La economía española creció en el segundo trimestre de este año un 0,8% en relación con el trimestre anterior en términos de volumen. Según el adelanto del Instituto Nacional de Estadística, la variación interanual del Producto Interior Bruto fue del 2,9%, frente al 2,6% del trimestre anterior. La demanda nacional aportó dos puntos porcentuales al crecimiento y la exterior, 0,9%.
Estos datos han permitido al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, sacar pecho y asegurar que “los datos confirman la fortaleza de la economía española, con un crecimiento fuerte y equilibrado. Queda mucho trabajo por hacer, pero las reformas y medidas de política económica están permitiendo mantener unos excelentes datos macroeconómicos, que están mejorando la situación de familias y empresas”.
Ya con los datos económicos de 2023, Carlos Cuerpo arremetió contra los escépticos manifestando que “frente a las predicciones catastrofistas y los retratos sesgados, las cifras son claras e incontestables”. El presidente Sánchez, cuando conoció el dato de crecimiento del PIB del 2,3%, aseguró que “el país ofrece razones sólidas para la confianza. El crecimiento económico es cinco veces mayor que el de la media de la Eurozona”.
España lleva ya muchos años tratando de que la economía se acerque a los estándares medios de la Unión Europea y la Eurozona. Pero la fortuna no le acompaña. La Comisión Europea prevé para este ejercicio un crecimiento del PIB de 1,7%, el doble que el de la Eurozona (0,8%), la UE y Francia (0,9%), o Italia (0,7%), y casi seis veces más que Alemania (0,3%).
Si se cumplen estas previsiones, España dará un pasito hacia adelante en el camino de la convergencia económica. Porque, con los datos pormenorizados de Eurostat, la economía española ha vuelto a la casilla de salida de la convergencia diez años después. De acuerdo con la Oficina Estadística Europea, en el año 2013, España ocupaba el puesto 12 junto con Malta en la clasificación de las economías de los Veintisiete por el Producto Interior Bruto per cápita con 90 puntos, un 10% por debajo de la media de la Unión Europea (100).
En esa clasificación, el país líder era Luxemburgo, 279, por delante de Holanda (137), Austria e Irlanda (133) y Dinamarca 130. Alemania ocupaba la séptima posición, con 125; Francia, la décima, con 110; e Italia, la undécima, con 101. El conjunto de la Eurozona estaba un 8% por encima de la media de la Unión Europea. Cerraban la clasificación en 2013 Bulgaria, con 46, es decir, menos de la mitad de la media de la UE, y Rumania, con 55.
Un total de 16 países estaban por debajo de la media, con España y Malta como mejor colocados, y otros once países superaban el nivel medio. Los países candidatos a entrar en un futuro más o menos próximo en la UE tenían una riqueza per cápita entre un 60% (Turquía) y un 70% (Albania) inferior a la media europea. Son los casos de Montenegro, Serbia, Macedonia del Norte y Bosnia-Herzegovina.
Poco a poco, España fue ganado terreno en los siguientes años hasta acercarse, con 93 puntos, a solo un 7% de la media de la Unión Europea. Cerca de ese nivel se mantuvo durante los dos siguientes años, hasta que llegó la debacle para todas las economías con la irrupción de la pandemia en el mes de marzo de 2020. Las principales economías aguantaron mejor la crisis que la española, que retrocedió hasta situarse a 17 puntos porcentuales de la convergencia real. La Eurozona y Francia cedieron un punto, y Alemania e Italia, tres.
En 2023, último ejercicio del que hay datos comparativos en Eurostat, Luxemburgo e Irlanda registraron los niveles más altos de PIB per cápita de la UE, un 139 % y un 111 % por encima de la media de la UE. Bulgaria era el Estado miembro de la UE con el PIB per cápita más bajo, un 36 % por debajo de la media de la UE.
Eurostat señala que el altísimo nivel alcanzado por Luxemburgo se explica por el hecho de que un gran número de residentes extranjeros están empleados en el país y contribuyen así al crecimiento de su PIB, mientras que no forman parte de la población residente de Luxemburgo. Sus gastos de consumo constan en la contabilidad nacional de su país de residencia.
En el caso de Irlanda, su segundo puesto, con 111 puntos por encima del nivel medio, está justificado por la presencia en su territorio de grandes empresas multinacionales atraídas por su baja fiscalidad empresarial. La producción asociada a los activos de estas empresas contribuye a aumentar el PIB, mientras una gran parte de los ingresos de esta producción revierte a los propietarios de estas empresas en sus países de origen.
Siguen a Irlanda, Países Bajos, Dinamarca y Austria, cada uno con un PIB per cápita superior en más de un 20 % a la media. Bélgica, Alemania, Suecia, Finlandia, Malta y Francia son los otros Estados miembros con un PIB per cápita superior a la media de la UE. Italia, Chipre, Eslovenia y Chequia tenían en 2023 un nivel de PIB per cápita inferior en menos de un 10 % a la media de la UE.
España encabeza el siguiente grupo de países, con 88 puntos, cinco menos que en 2017, cuando más cerca estuvo de converger con la UE, y tres menos que en 2013. Le acompañan Lituania, Portugal, Estonia, Polonia y Rumanía, que tienen un PIB per cápita entre un 14 % y un 20 % inferior a la media de la UE. Cierran la relación de los países miembros de la Unión Europea, Bulgaria con un desfase del 36%, Grecia (33%) y Letonia (29%).
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