La reacción alcista experimentada por los precios del petróleo a comienzos de diciembre, cuando se anunció el acuerdo de los principales productores para frenar el ritmo de bombeo, resultó ser un espejismo. Los precios del barril han ahondado la fuerte caída que arrastran desde el pasado mes de octubre y se han situado en el entorno de sus mínimos del último año y medio. Su traducción a los surtidores ha dado como resultado que los conductores no encontraban tan barato llenar el depósito desde el mes de noviembre de 2016.
El crudo acumula descensos superiores al 30% en el último tercio del ejercicio, una tendencia a la baja provocada por factores como las dudas en torno al comportamiento de la demanda, especialmente la proveniente de China, y también por la presión de EEUU, cuya independencia energética ha vuelto a añadir tensión en los mercados.
Tras coquetear con perder incluso la referencia de los 50 dólares, el barril de Brent ha experimentado ligeros repuntes en las últimas horas, en las que ha llegado a situarse por encima de la cota de 54 dólares. Muy lejos quedan, sin embargo, los más de 63 dólares que llegó a tocar hace menos de un mes, cuando la OPEP llegó a un acuerdo in extremis con el resto de grandes actores del mercado para recortar de nuevo la producción y estimular así el precio del oro negro.
Ese acuerdo contempla que desde el 1 de enero los miembros de la OPEP y el resto de principales productores extraerán 1,2 millones de barriles diarios menos. En la víspera del pacto, cuando pocos pensaban en la posibilidad de un acuerdo, los expertos hablaban de la necesidad de recortar la producción al menos en 1,5 millones de barriles diarios.
Muchas dudas tras la euforia
Aunque el pacto final no alcanzó esas cifras, los inversores reaccionaron con euforia ya que el resultado definitivo de las negociaciones fue mucho mejor de lo esperado. Apenas 24 horas antes, la opción más probable era que las conversaciones acabaran sin pacto para algún tipo de recorte.
Sin embargo, la medida no deja de ser insuficiente y, además, de muy corto plazo, toda vez que en abril se revisará la medida. De hecho, los escasos atisbos de reacción que se han producido en las semanas siguientes al anuncio del acuerdo se debieron a rumores de mercado que apuntaban a que los productores podrían aplicar un descenso del ritmo de bombeo superior al acordado.
En fechas precedentes, las autoridades energéticas de Arabia Saudí, primer productor mundial y uno de los que más se sacrificó para hacer posible el recorte, mandó un mensaje de tranquilidad al mercado al asegurar que los efectos de la medida comenzarían a llegar en las próximas semanas, cuando empezara a hacerse efectivo el cierre parcial de los grifos.
Por el momento el errático comportamiento del barril ha llevado al precio medio de la gasolina por debajo de 1,20 euros para empezar el año. Los conductores ya se encontraron los combustibles en plena bajada durante los últimos puentes de 2018.
Las próximas semanas serán cruciales para saber si el acuerdo de primeros de diciembre surte de verdad efecto o si la reunión de abril llegará en medio de una escalada de tensión, toda vez que el acuerdo ya fue muy complicado de lograr. En estos momentos, los inversores descartan que sea posible una nueva reducción de la producción.