El coronavirus se ha comido 17.156 millones de euros del PIB en el primer bocado asestado sólo en las dos últimas semanas de marzo, tras el decreto del estado de alarma y antes del cierre del conjunto de las empresas de servicios no esenciales. Equivale al pago del conjunto de las nóminas públicas de la Administración Central o, por ejemplo, a casi siete veces el presupuesto del ministerio de Sanidad. Según los datos avanzados del INE, con agregados elaborados con estimaciones adelantadas e indicadores administrativos (la estadística oficial será aún peor cuando sea revisada), la economía sufrió en el primer trimestre de 2020 una fuerte contracción, que llegó al -5,2% frente al 0,4% de aumento del trimestre anterior (y del 0,6% en el mismo periodo de hace un año). Lo que significa que la caída a plomo ha sido de nada menos que -5,6 puntos, una cifra jamás conocida en España en tasa trimestral. De esta forma, y ya que en abril se ha deteriorado la situación económica y se ha generalizado el cierre empresarial, España volverá de nuevo a la situación de recesión (dos trimestres consecutivos con tasa negativa) siete años después sin haber salido de la última crisis al menos en términos de empleo y de cuentas públicas.
Aunque es difícil encontrar series estadísticas trimestrales, desde 1945 (año en que finalizó la segunda guerra mundial), no se registraba un descenso tan vertical del PIB. Según las tablas elaboradas por Angus Maddison, emérito profesor de Economía de la Universidad de Groninga (Holanda), el PIB español anualizado cayó ese año un -6,8% (hasta situarse en 56.326 millones de euros) tras un rebote inicial de la economía tras la guerra civil española, años en se produjeron importantes contracciones (por ejemplo del -22,3% en 1936 o del -8,3% en 1937). Además de la endeblez de la economía tras la guerra civil (con escasez de alimentos, de materias primas y de reservas, más el intervencionismo), el agravamiento de la situación económica en 1945 se debió sobre todo a la acentuación de la crisis como consecuencia de la ausencia de España en el Plan Marshall que diseñó Estados Unidos para la reconstrucción de Europa. Quedó fuera por el apoyo en el conflicto bélico a Alemania o Italia. Curiosamente es el modelo de plan al que ahora apela Sánchez para que la UE colabore en la reconstrucción española.
El PIB trimestral a precios corrientes alcanzó entre enero y marzo de 2020 los 298.554 millones frente a los 315.710 millones registrados en los tres meses anteriores. En términos interanuales, es decir, respecto al mismo periodo del año anterior, alcanzó los 307.370 millones, y ahora es casi 9.000 millones inferior.
El desplome de la economía española se debe sobre todo a la fragilidad y a la alta exposición del modelo de crecimiento basado en el sector servicios por el lado de la oferta (75% del PIB y 80% del empleo) y, en particular, a la fuerte contracción del consumo de los hogares y consecuentemente de la inversión empresarial, por el lado de la demanda, ante la alarma sanitaria así como la incertidumbre laboral, económica y también política. De momento, se desconoce que la Comisión de Reconstrucción de España del Congreso tenga intención de abordar este cambio de modelo trascendental hacia otro con un mayor componente industrial y tecnológico, así como reformas estructurales y de aumento de la competencia, para proteger a la economía y el empleo de la alta volatilidad y riesgos del modelo cortoplacista actual.
En términos intertrimestrales, la demanda interna (consumo e inversión) se situó en el -5,1% frente al -0,1% del trimestre anterior. Se trata del peor decrecimiento de las series históricas existentes (1970), mientras que la demanda externa (exportaciones e importaciones) se contrajo también en una décima frente a las cinco de crecimiento del trimestre anterior. Por tanto, el coronavirus no sólo ha parado el principal motor de la economía (demanda nacional) hasta tasas desconocidas sino también el de reserva (demanda externa). Mientras, en tasa interanual, la demanda interna cayó al -4,4% frente al 1,3% de aumento en el trimestre anterior (lo que supone una dura contracción de casi seis puntos) y el 2,1% de hace un año. Por su parte, la demanda externa anual creció dos décimas frente a, por ejemplo, el alza en cinco décimas del anterior trimestre.
Todos los agregados, es decir, los componentes de las dos demandas que conforman el PIB, se despeñan. Salvo el consumo público, que crece un 1,8% en tasa intertrimestral (el doble en tasa interanual) cuando hace sólo tres meses aumentaba a un ritmo del 0,7% y del 0,6% en el mismo periodo de 2019. Lo que significa que el Gobierno, y el resto de Administraciones Públicas, han dado un fuerte impulso al gasto público (y a su falta de control) a pesar del descenso de los ingresos y del aumento del déficit y la deuda pública. En parte, se debe a consumos intermedios (que representan habitualmente una cuarta parte del consumo de las Administraciones). Entre ellos, se pueden encontrar las compras de bienes para el suministro del sector sanitario. Pero, en particular, el alza es consecuencia de la subida de las remuneraciones de los empleados públicos del 2% (más un 0,3% adicional, que podría ser mayor según la evolución de la economía) ya que son el principal componente del consumo público. Representa casi un 60%. Ese incremento del 1,8% es el mayor que se registra en el consumo de las Administraciones desde el primer trimestre de 2008 (1,9%). Sucede en todas las crisis, cuando estallan el sector público dispara su gasto.
Pánico en el consumidor
Mientras, el consumo de los hogares, afectado en su mayoría por la incertidumbre laboral, ERTEs y despidos de los trabajadores del sector privado, registró tasas negativas desconocidas. Llegó al -7,5% (-6,7% en tasa anual) cuando hace un trimestre subía en una décima y en ocho décimas hace un año. Por tanto, la caída es de 7,6 puntos. El pánico se ha instalado en el consumidor, que no puede gastar porque ha reducido o ha dejado de tener ingresos, o tiene muchas dudas sobre su futuro laboral y, por si fuera poco, su capacidad de gasto se ha visto dirigida en general a bienes alimentarios. De esta forma, la adquisición de bienes duraderos (coches o electrodomésticos) cae un -16,1% (-17% en tasa anual) frente al alza en una décima del trimestre anterior. Nunca se había producido este descalabro en tasa intertrimestral aunque sí había sucedido en la anual en 2009.
Todo este descenso ha propiciado que el consumo final (que representa más del 75% de la demanda interna) se haya situado en el -5,1% (-4,1% anual) cuando hace tres meses crecía a un ritmo del 0,3% y del 0,4% en el primer trimestre de 2019.
La inversión, el segundo componente de la demanda nacional, también está en huída. La formación bruta de capital fijo se situó en el -5,8% (-6,7% anual) cuando en el mismo periodo del año anterior crecía a un ritmo del 1,5%. No se producía este descenso tan pronunciado desde hace 11 años. La inversión en construcción se lleva la palma en el rallye de caídas, baja un -9,6% (-11,9% anual) cuando hace un año crecía en cuatro décimas. Mientras, la construcción de viviendas baja a un ritmo del -12,7% (-10,6% interanual) cuando en diciembre subía un 0,8%. Son cifras que nunca se han registrado. Por si fuera poco, también se precipita al vacío la inversión en maquinaria y bienes de equipo, ya que los empresarios han aumentado sus dudas sobre la actividad a corto plazo. Baja un -3,6% (-4,6%) en tasa anual.
En cuanto a los componentes de la demanda externa, caen las exportaciones de bienes y servicios un -8,4% (-6,3% anua) como consecuencia de que el coronavirus afecta también a nuestros principales clientes exteriores. Hace tres meses crecían a un ritmo del 0,6% y del 1% anual. Desde 2009 no se registraba un descenso tan vertical. También bajan las importaciones (-8,4% respecto al trimestre anterior y -7,4% respecto al primer trimestre de 2019). En este caso, se debe a la caída de la demanda interna, sobre todo del consumo.
El grado de deterioro del PIB que se observa en los tres primeros meses del año, a la espera del segundo trimestre, es muy elevado en línea con lo apuntado por la EPA. No hay un solo dato positivo. Es posiblemente una de las causas por las que el Gobierno ha decido anticipar el desconfinamiento de los hogares sin existir todas las garantías sanitarias. El empleo, en términos de ocupados por horas trabajadas, ha descendido al -5% mientras que los sueldos (privados) también registran tasas negativas. Llegan al -0,5% cuando hace tres meses subían 1,1 puntos y 2,5% en el mismo trimestre de 2019.
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