Economía

Los convenios de empresa llevan 20 años marcando una jornada laboral inferior a las 38 horas

El objetivo de Yolanda Díaz es reducir el tiempo de trabajo hasta las 38,5 horas este año y las 37,5 horas en 2025. La realidad del mercado laboral va por delante

La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, sigue su enfrentamiento con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). El penúltimo choque fue por la subida del salario mínimo interprofesional, que acompañó con una amenaza que finalmente cumplió. Ahora, desde la tribuna del parlamento, la ministra ha advertido de que su nueva propuesta estrella, la reducción de la jornada laboral en el transcurso de esta legislatura hasta las 37,5 horas semanales, saldrá adelante con o sin el apoyo de la patronal. Una extraña manera de negociar con los agentes sociales con el fantasma de las advertencias sobrevolando siempre las conversaciones.

Díaz pretende reducir la jornada laboral hasta las 38,5 horas este año y a 37,5 horas, en 2025. Lo que quizás desconozca la ministra es que, como ha señalado Comisiones Obreras, la mayoría de los convenios colectivos que se han firmado el pasado año y en años anteriores ya están por debajo del objetivo que se ha marcado para el presente ejercicio. Quizás por eso, la ministra aceptó el jueves que sindicatos y patronal negocien entre ellos un posible acuerdo, al mismo tiempo que haya una mesa tripartita con el Gobierno.

De acuerdo con los datos estadísticos facilitados por el propio Ministerio de Trabajo y Economía Social, en el año 2023 se firmaron un total de 3.512 convenios colectivos de trabajo que afectaron a más de 1,1 millones de empresas y a cerca de 11 millones de trabajadores. La jornada media anual pactada fue de 1.748,6 horas, lo que equivale a 38,2 horas semanales, por debajo ya del objetivo que se ha fijado el Ministerio para 2024.

En el caso de los convenios de empresa, hace ya más de veinte años que las horas de trabajo pactadas están por debajo de las 38,5 que ahora quiere aprobar la ministra de Trabajo. El pasado año, se firmaron 2.534 convenios de empresa, que afectaron a más de 626.000 trabajadores. La jornada pactada fue de 1.699,2 horas anuales, equivalentes a 37,17 horas semanales. En el caso de los convenios de ámbito superior al empresarial, la jornada pactada fue algo más elevada: 38,28 horas.

Aunque Yolanda Díaz insiste en que la reforma beneficiará a más de 12 millones de trabajadores, la realidad es que no tiene más justificación que incrementar de manera artificial la productividad, la eterna asignatura pendiente de España. Hace una semana, un informe de la Fundación BBVA ponía de manifiesto que, en lo que va transcurrido de este siglo, España ha acumulado una pérdida de productividad del 7,3%, el peor dato de cuántos países se analizan, por detrás de Italia y la propia Grecia.

Jornada laboral y tejido productivo

Entre otras razones, este dato está muy relacionado con el tejido productivo de nuestro país. Más de las dos terceras partes del Producto Interior Bruto español se concentran en el sector servicios, uno de los que menos valor añadido aporta en relación con actividades más intensivas en tecnología y menos en capital humano.

Hay más datos que avalan lo innecesario de esta medida, que antes de ser aprobada ha sido superada por la realidad de los hechos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número medio de horas efectivas trabajadas por los ocupados fue en los tres primeros trimestres de este año de 36,5 horas semanales, con un pico máximo de 36,9 horas en los meses de verano y un mínimo de 36 horas en el segundo trimestre.

Para encontrar una jornada semanal de más de 38 horas efectivas trabajadas hay que remontarse al segundo trimestre de 2011, cuando se alcanzaron las 38,2 horas. En el cuarto trimestre de 2022, por el contrario, la cifra bajó a 35,5 horas.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las horas efectivamente trabajadas deben incluir las horas trabajadas durante los periodos normales de trabajo, el tiempo trabajado en exceso y generalmente pagado a través de horas extraordinarias, el tiempo pasado en lugar de trabajado dedicado a la preparación del lugar de trabajo, mantenimiento, informes... Asimismo contabiliza los periodos cortos de descanso, incluidas las pausas para el café siempre que sean inferiores a una hora.

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