un desarrollo el de la conducción autónoma que requerirá de unas infraestructuras casi a medida, como las que Italia podría tener listas en 2025 en forma de la primera autopista inteligente, la cual será capaz de conectarse con los coches que circulen por ella y que serán con su expansión el escenario idóneo para que el coche autónomo vaya un paso más allá.
Unas autopistas que ya se están desarrollando en otros muchos países europeos, pero será Italia la que se encargue de inaugurarlo. Concretamente, esta primera autopista inteligente requerirá de una inversión de unos 250 millones de euros, contará con un total de 400 kilómetros de recorrido y unirá la provincia de Salerno con la región de Reggio Calabria, al sur de Italia.
Para que estas futuristas autopistas puedan ofrecer la necesaria conectividad con los turismos, contará con tecnología 5G, aspecto indispensable para poder ofrecer diferentes funciones a sus usuarios, entre las que destaca la de enviar avisos en tiempo real.
Por medio de este sistema los conductores podrán conectarse a la autopista o directamente con el coche o por medio de una aplicación móvil. Esto permitirá conocer todo lo que está sucediendo en los siguientes kilómetros, ya sea un accidente o un atasco, y el coche autónomo podrá así adaptarse a las condiciones de la vía por sí mismo.
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