A pesar de que algunos tienden a negar que nos aproximemos a una recesión (como lo comentábamos en la nota "Los gestores europeos reducen sus expectativas de recesión…", como sucedió ya con la inflación cuando argumentaban que eran presiones transitorias, pues ahora toca el turno conocer y distinguir aquellos factores que apuntan a una recesión.
Generalmente y de forma algo más simple, se comenta que dos trimestres consecutivos de caída del PIB real constituyen una recesión, pero esa no es ni la definición oficial ni la forma en que los economistas evalúan el estado del ciclo económico.
Tanto las determinaciones oficiales de las recesiones como la evaluación de la actividad económica por parte de los economistas se basan en un análisis global de los datos, incluidos el mercado laboral, el gasto de los consumidores y las empresas, la producción industrial y los ingresos. Sobre la base de estos datos, es poco probable que el descenso del PIB en el primer trimestre de este año - incluso si va seguido de otro descenso del PIB en el segundo trimestre - indique una recesión.
El Comité del Ciclo Económico de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER), organismo oficial encargado de calificar las recesiones, define una recesión como "un descenso significativo de la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura más de unos meses". Las variables que suele seguir el Comité son:
- la renta personal real menos las transferencias públicas
- el empleo
- diversas formas de gasto real de los consumidores y
- la producción industrial.
En particular, no hay reglas fijas ni umbrales que determinen un declive, aunque el Comité señala que en las últimas décadas ha dado más importancia a la renta personal real menos las transferencias y al empleo asalariado.
Además, dado que el comité depende de estadísticas gubernamentales que se comunican con varios desfases, no puede designar oficialmente una recesión hasta después de que comience. De hecho, cuando las recesiones duran poco, el Comité suele anunciarlas cuando ya ha terminado.
Así pues, ¿cómo podría evaluar el comité del NBER la salud de la economía?
Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, hay una tendencia de cuatro de las variables indicadoras de recesión del comité NBER: ingresos reales menos transferencias, gasto real, producción industrial y empleo, en relación con sus valores en abril de 2020 (el punto más bajo de la última recesión y, por tanto, el mes anterior al inicio de la expansión actual.
Los cuatro indicadores han mostrado un fuerte crecimiento de la economía estadounidense desde el inicio de la pandemia, y han seguido expandiéndose durante el primer semestre de 2022. Y aunque la renta real neta de transferencias se ha mantenido plana en los últimos meses, la producción industrial, el empleo y el gasto real han crecido este año. El Comité no tiene en cuenta directamente la inflación; sin embargo, está integrada en las variables de ingresos y gastos reales que sigue, incluidas las que se representan en el gráfico.
Estos datos muestran que, aunque la inflación es muy elevada, el crecimiento de los precios de los bienes y servicios ha sido lento. Estos datos muestran que, aunque la inflación es muy elevada, el gasto real sigue creciendo, impulsado por uno de los mercados laborales más sólidos de la historia y un elevado nivel de ahorro de los hogares.
El hecho de que el comité del NBER ponga su atención a un "descenso significativo" de la actividad que tenga una base amplia pone en contexto la contracción de la tasa del 1.6% del PIB real del primer trimestre de este año. Lejos de ser una contracción generalizada, la estimación negativa de la tasa de crecimiento fue una función de los inventarios - uno de los componentes más ruidosos del crecimiento del PIB, y de las exportaciones netas, en parte reflejo de la fortaleza económica en relación con la de los socios comerciales, así como de unas cadenas de suministro mundiales menos trabadas.
La demanda final interna privada -gasto de consumo e inversión fija (que juntos representan más del 80% del PIB nominal)- creció a una tasa anualizada real del 3% en el primer trimestre, lo que demuestra un crecimiento sólido y por encima de la tendencia. Y el empleo asalariado creció a una tasa anualizada aún mayor, del 4,7%, seguida del 3,4% en el segundo trimestre. De hecho, los 1,1 millones de empleos creados en el segundo trimestre -una media de unos 375.000 empleos al mes- triplican con creces el número de empleos creados en cualquier periodo de tres meses anterior a una recesión.
Por tanto, la recesión técnica no se puede resumir sólo en la contracción del PIB por al menos dos trimestres consecutivos, sino que hay que observar otras variables.
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