La OCDE, el BCE, el FMI y demás instituciones europeas e internacionales han reclamado a España medidas para acabar con la precariedad del empleo, entendida no sólo por el porcentaje de trabajadores que perciben un salario bajo, sino por el altísimo porcentaje de contratos temporales que rijen las relaciones entre empresarios y trabajadores y la repercusión que estas circunstancias tienen en la actividad diaria de las familias.
Una fotografía instantánea del mercado laboral español muestra que había 19,206 millones de ocupados a cierre del primer trimestre de este año, de los que 3,1 millones eran trabajadores autónomos y 16,1 millones, trabajadores asalariados. De esta última cifra, 12,272 millones tenían firmados contratos de carácter indefinido y otros 3,832 millones, contratos de carácter temporal, según la Encuesta de Población Activa del INE.
De acuerdo con esos datos, un 23,79% de los asalariados tiene hoy contrato temporal y el 76,21% restante, indefinido. Así es, pero es una realidad algo distorsionada, que procede de una herencia del pasado. Los que tenían este tipo de contrato lo han mantenido a lo largo de los últimos treinta años. Porque en el pasado mes de junio, de los 1,798 millones de contratos que se firmaron entre empresarios y trabajadores, apenas 172.866 fueron indefinidos, el 9,61%. El resto, 1,625 millones, el 90,38%, tienen limitada su duración, aunque con posibilidad de renovación. Cada persona firmó 1,35 contratos temporales en junio. En el conjunto de los seis primeros meses del año, la proporción entre temporales e indefinidos es 88,9% frente a 11,1%.
Los siguientes datos dan una idea de cómo está el mercado: en la provincia de Huelva, por ejemplo, de los 35.050 contratos que se firmaron únicamente 1.103 fueron indefinidos, el 3,3%. En Córdoba, 1.397 de un total de 37.391, el 3,73%, y en Jaén, 1.142 de 25.776, el 4,4%. O en Badajoz, que son el 3,66%. En Zamora, el número de contratos indefinidos suscritos ese mes representa el 6,14% y en Soria, con 249 de 3.599, el 6,91%. Son algunos ejemplos de lo necesaria y urgente que es resideñar la reforma laboral de febrero de 2012. Por comunidades autónomas, entre enero y junio, el ránking está encabezado por Extremadura con un 94,64% de contratos temporales firmados sobre el total, seguida de Andalucía (93,89%), Navarra (93,04%) y Cantabria (92,12%).
En junio, de los 1,798 millones de contratos firmados, apenas 172.866 fueron indefinidos, el 9,61%. El el 90,38% restante tiene limitada su duración
Hay también ejemplos en el lado contrario. Es el caso de Madrid, comunidad en la que se suscribieron 36.811 contratos indefinidos de un total de 217.205. Representan el 16,94%. Algo similar pasa en Baleares, donde, en junio, los contratos indefinidos alcanzaron el 17,94%. En el acumulado de los seis primeros del año, Cataluña ocupa la tercera posición de las regiones con mayor proporción de contratos indefinidos firmados, con el 15,33%, por delante de Canarias y la Comunidad Valenciana.
Hace unos días, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, escribió en cuenta de Twitter las tres anomalías del mercado laboral español: precariedad, desempleo y temporalidad. El objetivo, dijo, “es acercarnos a Europa en estabilidad y calidad en el empleo”. Las negociaciones a tres bandas con empresarios y sindicatos para reformar el mercado laboral que se heredó de Mariano Rajoy no van por el mejor camino. Las posiciones entre la CEOE y UGT y CC OO están cada vez más distantes, como se constató en la reunión del jueves pasado.
La modalidad de contratación suele estar íntimamente relacionada con la actividad económica de un país. Y España es, desde hace ya muchos años, una economía de servicios. El mayor peso en el Producto Interior Bruto lo tiene el sector servicios con un 69% de su valor a precios de mercado, seguido muy de lejos por la industria (12,4%), la construcción (6,2%) y la agricultura (4,3%). El resto hasta completar el 100% son impuestos netos sobre los productos.
El turismo, a la cabeza de los contratos temporales
Buena parte de la precariedad del mercado laboral es achacable a la temporalidad de la economía española, muy ligada al buen tiempo y al turismo, un sector que representa el 12,4% del PIB, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística. Además, la agricultura propicia la estacionalidad de muchos trabajos, lo mismo que la construcción.
Del total de contratos frimados el mes de junio, un 71,12% correspondieron al sector servicios; un 12,9% a la agricultura: un 11,28% a la industria y un 5,51% a la construcción. Como puede apreciarse, estos porcentajes no se corresponden con el peso específico de cada sector económico por esas características estacionales que tanto condicionan el PIB. Un 70,35% de los contratos temporales se firmaron en el sector servicios, un 12,77% en la agricultura, un 11,48% en la industria y el 5,39% en la construcción.
La temporalidad no es un mal exclusivo de los más jóvenes, aunque las proporciones más elevadas se dan entre los menores de 20 años, con un 94,77% de los contratos firmados. Entre 20 y 24 años, la cifra baja al 93,21%; al 89,66% entre quienes tienen 25-29 años y vuelve a crecer entre los mayores de 45 años (89,71%). Tampoco distingue sexos: el 90,15% de los acuerdos firmados entre los hombres y el 90,66% entre las mujeres tienen duración limitada.
La temporalidad no es un mal exclusivo de los más jóvenes, aunque las proporciones más elevadas se dan entre los menores de 20 años, con un 94,77% de los contratos firmados
Hay muchos tipos de contratos temporales. Según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) se pueden firmar por obra y servicio, por circunstancias sobrevenidas de la producción, interinidad, relevo, jubilación parcial, prácticas, formación… Las dos primeras, sin embargo, copan el 92%.
El contrato por obra y servicio se pacta para realizar una tarea concreta en la empresa cuya duración es temporal, pero que se desconoce cuándo va a terminar. El contrato eventual por circunstancias de la producción se acuerda entre las partes para atender acumulaciones de tareas, como excesos de pedidos, en un momento determinado. No puede tener una duración superior a seis meses y puede ser prorrogado una vez.
La proporción de contratos temporales sobre el total de los firmados no ha cambiado mucho en los últimos veinte años, según los datos del Ministerio de Trabajo. En 2001, osciló entre el 88,4% del mes de mayo al 92,1% de marzo. En 2006, en pleno “boom” del sector inmobiliario en España, se movió entre el 83,04% de diciembre, la cifra más baja registrada en el periodo analizado, y el 90,79% de junio. El porcentaje más alto se dio en diciembre de 2011, apenas tres meses antes de la reforma laboral del gobierno de Mariano Rajoy, con un 94,36%. En 2020, un año que no puede ser tenido en cuenta por las extraordinarias circunstancias que concurrieron, la tasa osciló entre el 88,43% de marzo y el 91,75% de diciembre.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación